Cataluña

Barcelona ensaya los métodos de transporte del futuro

  • La nueva ley contra la contaminación da paso a nuevos métodos de transporte
  • El Ayuntamiento ha impulsado la primera normativa para Vehículos de Movilidad Personal
  • Desde el sector recomiendan la contratación de un seguro
Un hombre circula con su patinete eléctrico por el carril bici en Barcelona. // LUIS MORENO

Con los coches aparcados en episodios de alta polución crecen los incentivos para desplazarse de otra manera, como en patinetes, que se consolidan como una alternativa, pero plantean nuevos retos.

Barcelona se muestra como una ciudad comprometida con el medio ambiente, y el Gobierno de Ada Colau ha dado un paso más en esta dirección con la aprobación de las restricciones de tráfico en la ciudad en base a los niveles de polución. El Ayuntamiento barcelonés dio luz verde a la medida a finales de este año y aprobó su entrada en vigor a partir del 1 de diciembre, cuando los vehículos más contaminantes empezaron a tener vetada su entrada a determinadas zonas en episodios de alta contaminación. Los controles son una realidad en la Ciudad Condal, como lo son en Madrid desde 2016. Ante esto, el congestionado tráfico de la capital catalana encuentra nuevos obstáculos para ser más fluido y algunos ciudadanos optan por soluciones alternativas para desplazarse por la ciudad de una manera más eficiente.

En este contexto, y aprovechando también las ventajas económicas que traen consigo respecto a otros vehículos, nuevos métodos de transporte se han hecho un hueco en el mercado. Se trata de los vehículos de movilidad personal (VMP), tales como patinetes eléctricos, segways, hoverboards y demás. Son transportes eléctricos que aparecieron como un producto de ocio para jóvenes y, con el tiempo y especialmente en grandes núcleos urbanos, se han convertido en un elemento muy habitual.

Aparece así un nuevo escenario, con las consiguientes problemáticas que entrañan los nuevos productos carentes de precedentes en el mercado. El caso más reciente del surgimiento de estos problemas es, precisamente, el de Barcelona. La acumulación de negocios de alquiler de segways y productos similares ha creado grandes conflictos entre los vecinos de la capital catalana y los turistas, que se agolpan en determinadas zonas con estos vehículos empleados para realizar visitas turísticas por la ciudad y dificultan el paso de los viandantes, que ya es suficientemente complicado por la excesiva acumulación de gente en los puntos más concurridos de la ciudad. "Llegan a crear tapones cuando se juntan en zonas como el barrio gótico", explica Xavi Oliva, director general de Urban Fun, una de las principales tiendas de VMP de Barcelona y pionera en el mercado desde que se creara ocho años atrás.

El auge de la utilización de este tipo de transporte es tal que las cifras de ventas de Urban Fun "se han duplicado" desde el año pasado, según Oliva, aunque no disponen de datos exactos. Este incremento se hace especialmente palpable con los patinetes eléctricos, que han aparecido como uno de los métodos de transporte más eficientes recientemente en Barcelona. Esto se debe al aumento de su popularidad entre un público muy concreto: los adultos jóvenes que trabajan en la ciudad.

La mayor prueba de ello se ve en zonas como la Avenida Diagonal, donde proliferan los patinetes eléctricos. "Hemos detectado un aumento en la demanda", dice Oliva, que lo achaca a que el vehículo "necesita muy poco mantenimiento, es fácil de llevar, de guardar y aparcar". Desde Urban Fun señalan "un cambio de hábito", especialmente entre los usuarios de motocicletas o transporte público, que conduce a este éxito actual, y la Coordinadora Técnica de la Gerencia de Movilidad e Infraestructuras, Adriana Malé, incide en esa idea de que es "una manera fácil de circular por la ciudad, el transporte ideal".

Una normativa pionera

Este incremento de los VMP complicaba aún más la convivencia en la calle entre peatones y vehículos de movilidad personal, cuya falta de regulación daba lugar a vacíos legales que permitían la circulación de estos por toda la ciudad, sin restricciones. Para poner fin a esto, el Ayuntamiento de Barcelona puso en marcha en verano de este año una nueva ordenanza para este ámbito. La normativa determina las condiciones y los ámbitos de circulación de estos vehículos, implantando condiciones especiales a los que desarrollen una actividad de explotación económica.

