
Los años 90 pasaron, y con ellos, quedaron atrás las melenas rubias oxigenadas, los enormes pechos de silicona y las curvas esculpidas a base de bisturí. Al menos, en lo referente a la industria de la pornografía.
Como todo es renovarse o morir, la tendencia muerta coincidió con el momento de saludar un nuevo objeto de deseo en la pantalla, a las chicas naturales, con menos curvas y sin piercings ni tatuajes. Y de esta nueva ola brotó Amarna Miller, una española de 25 años que es toda una estrella del porno y que, además, ha roto todos los clichés que envuelven a los trabajadores del género.
Marina, que es su nombre real, ha dinamitado el concepto de chica con pocas luces que vive de su cuerpo. Al contrario, ella reivindica que se trata de una elección y que la capacidad intelectual no está ligada de modo inversamente proporcional al valor del cuerpo. Esta joven ha logrado aunar la intelectualidad más pura con uno de los oficios más denostados y tachados de superficiales y machistas, el negocio del porno.
Licenciada y con sobresaliente
En una entrevista realizada en la Cadena Ser, Amarna se descubre como una amante de la historia y las antigüedades (su nombre artístico alude a la ciudad del faraón Akenatón) y como una mujer reivindicativa dispuesta a romper los clichés falsos sobre la pornografía. "Yo estoy en el porno porque me gusta, en el porno encontré algo que me llenaba a muchos niveles", asegura.
Marina es licenciada en Bellas Artes, y cursó sus estudios mientras trabajaba ya en la industria pornográfica sin que ninguno de sus compañeros se enterase. Su proyecto final de carrera versó, cómo no, sobre la evolución del género de la pornografía en España, y era tan teórico, que sus profesores la obligaron a presentar un proyecto más pegado a la manifestación artística y más alejado de la historia pura y dura. Al final, realizó un vídeo porno que fue premiado con un 9,5 en su nota final.
Inteligencia cuestionada
Es consciente de que su inteligencia siempre será cuestionada por su oficio. "Siendo actriz porno, siempre existe el prejuicio de que seas inculta y de que no sepas nada. Y cuando demuestras que no es así, piensan que tienes un equipo detrás que te dicen todo lo que tienes que decir y que eres un personaje creado. Ya no me importa", concluye.
Además de actriz porno por elección propia es empresaria. Su decepción con el modo en el que se hacían películas de este género en España la condujo a crear su propia productora, Omnia, para realizar sus propias películas. Entre sus últimos proyectos, cuenta la publicación de un libro con texto y fotografías, Manual de psiconáutica. Amarna tiene claro que, sin el marketing y las herramientas de promoción, su producto no sería nada y refuerza su faceta de empresaria por encima del de actriz porno como clave de su éxito.
Para los más morbosos, esta licenciada en Bellas Artes revela que su líbido es una fiesta por la mañana, mientras que el cansancio le quita las ganas de amor por la noche.
Siendo una persona de formación académica, suelen cuestionarle por el machismo intrínseco en el mundo del porno, pero ella ofrece otra visión. Asegura que son los hombres los "cosificados" en la industria, los que menos cobran y los que es corriente ni ver por completo en cada plano: "Me sigue llamando la atención que, en las pelis, le cortan la cabeza a los chicos, no se sabe ni qué actor es, lo que supone un gran ejemplo de cosificación". "Siempre oímos que el porno es machista, pero también existe un sector muy grande con una visión feminista", continúa.
Amarna es muy consciente de la represión sexual a la que está sometida la mujer y lucha por poner coto a la estigmatización por el disfrute del cuerpo en el caso del género femenino. "Nos movemos alrededor del concepto de 'madre o puta'. O no existe una sexualidad alrededor de tu persona o es tan extrema que se percibe de modo negativo", protesta.