
Este diálogo es imprescindible, pero de qué modo se articula. La visión internacional de la situación catalana no es la misma que la visión interna. Los países occidentales no comprenden que los políticos catalanes se encuentren en prisión preventiva-antes de juzgarlos- por defender unas ideas e incumplir unas leyes políticas sin que hubiera altercados violentos, muertos o revolución. Tampoco comprenden el inmovilismo, parálisis diría, del Gobierno de España, ante esta situación. También observan con extrañeza que los dirigentes nacionalistas catalanes se arrogan unas ideas y pretenden unas políticas, cuando carecen de los votos necesarios para ello y solamente representan a la mitad de la población de su autonomía.
Este asunto, planteado tal como está, puede durar años y años. La falta de voluntad política del Gobierno de España, y la voluntad de supervivencia de los políticos independentistas, pueden eternizar el problema y, como siempre, quien sufrirá las consecuencias será la población catalana, que se verá indefensa en una Cataluña olvidada y empobrecida.
Es necesario el diálogo entre las tres partes en conflicto, Gobierno de España, Cataluña independentista y Cataluña no independentista. Hemos de reconocer que, este deseado diálogo, hoy es inviable. Para conseguir iniciarlo, deben darse unos condicionantes nuevos:
1.- Un nuevo gobierno de España. Llevamos siete años en los que Rajoy no se ha movido si un solo milímetro de sus posiciones iniciales, dejando la solución en manos de los jueces. Ya es conocido lo que ocurre en estos casos: las partes pierden el control de los asuntos y las decisiones judiciales no son del agrado de nadie. Los jueces piensan por sí mismos y la interpretación de las leyes son diferentes en países diversos. Debe encontrarse una solución política a un problema político, y Rajoy no puede ser parte en esta búsqueda por su incapacidad de visionar el conflicto. Un nuevo gobierno requiere elecciones generales.
2.- Los políticos independentistas deben asumir que no representan a todos los catalanes, que representan a una mitad de ellos. En Cataluña se debe formar un gobierno de coalición entre los dos grupos, ponerse de acuerdo en aquello que deberá negociarse y comenzar a administrar la autonomía, que en estos momentos carece de gobierno y dirección. Este gobierno de coalición sí que representa a todos los catalanes.
Si los ciudadanos no presionamos en esta dirección tendremos conflicto para varias generaciones. Es necesario que le gente lo sepa, el político vive del conflicto y si no existe, lo crea.