
El Rey Felipe VI está presente ayer y hoy en Barcelona para apoyar un año más la celebración del Mobile World Congress (MWC), el mayor evento ferial de la ciudad, que en esta edición prevé atraer a más de 107.000 asistentes de más de 200 países y generar un impacto económico de 473 millones de euros, en línea con las magnitudes de 2018.
El Monarca presidió anoche la cena de bienvenida al congreso previa al inicio del evento, que tiene lugar desde este lunes hasta el jueves. Lo hizo en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (Mnac), donde los discursos institucionales tuvieron un marcado trasfondo político.
Felipe VI afirmó que España es uno de los 20 países que están reconocidos internacionalmente como una "democracia plena", y que la Constitución ha representado un "éxito político sin precedentes" fruto del consenso hace 40 años.
Antes, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, defendió ante el Monarca los valores republicanos de libertad, igualdad, y fraternidad, mientras que el presidente de la Generalitat, Quim Torra, hizo referencia a los derechos humanos y a la ausencia de Carles Puigdemont y su gobierno, cuyos consellers están actualmente procesados o huídos al extranjero.
Menciones políticas aparte, la relevancia económica del MWC se plasmó en los asistentes a la cena, entre los que se encontraron empresarios nacionales e internacionales, además de representantes institucionales de las administraciones locales, autonómica y estatal, como Colau, Torra, y la ministra de Economía, Nadia Calviño.
También asistieron el ministro de Ciencia, Pedro Duque, y la ministra de Política Territorial, Meritxell Batet. Ni Torra ni Colau participaron en el besamanos a Felipe VI, aunque le saludaron después.
Ambos ya habían utilizado esta fórmula anteriormente. Y es que ni el consistorio ni el Govern quieren hacer un feo a los organizadores de un congreso que desde su desembarco en Barcelona en 2006 ha dejado un impacto económico de 4.800 millones de euros y ha creado 128.000 empleos temporales.
Una muestra del interés por conservarlo es el anuncio de ampliación y renovación de Fira de Barcelona anunciado la semana pasada. Los planes para sumar un 25 por ciento de espacio en el recinto Gran Vía -que es donde se celebra el MWC- están previstos para 2024, que sería el primer año de prórroga del contrato con la GSMA -la asociación internacional de la industria móvil, impulsora del evento-, que de momento está firmado hasta 2023.
El consejero delegado de la GSMA, John Hoffman, calificó el viernes de "idónea" esta obra para optar a la continuidad, semanas después de reconocer que en la edición de 2018 contemplaron anular el congreso y cambiar de sede por la inestabilidad política posterior al referéndum independentista.
En esta edición, el reto está en la propia industria del móvil, ya que la demanda mundial de smartphones muestra síntomas de agotamiento: tras la estabilización de las ventas en 2017, en 2018 cayeron un 4,1 por ciento, lo que repercutió en las cuentas de Samsung y Apple, líderes mundiales, mientras que las grandes firmas chinas -con Huawei y Xiaomi como grandes exponentes- siguen al alza-, pese a que las ventas de móviles en el gigante asiático se redujeron un 10 por ciento el año pasado.
En cualquier caso, el MWC no es solo un escaparate para los nuevos modelos de terminales, sino que es un punto de encuentro y difusión de negocios de todo tipo. El lema de este año es Conectividad inteligente, y tendrá como protagonistas al 5G -con aplicaciones prácticas, tras años de teorización y prototipos-, la inteligencia artificial, el Internet de las Cosas y el big data, así como sus aplicaciones transversales en todo tipo de negocios y en la vida cotidiana de las personas.
En el congreso se podrán ver avances en el vehículo conectado y autónomo; una operación a distancia en un quirófano del Hospital Clínic de Barcelona dotado de 5G, y una colmena conectada para monitorizar a las abejas, esenciales para la polinización de cultivos y actualmente con una elevada mortalidad.