Cataluña

Vivir hoy en Cataluña

Juan Carlos Giménez-Salinas. Luis Moreno

La enorme tensión vivida en Cataluña hace algo más de un año ha disminuido en gran medida. En aquel entonces, la gente se encontraba tensionada, temerosa, casi diría que atemorizada por su futuro inmediato.

Hoy, a pesar de que los medios de comunicación públicos catalanes machacan todo el día con noticias y comentarios sobre el juicio a los políticos responsables de aquel desaguisado, no consiguen que la mayoría de la gente se interese por el tema.

Hace un año, el independentismo desunió familias y destruyó amistades, hoy a penas levanta interés o pasión en la mayoría de las personas. Es un asunto del que se habló tanto y durante tanto tiempo, y que provocó sentimientos encontrados, así como disgustos e inquietudes, que hoy, muchos ciudadanos desean olvidarlo.

Se sigue hablando de él en los medios, se comentan las declaraciones de los testigos a lo largo del juicio, pero no se consigue que se convierta en primera noticia para el ciudadano de a pie.

Por otra parte, se han despejado algunas dudas sembradas desde el gobierno catalán, la independencia de quienes intervienen en el juicio, la cultura democrática de España, el nulo interés en internacionalizar este problema por parte de nadie que no sea un político independentista catalán.

El desinterés, además, viene dado por el convencimiento de la imposibilidad de conseguir el objetivo, la independencia de Cataluña. Y por la gran duda sobre si alcanzar este objetivo sea bueno para los catalanes.

El gobierno catalán, con Quim Torra al frente, ha evidenciado la poca eficacia y el poco interés y profesionalidad para resolver los problemas del día a día de nuestra comunidad y la ciudadanía percibe la inexistencia de un Parlament que no discute ni aprueba ley relevante alguna, ajeno a toda cuestión que no sea la cuestión catalana.

Lo que le ha ocurrido a cualquier sociedad, hoy se empieza a entrever en la catalana, el huir de cualquier líder carismático que pretenda conducir a un pueblo hacía nirvanas soñados, y que a la hora de la verdad solamente les conduce a ensoñaciones peregrinas de las que huyen cuando despiertan.

Cataluña ve ahora en riesgo mantenerse como la primera potencia económica de España, y tampoco es ya el mismo destino deseado y admirado por los turistas españoles. Veremos qué ocurre dentro de diez años, cuando se pueda apreciar el resultado de las acciones que emprendimos y las renuncias a las que hicimos frente en aras de un sueño peregrino.

Pero la realidad es que hoy en Cataluña la convivencia es más llevadera y la sociedad no secunda en masa huelgas ni manifestaciones que se advierte que no conducen a nada, y que solamente intentan mantenerlas los políticos temerosos de la evidencia de su clamoroso fracaso.

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