
Como en todos los sectores, la desigualdad es una realidad desafortunadamente aceptada por la gran mayoría de la población. El mundo educativo no se queda atrás y, lo que asusta más: empeora con el paso del tiempo. A pesar de que la calidad ha mejorado durante esta última década, la desigualdad de oportunidades en la educación crece entre los alumnos más pobres y más ricos. De hecho, según datos de la UNESCO, más de 260 millones de niños y adolescentes no tienen la oportunidad de entrar en la escuela, mientras que 617 millones de adolescentes no saben ni leer ni entender las matemáticas básicas. Estos datos se publicaron con motivo de la celebración del Día Internacional de la Educación, además de hacer un especial énfasis en que la educación es un derecho humano, un bien público y una responsabilidad pública a la que hay que poner una solución urgente.
Concretamente en España, la situación se ha vuelto bastante crítica con el paso de los años. Según el último informe sobre educación del Observatorio Social de "La Caixa", el peso de esta problemática recae sobre los altos niveles de abandono escolar, el elevado peso del origen socioeconómico en los resultados académicos y el alto nivel de segregación por origen social. La situación de España como segundo país con la brecha más amplia en la repetición entre alumnos con mayor y menor capital socioeconómico, tampoco ayuda a que la situación sea más igualitaria. Solo está precedida por Eslovaquia, donde los más desfavorecidos repiten 4,3 veces más.
Por este motivo, las diferencias aumentan la probabilidad de abandono escolar de los estudiantes más pobres. Son muchos los profesionales que afirman que la repetición no ayuda al alumno, al contrario, lo desmotiva y puede llevarlo al fracaso escolar.
Las desigualdades han aumentado con el paso de los años en España. En este sentido, en el año 2003, el porcentaje de alumnos que repitió curso de origen socioeconómico bajo era de 40,9 puntos. En 2015, último dato del que se tiene acceso, aumentó hasta el 49,9%. No obstante, en las clases de origen medio creció, pero del 31,1 al 32,4; y en las familias con mayor poder económico sólo aumentó unas décimas: del 15,1 al 15,5.
Las diferencias entre las comunidades autónomas también son perfectamente visibles. En Asturias, Aragón o la Comunidad Valenciana la brecha es todavía mayor; allí los estudiantes con menos recursos repiten hasta seis veces más. Sobre las políticas para revertir esa tendencia, Cataluña es una de las regiones en las que más ha descendido: del 21% al 16% desde el 2015. En cabeza están Ceuta (49,1%), Melilla (45,6%) y Canarias (35,6%).
Cohesión social
Por su parte, el nivel de segregación en las aulas por origen social también aumentó unas décimas. Según el informe, el nivel de segregación en las aulas aumentó del 23,1% en 2006 al 23,8% en 2015. Este hecho ha supuesto un importante freno para que la escuela tenga un papel relevante en la cohesión social, del que los autores del informe quisieron hacer eco. Con el objetivo de analizar estos datos, se utilizó un índice que se basa en identificar a los alumnos que tendrían que cambiar de centro escolar en el caso de que no existiera segregación. Los resultados son impactantes: uno de cada cinco alumnos de origen socioeconómico bajo y uno de cada cuatro de origen alto deberían cambiar de centro para que esto se cumpliera. Además, en esta situación, el número de personas que no consigue tener un nivel educativo superior al de sus padres tampoco dan mejores resultados. Los niveles de persistencia intergeneracional en España son de una cada dos personas, por debajo de la media europea.
Los resultados del informe afirman que el origen social también tiene consecuencias directas en el aprendizaje y en las competencias, especialmente, en matemáticas y comprensión lectora. La situación es tal que en 2015 el porcentaje de personas que no alcanzaban competencias suficientes en ambos ámbitos era tres veces mayor entre el alumnado de origen social bajo y el alto. Además, los hijos de las familias menos favorecidas tienen que hacer frente a mayores obstáculos que los de las familias acomodadas: menos recursos y una escolarización en centros muy estigmatizados.
Gasto de España
Este país continúa siendo una de las regiones que menos gasta en educación en relación a su PIB comparado con la media europea. Según los datos, solo hay siete países europeos que gasten menos que España. En gasto por alumno sobre el PIB, este país también se coloca por debajo de la media, con un 10% menos de gasto. En palabras del informe: "un sistema educativo inclusivo no debería exigir un abultado gasto privado". Para analizar esto, midieron el porcentaje de personas que viven en familias con menores de 25 años en las que el gasto privado en educación supera el 10% del gasto familiar total. Los resultados revelaron que en el año 2006, un 2,4% de la población se encontraba en este grupo y que, desde entonces, esta cifra se ha doblado. Además, el peso de los gastos privados en educación no es el mismo en las familias, sino que varía dependiendo de la renta.
No obstante, parece que la situación política puede hacer mella en la educación del país, ya que el nuevo Gobierno tiene pensado introducir el gasto más ambicioso en inversión en educación, ya que quiere elevarlo hasta el 5% del PIB al final de la legislatura. Esto requerrirá una inversión de más de 15.000 millones de euros extra al año en 2023, lo que también exige ciertos acuerdos con las comunidades.