El gasto medio de las familias españolas en compras en los supermercados es, según la OCU, de 415,5 euros al mes, uno de los dispendios más importantes y sobre todo imprescindibles en los hogares.
Existen multitud de recopilaciones de descuentos y pequeños consejos para ahorrar a la hora de coger el carro de la compra, sin embargo, el ahorro más importante puede estar antes de coger el carro.
Se trata, simplemente, de hacer al compra después de haber comido. O dicho de otra forma, sin hambre.
Hacer la compra con el estómago llego puede ahorrarnos la mitad del importe
Las investigaciones indican que si vas al supermercado con hambre, es más probable comprar más.
Los compradores más hambrientos pueden gastar hasta un 64% más en sus compras, incluyendo artículos no alimentarios, que los que van a la tienda con el estómago lleno, según un análisis de varios estudios publicado en 2015 por un equipo de investigadores de la Universidad de Minnesota y la Universidad del Sur de California.
En el estudio se hicieron varias pruebas con personas de distintas clases, dietas y gustos. La conclusión fue la misma en todos ellos. En otras palabras, los investigadores sostienen que la motivación de base biológica -el deseo de comer- puede afectar a comportamientos aparentemente no relacionados. Así, cuando un comprador hambriento se ve tentado por cosas que comprar, el mensaje interno de "quiero comida" se convierte simplemente en "quiero".
Esta conclusión se desprende de los resultados también de otros cinco estudios de investigación realizados por Schwarz, Xu y Wyer, que descubrieron que el hambre parece aumentar la probabilidad de que las personas adquieran cosas que les llaman la atención, y ese algo puede ser prácticamente cualquier cosa, desde artículos de papelería hasta televisores.
En dos de los estudios, se pidió a los participantes que evaluaran clips de una conocida empresa de suministros de oficina y se les dijo que podían llevarse a casa todos los que quisieran.
En el primer estudio, se preguntó a 89 estudiantes universitarios cuánta hambre sentían. En el segundo, los investigadores controlaron el hambre de 63 estudiantes universitarios pidiéndoles que participaran en una cata de una tarta antes de pedirles que evaluaran los clips para carpetas.
El resultado: los estudiantes hambrientos tomaron un 50% más de clips que los que comieron la tarta o dijeron sentirse llenos.
En otro estudio, los investigadores abordaron a 81 clientes cuando salían de unos grandes almacenes. Con el permiso de los compradores, los investigadores escanearon sus tickets y les pidieron que rellenaran un cuestionario que incluía una pregunta sobre el hambre que sentían.
Los resultados mostraron que los compradores que declararon tener hambre habían gastado un 64% más de dinero y habían comprado más artículos no alimentarios que los clientes menos hambrientos de la tienda. Y esto es así incluso después de tener en cuenta factores como el estado de ánimo y el tiempo de permanencia en la tienda.