Ciencia

La ciencia del amor: el experimento que demuestra cómo enamorarse de cualquiera (en 45 minutos)

Ethan Hawke y Julie Delpy en el filme 'Antes de amanecer', de Richard Linklater.

¿Es el amor un suceso mágico e inabordable racionalmente? Así nos lo han hecho creer durante años el cine, la literatura, la publicidad, ciertas interpretaciones de la historia y hasta las cadenas de supermercados. El mito más universal y humano, lo es, principalmente, porque siempre va ligado al misterio de sus motivaciones. ¿Cómo surge ese vínculo entre dos personas? ¿Por qué se elige a una persona y no a otra? ¿Sobre qué eje se articulan las leyes de la atracción?

Desde los años 50, cuando desde EEUU comenzaron a desarrollarse los principales estudios de psicología centrados en las relaciones íntimas entre las personas -sexuales, de género o cualquier otra interacción personal-, la ciencia trató de dar una respuesta objetiva a estas cuestiones que solo habían sido descritas -eso sí, con inigualable encanto- por otras disciplinas, más ligadas a las artes.

La buscada fórmula matemática del amor, sin embargo, no ha logrado ser desenmascarada desde entonces, aunque existen experimentos como el del psicólogo estadounidense Arthur Aron, quien halló un método para crear artificialmente sensación de intimidad entre dos personas, que ha ofrecido resultados sorprendentes.

El experimento de Aron, descrito minuciosamente en el artículo "The Experimental Generation of Interpersonal Closeness: A Procedure and Some Preliminary Findings" ("Generación experimental de intimidad interpersonal: procedimiento y hallazgos preliminares") demuestra que es posible generar una situación íntima entre dos perfectos desconocidos sin que tengan peso relevante factores como la afinidad o las expectativas de gustar al otro.

Un cuestionario de 36 preguntas

La magia surge a través de un cuestionario de 36 preguntas ordenadas en tres apartados, que han de ser contestadas alternativamente por los dos individuos utilizando 15 minutos por cada categoría. Al final del experimento, casi todas las parejas continuaron hablando y aseguraron sentir más intimidad con el desconocido al que fueron vinculados que con personas de su entorno a las que conocían desde hacía años.

Y no sólo eso. Una de las primeras parejas sobre las que el profesor Arthur Aron aplicó su método acabó enamorada y casándose, y, al menos hasta 2010, continuaba unida, como confirmó el propio investigador en una entrevista con el medio británico Wired. "Utilizamos este método con parejas de personas de distinta raza o distinto grupo social, con importantes efectos: no sólo se creó intimidad entre ellas, sino que se crearon actitudes más positivas hacia estos distintos grupos en general", ha explicado Aron.

Enamorarse o provocar el surgimiento de una relación sentimental entre las parejas que accedían a realizar el experimento no era el principal objetivo del equipo de investigación liderado por el psicólogo, pero sí la generación de intimidad entre dos desconocidos en un tiempo récord. Y sobre esa base de intimidad, las opciones más surrealistas aparecían sobre la mesa como por arte de magia.

"¿Tienes una corazonada acerca de como vas a morir?"

La batería de 36 cuestiones resulta clave. Divididas en tres bloques, Aron ha incidido en que el método se basa no solo en provocar que dos personas se abran al otro con sinceridad, sino en que esto se produzca en un 'in crescendo' de revelaciones íntimas y muy personales desde la primera pregunta hasta la última. Así, en el primer bloque, aparecen interrogantes como "¿cuándo fue la última vez que cantaste a solas?" o "¿tienes una corazonada secreta acerca de cómo vas a morir?". En el segundo se adentra en temas de mayor trascendencia personal como "¿cuál es el mayor logro que has conseguido en tu vida?" o "¿cuál es tu recuerdo más doloroso?".

En el tercero y último, crece el vínculo íntimo en la pareja al tener que revelar al otro "algo que ya te guste de él" o explicar la muerte del miembro de tu familia que más dolor te causaría. La cuestión última, la número 36, pide a los dos individuos compartir un problema personal que les preocupe y preguntar al otro cómo lo solucionaría en su lugar.

¿Y por qué un estudio psicológico de finales de los 90 vuelve a estar de actualidad en pleno 2015? Una escritora ha comprobado la vigencia del cuestionario de 36 preguntas de Aron prestándose ella misma a realizar el experimento este año, para posteriormente describir la experiencia en The New York Times.

El experimento personal de Mandy Len Catron

Mandy Len Catron explica que se tomó la licencia de emparejarse no con un completo desconocido, sino con alguien de su entorno social con el que no compartía relación alguna; y sustituyó el laboratorio de investigación de Aron por un bar corriente. El resultado dio la razón al trabajo del investigador: no solo la pareja creó intimidad y confianza gracias a la sinceridad provocada por las preguntas, sino que sentó la base de su posterior enamoramiento.

Así lo describió la propia Mandy: "Aunque es difícil darle todo el mérito al estudio (podría haber ocurrido de todas formas), las preguntas nos ofrecieron un camino hacia una relación que sentimos como voluntario y deliberado (...) El amor no nos ocurrió. Estamos enamorados porque tomamos la decisión de estarlo".

La base de este estudio y la propia experiencia en la actualidad relatada por la escritora han hecho emerger una nueva idea: si podemos crear intimidad con cualquiera, siguiendo este método (conclusión principal de la investigación de Arthur Aron), ¿podemos enamorarnos de cualquiera? ¿El amor implica una acción, una decisión, y no el suceso mágico y ligado a las estrellas que ha idealizado la sociedad occidental?

En una entrevista publicada en el diario El País, el propio investigador admite que no se puede afirmar esto con absoluta certeza: " Nuestra imagen idealizada del amor sugiere que es más bien algo que nos ocurre, pero eso no quiere decir que no podamos elegirlo. Por ejemplo, hay matrimonios concertados que explican que han desarrollado un unos sentimientos muy románticos. Se trata de parejas en las que ha habido cierto margen de elección antes de la boda, además de encuentros previos, y eso podría apuntar que hay alguna capacidad de decisión a la hora de enamorarse. Es una idea interesante, pero difícil de probar".

Por si las moscas, acérquense con prudencia a las famosas 36 preguntas. El riesgo de flechazo está servido.

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