El pasado 28 de enero la Universidad CEU San Pablo invistió como Doctor Honoris Causa al profesor emérito de Filosofía árabe y medieval en La Sorbona Rémi Brague durante el acto de celebración de Santo Tomás de Aquino. La rectora de la Universidad, Rosa Visiedo, le entregó los títulos doctorales y los símbolos que acompañan al grado: la medalla, el anillo y los guantes.
¿Cómo se ha tomado el ser investido como Doctor Honoris Causa por la Universidad CEU San Pablo?
Evidentemente, como un gran honor. Como cualquier distinción de este tipo, esta conlleva una gran responsabilidad y la obligación de estar a la altura.
¿En qué punto se encuentra la educación superior hoy en día?
Me resulta difícil pronunciarme sobre la situación actual de miles de universidades, o en todo caso de establecimientos de enseñanza que presumen de llevar este nombre en el mundo entero. En primer lugar, yo tengo una experiencia directa con un número muy pequeño de universidades, en cinco o seis países como máximo. Solo he sido profesor titular en Francia y Alemania, profesor invitado en EEUU, España e Italia - y en cada una de esas veces durante poco tiempo.
Generalmente, ¿Cómo podemos meter en el mismo saco a aquellas universidades que tienen varios siglos de tradición y a aquellas que han sido fundadas recientemente? ¿Universidades ricas que disponen de múltiples dotaciones con otras que viven bajo el maltrato del Estado y que tienen que mendigar subsidios? Unas públicas, otras privadas, etc.
Desde su punto de vista, ¿qué requisitos debe tener una universidad?
Lo principal es que sea fiel a su nombre, la universalidad de conocimientos que han estudiado aunque el uso inicial de la palabra sugiriese más bien el conjunto de estudiantes y maestros, su corporación en definitiva. Lo demás es bastante evidente, o tendría que serlo: reclutar profesores basándose en el criterio de los conocimientos que poseen y su capacidad para enseñarlos, y no sobre criterios políticos, o personales.
¿Qué importancia tiene la religión para una institución de educación superior?
Es una influencia indirecta, y habitualmente inconsciente. Se sitúa más bien en la fundación de la institución universitaria.
¿Cuál es el futuro que le espera a las universidades?
Solamente puedo decir mis temores. En primer lugar, que la enseñanza superior se reduzca a un grupo de escuelas profesionales, donde formamos a gente capaz de hacer funcionar la máquina económica, y nada más. Que haya más productores y consumidores que ciudadanos conscientes. Después, que renuncien al saber riguroso y lo remplacen por ideologías. En EEUU, me dicen mis amigos de allí, y ahora también en Francia en España, no sé , que ciertos campus han sido asaltados por los "estudios post-coloniales" o los "estudios tipo", donde la base científica y filosófica es, para decirlo amablemente, bien ligera
¿Qué implica a niveles prácticos que una universidad no se declare abiertamente católica?
A nivel práctico, como usted dice, eso no hace nada o casi nada visible, en todo caso a corto plazo, a partir del momento en el que ellas sean fieles, sin saberlo, al modelo inicial que determina lo que es una universidad y lo que debe ser. Este modelo es, históricamente hablando, de origen medieval y católico. Pero posee un valor permanente: la búsqueda desinteresada del conocimiento, el rol de dirigir la razón, todo esto supone la fe en la bondad profunda de las realidades estudiadas, que son interesantes en si, y la fe en la razón humana, creada a la imagen del verbo divino.
¿Cómo puede influir en la educación de los estudiantes que las universidades sean católicas o no?
Las universidades católicas tienen la ventaja de no excluir inmediatamente las cuestiones fundamentales: el sentido de la vida, la naturaleza del bien, la existencia o no de una transcendencia, por ejemplo aquella de un Dios creador y benévolo. Una universidad plenamente católica hace de estas cuestiones el objeto de una disciplina particular, la teología. Tiene sus métodos, sus reglas, sus tradiciones, sus autores clásicos. Aquí recuerdo una evidencia que se suele olvidar: la teología es, de todas las disciplinas, la más crítica, puesto que comienza por interrogarse sobre la existencia misma de su objeto, conocer a Dios.
Cuando expulsamos la teología de la universidad, como se hizo en Francia a finales del siglo XIX, acaba siendo remplazada más o menos rápido por una ideología. Reconocemos las ideologías en su simplicidad: "es simple, todo se explica, es suficiente con " Ejemplos: hay una clase anticuada por la Historia, hay una raza impura que obstaculiza el progreso, hay dominantes que oprimen a dominados, hay religiones falsas que deforman la religión verdadera, etc. Por lo tanto, sólo nos queda eliminar a los "malvados" y todo irá bien. Ya lo cantábamos en la Revolución francesa: Todo irá bien, cuando cojamos a los "aristócratas".
¿Cree que los estudiantes hoy en día se encuentran correctamente formados para enfrentarse al mercado laboral?
Eso depende mucho del tipo de formación que reciben. Las escuelas puramente profesionales, que no necesariamente formen parte de la universidad, por ejemplo las escuelas de comercio, producen gente competente que encuentra trabajo rápidamente. En otros campos, como en humanidades, hay muchos parados.
Buscar trabajo para los diplomados más jóvenes es algo excelente. Pero temo que la única preocupación de muchas universidades sea aportar al mercado una mano de obra competente más que formar adultos cultivados capaces de cumplir bien su rol como ciudadano.
¿Qué propuestas tiene para mejorar la educación?
Aquí sólo puedo soñar, sin hacerme la mínima ilusión de que se lleve a cabo aquello que propongo. Sueño con una educación liberal, en el sentido más auténtico de este adjetivo. Tampoco, como antiguamente, una educación reservada a los hombres libres, y prohibida a los esclavos, pero apuntando a la libertad de todos los ciudadanos de los Estados modernos. Tampoco la libertad pretendida, aquella de ser esclavo de sus inclinaciones, pero la verdadera liberta, a conocer la elección racional del Bien. Yo sueño con un nuevo enraizamiento en los yacimientos de nuestra cultura: la Biblia y Grecia. Sueño con una iniciación de estudiantes a la belleza: aquella de la naturaleza y aquella que producen las artes, pinturas, música, literatura. ¡Qué ironía escribir esto para una periódico de economía!