El consistorio ha establecido ciertas categorías, según el tamaño y el uso de los vehículos, para determinar las diferentes condiciones que deben cumplir en cada caso. Los más controlados son los ciclos de más de dos ruedas, que deben estar registrados -los últimos datos del departamento de Movilidad del Ayuntamiento de Barcelona señalan que hay alrededor de 500-, obligan al conductor a usar casco y tienen que contratar un seguro de responsabilidad civil a terceros. Esto es porque la mayoría de ellos se dedican a alguna actividad de explotación económica o al transporte de mercancías.

Malé opina que esto influye en el auge reciente de los VMP, porque la normativa "hace que la gente vea más claro tener estos vehículos" y lo que implica. Sin embargo, quedan incógnitas acerca de la regulación de los vehículos de uso particular, los de tipo A y B, cuya clasificación depende especialmente de su peso. Para los de uso personal, el casco solo es obligatorio para los de tipo B (subways o patinetes eléctricos a partir de 50 kg de peso), pero ni hay un registro ni deben tener un seguro obligatorio. La regulación para ellos se dirige principalmente a la limitación de sus zonas de circulación.

Con este reglamento, estos vehículos solo pueden moverse por carriles bici y parques, y los de tipo A (ruedas, hoverboard, patinetes eléctricos de menos de 50 kg) por calles de plataforma única, pero no por las aceras, siempre que circulen a menos de 10km por hora. También pueden circular por calzadas de zona 30, siempre que la velocidad máxima del vehículo alcance los 20km hora, y por los carriles bici. En estos dos tipos de vía también pueden circular los de tipo B. Esta racionalización de espacios obliga a las bicicletas y los patinetes a convivir, pero limita los problemas en las aceras. Malé asegura que "desde que han sacado los VMP de la acera, la Guardia Urbana no ha registrado ningún accidente y las quejas se han reducido y son más bien consultivas".

Un seguro es recomendable

Resulta difícil para el particular saber cómo debe o puede protegerse en caso de accidente o cualquier eventualidad, que es algo bastante probable. El Ayuntamiento de Barcelona no obliga a tener un seguro, aunque lo recomienda, porque considera que al ser propiedad privada y de uso personal, el usuario "es consciente de cómo debe utilizarlo", explica Adriana Malé. Sin embargo, según uno de los fundadores del bufete de abogados Sanahuja Miranda, Fernando Sanahuja, "la gente tiene clarísimo que el coche o la moto son algo peligroso, pero con estos vehículos todavía no son conscientes de lo que llevan".

El riesgo de accidentes es alto, y el usuario no siempre tiene conciencia de ello ni grandes recursos a su alcance para afrontarlo, pues las grandes aseguradoras no trabajan específicamente en este ámbito. En cambio, "normalmente, los seguros de bicicletas cubren también patinetes eléctricos, o deberían", apunta Xavi Oliva, de UrbanFun.

Entre las principales aseguradoras las opciones a las que puede acceder el usuario son pocas, más allá de un seguro de responsabilidad civil que cubre los daños a terceros y suele ir adjunto a la póliza del hogar. Aún así, Sanahuja recomienda su contratación, apuntando sobre el conflicto con los peatones que, con un VMP, "puedes producir cualquier lesión de forma involuntaria" y eso supone un riesgo para el propietario, porque "responde el causante por ello, y es muy difícil que se impute la culpa al peatón cuando se va por la acera", señala.

Para encontrar seguros, se debe buscar en compañías menos conocidas, dedicadas de forma más exclusiva a los seguros para bicicletas. En esta línea, hablamos de compañías como SeguraBici, una de las pocas opciones que aparecen para contratar una póliza exclusiva para el vehículo. Por lo general, el usuario necesita contratar un seguro concreto para cada problema. Si tiene un accidente, por ejemplo, el seguro de responsabilidad civil, que según Sanahuja "puede salir por 30 ó 40 euros", solo cubrirá al otro afectado, si es que lo hay; y si se ha lesionado el propio conductor, deberá recurrir a una póliza de salud. Con una póliza exclusiva, en cambio, se puede acceder a un seguro a todo riesgo por algo más de 60 euros al año y protege al usuario en todo tipo de problemas, incluso un robo.

La indeterminada naturaleza de los VMP hace que se sitúen frecuentemente en la categoría de bicicletas, y es en ese ámbito en el que el usuario debe buscar protección. Para Oliva, "los patinetes deben ser tratados como bicicletas". Es una de las pocas formas de que el usuario quede completamente cubierto. Sanahuja valora esta complejidad para encontrar seguros a todo riesgo, pues "implica un cierto riesgo conducirlo". El cofundador de Sanahuja Miranda opina que "hasta dentro de unos años no será obligatorio contratar una póliza exclusiva". Sin embargo, coincide con Oliva en que este ámbito debe empezar a regularse pronto.

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