Deporte y Negocio

Historia de un delito prescrito: así perdió su equipo la afición del Atlético de Madrid

  • En 1992 Jesús Gil, ayudado por Enrique Cerezo, se hizo con su 95%...sin pagar
  • La Justicia advirtió de la ilegalidad del proceso una vez ya prescrito el delito
  • Los hinchas pasaron de puntillas; los medios de comunicación se pusieron la venda
Jesús Gil y Enrique Cerezo. Imagen: Cordon Press.

En 1992, todos los clubes de Primera y Segunda protagonizaron una carrera contrarreloj para adaptarse a los requerimientos de la nueva Ley del Deporte, que obligaba a la conversión en sociedad anónima deportiva a los equipos de esas categorías, y a los de la ACB de baloncesto, que tuviesen pérdidas.

Solo Barcelona, Real Madrid, Athletic y Osasuna se salvaron de la quema. El Atlético fue de los que más sufrió para conseguirlo, ya que necesitó el último día para reunir los 2.060 millones de pesetas necesarios para cumplir con el capital social.

Jesús Gil, su presidente desde 1987, junto a Enrique Cerezo (su vicepresidente por aquel entonces), los conseguía a última hora con el soporte de Dorna, propiedad de Banesto. Dos préstamos al Atlético de 1.300 y 650 millones de pesetas mediante el Banco de Vitoria y Credit Lyonnais que evitaron el descenso del club a Segunda B y con los que Gil se convertía en el máximo accionista del equipo. A los pocos días de que la conversión fuese efectiva, el dirigente pedía por carta la devolución del dinero mediante el ingreso en la cuenta de la entidad a una cuenta personal, y después a los bancos que habían prestado estas cantidades. A continuación, y gracias a un acuerdo privado, Gil adquiría las acciones de Cerezo (aunque ese mismo noviembre le vendería un 9,46%) para quedarse con el 95% del Atlético...sin pagar nada.

Tuvieron que pasar siete años para que la trama llegase a los tribunales, bajo el sobrenombre de 'caso Atlético'. En 1999, la Fiscalía Anticorrupción presentó una querella que, a la postre, significaría la intervención judicial del Atlético, que duró hasta 2004, año en que la Audiencia Nacional dejó constancia de un delito de estafa y otro de apropiación indebida por parte de Jesús Gil, con Enrique Cerezo como cooperador necesario y Miguel Ángel Gil, director general en ese momento, también partícipe de un delito de estafa por simulación de contrato.

El Tribunal Supremo, sin embargo, declaraba prescrita la apropiación indebida (la querella fue presentada dos años más tarde de la prescripción), por lo que ni Cerezo ni Gil Marín, con Gil ya muerto, tuvieron que devolver las 236.056 acciones en su poder. Aquí puede leer la sentencia.

Eso sí, el laudo recogía los hechos probados por la Audencia Nacional (que Gil "estaba decidido a hacer suyo el club", deudas reconocidas con el presidente y no reflejadas en la contabilidad, una deliberada confusión de su patrimonio con el de la entidad...) y una frase que dejaba claro lo sucedido a finales de junio de 1992: "Hubo delito de apropiación, cuestión diferente es que esté prescrito". Lo mismo daba, ya que la realidad era intocable: los socios del Atlético de Madrid confirmaban en los tribunales la pérdida de su equipo.

Una grada pasiva

Un año después, el club trataba de tener un guiño hacia sus hinchas abonados, a los que le ofreció la simbólica cifra de una acción con el objetivo de hacerles partícipes de la marcha de la entidad. En caso de no querer la acción, los abonados podrían conseguir un descuento del valor de la participación en el abono anual, 8,5 euros. Miguel Ángel Gil Marín aseguró en 2009 que menos de la mitad de los abonados habían aceptado la recepción de la acción.

Este ejemplo resume la actitud de la grada del Atlético respecto a sus propietarios. Una relación que ha tenido sus altibajos y que, por lo general, ha fluctuado en función de los resultados deportivos, lo que confirma que, en la actualidad, y al margen de acciones puntuales del fondo sur (zona que sigue poblando, mayoritariamente, el Fondo Atlético, aunque sin pancarta), es relativamente tranquila. La etapa del 'Cholo' Simeone, y no solo en lo futbolístico, le ha salido rentable a la dirigencia colchonera.

Una etapa en la que, por cierto, se han producido dos ampliaciones de capital en el accionariado para las entradas del grupo Wanda (de Wang Jianlin) y Quantum Pacific (de Idan Ofer), que en 2017 le compró sus acciones al conglomerado chino.

Solo la asociación Señales de Humo ha mantenido ciertos pulsos con la directiva atlética. Este grupo de oposición al 'gilismo' ha sido especialmente crítico con la labor de la entidad en la conversión en sociedad anónima deportiva o en el traslado de estadio, del Vicente Calderón al Wanda Metropolitano.

Los medios se pusieron la venda

Figura eternamente polémica, Gil fue un habitual de los programas televisivos y tertulias radiofónicas durante la década de los 90, pero contra todo pronóstico, su adquisición del 95% de las acciones del Atlético ha quedado sutilmente en el olvido. El dedo, en este caso, debe señalar a los medios de comunicación, culpables.

Lo confirma el periodista Iván Castelló, autor de 'Salvaje', una biografía pormenorizada de Jesús Gil: "No tiene una explicación lógica que la prensa haya mirado a otro lado con Gil, sobre todo con los casos relacionados con el Atlético. Es imposible suponer que si eso hubiese pasado con Real Madrid y Barcelona no hubiese salido".

Para Castelló, la imagen de Gil labrada por los medios fue el inicio de un paso de puntillas por el caso Atlético: "Gil se aprovechó de la imagen divertida que creó de él la prensa. Se rebajó su imagen a una persona entrañable y eso los desnudó". Y avisa: "Esto también se hace en la actualidad".

Castelló también incide en la estampa de Gil, un ejemplar casi único de la justicia española, ya que es una de las pocas personas (no llegan a la decena) que tiene dos indultos: uno del franquismo, en 1971, por la tragedia de Los Ángeles de San Rafael en la que murieron 58 personas por negligencia en la construcción de un salón de eventos y otro del socialismo, en 1994, por una estafa.

Medidas de gracia que fueron claves en su carrera: "Sin el primer indulto no habría sido lo que fue; con el otro, pudo presentarse a las elecciones para ser alcalde". Perdones que le permitieron llegar al Atlético y mantenerse en él tras una maniobra por la que se lo arrebató a sus aficionados.

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