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Dudamos de un cambio de rumbo sin alzas más agresivas de los tipos de interés
Parece que la economía japonesa se quiere despertar. La tasa de crecimiento del PIB nipón sorprendió al conocerse anoche su fortaleza en los últimos meses de 2006. Subió un 1,2% en tasa trimestral frente a una previsión del 0,9%. La tasa interanual alcanzó casi el 5% (4,8%), su nivel más alto de los tres últimos años. Aún más importante para el mercado, el consumo personal, el flanco débil de la recuperación hasta ahora, subió un 1,1% tras la caída registrada en el trimestre anterior.
¿Dónde dejan al yen estos datos? Pues poco más que una ligera apreciación, pese a la reactivación de las expectativas de subida de los tipos la semana que viene. El yen mejoró frente al dólar hasta los 119,79 desde un mínimo de 120,80. Cerró la sesión en los 120 o un 0,6% por debajo del cierre anterior. Esta falta de euforia traduce perfectamente la complejidad de la situación actual. La firmeza de la demanda interna es un dato que el banco central no puede ignorar. Pero tampoco puede ignorar el hecho de que la subida de fin de año no hizo nada más que cancelar la caída anterior. Es decir, el consumo privado no creció en los 6 últimos meses, una debilidad todavía preocupante para el banco central.
Es probable que, a corto plazo, los datos de PIB reactiven las expectativas de subidas de tipos y favorezcan aún más a la divisa. Pero, más allá de los datos económicos y de una posible subida de los tipos, dudamos de que se pueda restaurar una visión alcista sin una modificación profunda de la actitud del propio banco central. Sabemos que una razón de la debilidad de la divisa está en lo que el mercado percibe como una debilidad del banco central: o defiende la moneda –lo que implica unas subidas de tipos de interés perjudiciales para la confianza de las familias y la recuperación de la demanda interna –, o defiende la economía –lo que implica una política monetaria perjudicial para la divisa –. Y al mercado de divisas nunca le ha gustado la falta de firmeza de un banco central.
Por lo tanto, revitalizar el yen no pasa sólo por consolidar la recuperación sino por el fin del exceso de gradualismo de las autoridades monetarias; por adoptar un discurso más ofensivo y más optimista sobre la divisa; y, finalmente, por sustituir una lógica de la debilidad por una lógica de la firmeza. Algo que sabe hacer a la perfección Jean-Claude Trichet en Europa. Pero el Banco de Japón no tiene el mismo espacio político y lucha contra vientos potentes de proa dada la fuerza de los intereses bajistas en el yen.