Divisas

La tela de araña del yuan con el dólar

China ha ampliado el perímetro de subida de su moneda después de mantenerla estable desde finales de 2008. Aunque el mercado ha acogido el gesto con optimismo, no se termina de fiar de las intenciones de las autoridades ni de cuál es el valor real de la divisa.

¿Cuánto vale un yuan? Nadie lo sabe. La decisión del Banco Popular de China (BPCh) de ir flexibilizando poco a poco el tipo de cambio del renminbi o yuan, la divisa del gigante asiático, después de 23 meses anclado ha desenterrado el debate. Unos creen que el movimiento de Pekín fue un golpe de efecto justo antes del G20. Una "tomadura de pelo", aseguró Paul Krugman. Otros, como He Yifeng, de Honyuan Securities, consideran que "el banco central quería calmar las aguas, aunque la apreciación será modesta". No más del 3 ó el 4 por ciento, concluye. Analistas Financieros Internacionales mantiene su recomendación de cubrir los pagos denominados en divisas asiáticas que vayan a tener lugar en los próximos meses. Pero al margen de las valoraciones, lo que se ha puesto de manifiesto es que cuesta tener una foto clara del yuan, saber si está o no devaluado.

Estos recelos responden, en parte, a que los inversores y los observadores internacionales están acostumbrados a los brindis al sol de Pekín con su divisa. Hace cinco años, los mercados festejaron que las autoridades del gigante asiático acabaran con la vinculación mantenida por el yuan contra el dólar desde mediados de los 90, por la cual primero se cambió a 8,27 unidades durante una década. Sin embargo, y tras una revalorización del 16 por ciento hasta finales de 2008, el BPCh detuvo la apreciación en los 6,83 yuanes para defender al país de la crisis. Y ahí ha seguido hasta que, el pasado fin de semana, le dio permiso para subir, algo que le ha llevado hasta los 6,77 yuanes por dólar.

Artificialmente bajo

¿Es justo este cambio? No existe un mecanismo que permita medir el valor exacto de una divisa ni tampoco los mercados perfectos. En el caso de China, el análisis es aún más peliagudo por el desarrollo de su economía y por el control gubernamental. Voces como las del Instituto Peterson de Economía Internacional aseguran que el yuan podría estar devaluado hasta un 41 por ciento. Para otros la distorsión no es tan pronunciada. "Más allá del tema del tipo de cambio nominal, el desequilibrio se debe a razones estructurales de su economía doméstica", explica Wang Tao, economista jefe de UBS Securities.

Para Wang Tao, el yuan se encuentra artificialmente bajo porque la paridad de poder adquisitivo entre China y Estados Unidos es, al menos, dos veces mayor que la que marca el tipo de cambio nominal. Salvo alguna voz discrepante, casi todos los analistas piensan que el yuan está infravalorado, incluidos los propios chinos. Otra cosa es cuánto o si la corrección del tipo de cambio supondrá la corrección del saldo exterior chino. La situación del yuan es similar a una tela de araña tejida desde Zhong Nan Hai, cuartel general del gobierno chino.

Ahora bien, la imagen de China como banquero de EEUU es falsa, asegura Michael Pettis, profesor de Finanzas en la Renmin University de Pekín. Los chinos no compran dólares porque les apetezca, sino que están obligados a ello si quieren que el tipo de cambio se mantenga, mientras el resto del sistema de pagos internacional sea excedentario en dólares. Si el BPCh no comprara dólares, el billete verde caería y el yuan se apreciaría.

Política monetaria contractiva

China no quiere que su oferta monetaria crezca. Cuando el banco central ve que sus reservas empiezan a crecer, esteriliza. Es decir, obliga a los bancos comerciales a tener unos coeficientes de reservas ingentes. En 2002, este coeficiente era del 6 por ciento. Pero hoy, después de tres aumentos consecutivos en lo que va de año, está entre el 16 y el 17 por ciento. "Se está retirando dinero de la circulación. Por una parte el banco central le da yuanes a las entidades para comprar sus reservas, pero automáticamente se los quita subiendo el coeficiente de caja. Y como eso sólo no basta, emite deuda que obliga a comprar a los bancos", explica un analista.

Muchas reglas que funcionan en el resto de mercados no se cumplen en China. Por ejemplo, no funciona la presión de los tipos de interés. El año pasado, los bancos recibieron la orden de prestar un 30 por ciento más. Y así se hizo. No porque bajaran los tipos, sino por designio oficial. En 2008, un 26 por ciento de los recursos de los bancos estaban inmovilizados en el banco central. Una política que sólo puede financiarse mientras las entidades financieras reciban poco dinero por ello. Es decir, mientras el tipo de interés doméstico del yuan sea inferior al de los bonos americanos. Quienes se benefician de ese tipo de cambio imbatible son los sectores exportadores, pero siempre a cargo del contribuyente, comenta Pettis.

Factores productivos baratos

Pekín es consciente de que su modelo es insostenible. El crecimiento de China se basa en una liberalización asimétrica: la libertad en determinados mercados de bienes y la distorsión en los mercados de factores y recursos. La tierra, el trabajo, la energía y el capital son excesivamente baratos.

Si se aprecia el yuan, se estará transfiriendo poder adquisitivo a las familias. Y dejará de necesitarse la esterilización. Las cosas están cambiando poco a poco (subidas salariales, presión para aumentar los tipos de interés, flexibilización del yuan, aunque sea por cuenta corriente), pero cambiar de modelo no es gratis. "El Partido Comunista ejerce su poder, entre otras cosas, a través de un entramado de empresas públicas, incluidos los bancos. ¿Van a querer renunciar a eso? Es complicado", apunta una fuente diplomática europea en Pekín.

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