Al frente de la Asociación de la Industria Fotovoltaica, Javier Anta ha visto el boom de un sector que ahora se enfrenta a numerosos retos si quiere sobrevivir. La incertidumbre sobre qué pasará a partir del 28 de septiembre, cuando se cierra el paraguas que por ahora asegura las primas a la industria, y la próxima Ley de Renovables que prepara el Gobierno, ocupan ahora su tiempo.
¿En qué punto se encuentran las negociaciones con el Gobierno para definir el marco legal a partir de septiembre?
El Gobierno nos ha fijado unas condiciones muy estrictas para diseñar un marco estable a largo plazo. Esto nos ha obligado a modificar algunos planteamientos, como la necesidad de cupos, y estamos trabajando para suavizar otros. Confiamos en que la actitud abierta de la negociación nos permita alcanzar un acuerdo rápidamente. Aunque va a ser prácticamente imposible tener la nueva norma aprobada antes de octubre, la CNE tendría que recibir un borrador para tomar decisiones antes de las vacaciones.
¿Qué espera de la Ley de Renovables prevista por el Gobierno?
Es algo necesario. No sólo por la solidez que adquirirían con ello las renovables, sino porque es una señal muy clara al mercado para potenciar la inversión y alcanzar los objetivos europeos de 2020. Muchos de los países de nuestro entorno ya tienen su propia Ley de Renovables y a los actores internacionales les extraña que España sea un líder mundial sin tener una. Somos el país del sol, y eso se debe notar en la Ley.
¿Cuál sería el límite hasta el que se podrían reducir las primas?
Depende de varios factores: tipos de interés, calidad de los equipos, tipología de las plantas, tecnología… Hay casos en los que una rebaja del 10 por ciento es ajustada, y hay casos que pueden asumir casi el 30 por ciento. De todos modos, el sistema que proponemos, con descensos anuales de un 2 a un 10 por ciento, resta importancia a la rebaja inicial de la tarifa.
Han hablado de un objetivo de 20.000 megavatios de potencia para 2020, ¿realmente es viable este horizonte en España?
Hay bastantes actores que nos consideran muy poco ambiciosos. De hecho, supone crecer un 20 por ciento anual a partir de unos 500 negavatios en 2009, que es la mitad de los 1.000 megavatios que se pueden instalar este 2008 y que, lógicamente, asume un fuerte ajuste para el sector. Con un escenario como el actual, con un descenso de costes tan acusado como el de la fotovoltaica, nuestra propuesta de crecimiento es de mínimos.
¿Qué superficie sería necesaria para alcanzar esa potencia?
Un 0,0001 por ciento. Es rotundamente falso que el espacio sea un problema: para cubrir toda la demanda energética del país con la tecnología actual basta el 1,1 por ciento de la superficie española.
¿Qué papel real podría llegar a jugar la fotovoltaica en el objetivo del 2020 europeo?
Con seguridad, antes de 2020 la fotovoltaica será rentable en buena parte de Europa sin ayudas, porque será más barato instalar un panel en el tejado y autoabastecerse que comprarla a la red. Con este escenario, la fotovoltaica puede ser la fuente de energía prioritaria de los europeos en esa fecha.
La especulación ha perjudicado mucho al sector, ¿cuál es la solución para atajarla?
Reducir la retribución es la primera de las medidas para evitar márgenes que admitan la especulación, pero hay otras, como los avales -que, lamentablemente, se aplicaron tarde- o la prohibición de transferir derechos de acceso a las redes u otro tipo de permisos antes de que se haya completado la tramitación de los proyectos.