Cataluña

Torra solo negociará la ruptura y pone su diseño en las bases sociales

  • Sigue la hoja de ruta de Puigdemont y llama a una movilización multitudinaria
  • Reclama a Sánchez un referéndum de autodeterminación vinculante
  • Evita la desobediencia apoyándose en los ciudadanos y los huidos
El presidente catalán, Joaquim Torra. Foto: Luis Moreno
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El presidente de la Generalitat, Joaquim Torra, desplegó ayer un discurso de cariz épico con el que refrendar la hoja de ruta marcada hace meses por Carles Puigdemont, al que añadió la reclamación de absolución en los juicios del procés.

En una conferencia de una hora en el Teatro Nacional de Cataluña, acompañado por la senyera y un gran lazo amarillo, dejó claro que el único margen de negociación con el Gobierno español y el único camino de solución al conflicto político es el que sirva para convocar "un referéndum de autodeterminación acordado, vinculante y reconocido internacionalmente".

Basó sus reivindicaciones en la "causa justa" de la independencia de Cataluña con el referéndum del 1-O como punto de partida que sostuvo que no hay necesidad de repetir, así como en el derecho de autodeterminación de los pueblos. Con todo, afirmó que han aprendido en los últimos meses que "la república no se hace desde los despachos; la soberanía es de la gente".

Tras unas decisiones políticas que han llevado ante la justicia a representantes del anterior Govern y Parlament, Torra confía ahora el diseño de la Cataluña independiente a las bases sociales soberanistas, a las que llamó a la movilización, coordinación y planificación. En esta línea, propuso una marcha "sin desfallecimiento" por los derechos civiles, sociales y nacionales de Cataluña desde ahora hasta que llegue la sentencia de los juicios. También anunció la creación de un "foro cívico, social y constituyente" que perseguirá la máxima participación de la sociedad para definir las bases de la república catalana.

Lado correcto de la historia

Torra se arrogó la mayoría social en favor de un referéndum de autodeterminación y contra la monarquía del 80 por ciento de la población catalana, según algunas encuestas, y afirmó que el soberanismo está "en el lado correcto de la historia", frente a la violencia, las amenazas y el miedo del Estado español.

Y a parte de la implicación social, confió en el apoyo de los gobiernos municipales catalanes y en la "máxima proyección internacional" para conseguir la independencia, con el Consejo de la República que debe liderar Puigdemont como uno de los pilares clave.

Torra cambió la proclama "referéndum o referéndum" de Puigdemont por la de "libertad o libertad" y, pese a llamar a la no violencia, sembró su discurso de palabras como resistencia y romper cadenas, y de frases como "la historia está llena de gente que se unió para luchar y hacerse respetar" o "solo tendremos aquello que nosotros sepamos ganar", parafraseando a diversos autores.

Dinamismo económico

En el ámbito económico, defendió que la sociedad catalana "continúa dando muestras de dinamismo y ha resistido los malos augurios", y tiene "unas bases económicas sólidas que en un Estado independiente se podrían poner al servicio de reducir las desigualdades".

Aunque la propuesta de Torra, dejando la planificación rupturista en manos de las bases sociales, aleja la vía de la desobediencia, advirtió de que, si la sentencia del procés no es la absolución, se pondrá "a disposición" de lo que decida el Parlament, sin más concreción.

Ante estas declaraciones, la portavoz del Gobierno central, Isabel Celaá, remarcó que el diálogo debe ser en el marco de la ley y que "las sentencias de los jueces hay que aceptarlas".

En su discurso, Torra no hizo referencia a la invitación que ayer realizó la presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor, para que el presidente catalán acuda a la cámara española a exponer sus argumentos políticos y a escuchar. La Generalitat espera detalles.

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