
La resaca del proceso soberanista, la aversión al turismo del actual Ayuntamiento de Barcelona y la proliferación de apartamentos ilegales están mermando los resultados de los hoteles de la capital catalana, que han registrado una caída de la ocupación del 3 por ciento (hasta una media del 78,8 por ciento) y un descenso de la facturación del 7,2 por ciento durante el primer semestre de 2018.
El presidente del Gremio de Hoteles de Barcelona, Jordi Clos, ha lamentado este jueves en una rueda de prensa de balance que las cifras del sector "no son positivas" y se ha mostrado especialmente preocupado porque la tendencia afecta especialmente al segmento de más calidad, como son los establecimientos de cuatro y cinco estrellas y el turismo de negocios. Como muestra, Clos ha detallado que los hoteles más lujosos de la ciudad han registrado una caída media de la facturación del 10 por ciento.
El presidente del Gremio ha atribuido una parte de este fenómeno a los efectos de la inestabilidad política generada por el procés y ha señalado que la fuga de 4.500 empresas de Cataluña ha ocasionado que Barcelona ya no acoja a las juntas y reuniones de los consejos de grandes compañías que tenían sede en la capital catalana. Esto ha reforzado una tendencia que ya se originó en 2014: la progresiva pérdida de peso del turismo de negocios en el total de la ciudad, que ha pasado del 50 al 30 por ciento en los últimos cuatro años.
'Tourists go home'
Clos también ha apuntado a la gestión del turismo que está realizando el consistorio liderado por la alcaldesa Ada Colau, a la que ha acusado de fomentar la turismofobia entre la ciudadanía, así como de reducir "arbitrariamente" el presupuesto de la Barcelona Convention Bureau -que promociona la ciudad como sede de turismo de reuniones- de 6 a 4 millones de euros.
Igualmente, Clos ha criticado la laxitud del Ayuntamiento en el control de los apartamentos ilegales, que además de constituir una "competencia desleal" para los hoteles, atraen a un turismo de menor calidad, generan problemas de convivencia y deterioran la imagen de la ciudad. Como ejemplo, el presidente del Gremio ha apuntado que el gasto medio por visitante (sin contar alojamiento y transporte) cayó de 406 a 362 euros de media entre 2016 y 2017.
El líder de la patronal hotelera también ha indicado que Barcelona está perdiendo una parte del "turismo prestado" que se ha desviado durante los últimos años desde las zonas en conflicto del norte de África hacia la ciudad y hacia otros destinos europeos. Por todo ello, Clos ha dicho que los hoteleros prevén que la ocupación media en la capital catalana será del 80 por ciento durante los meses de julio y agosto, lo que representa un descenso de cinco puntos en relación con el mismo período de 2017.