
Inkemia es la cabecera de un grupo que desarrolla y comercializa soluciones de I+D para las industrias química, farmacéutica y biotecnológica.
Después de un volátil 2014, la cotización se estabilizó en 1.70-1.80, y desde entonces ha subido ligeramente hasta el nivel de los 2 euros. Con unos 53 millones de capitalización, está entre las mayores empresas del MAB.
Uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta un inversor cuando analiza una empresa como Inkemia es su complejidad, tanto de modelo de negocio como contable. El grupo es un conglomerado de empresas, unas que consolidan y otras no, con diferentes líneas de negocio, diferentes grados de realización, y una contabilidad "delicada", propia de empresas que reciben muchas subvenciones y con altos niveles de inversión en I+D.
El grupo tiene sus raíces en Institut Univ. de Ciència i Tecnologia, creado a finales de los 90 y todavía principal empresa del grupo encargada de desarrollar la actividad I+D. La matriz del holding tiene otras dos subsidiarias: IUCT Empren, que es una especie de fondo capital riesgo del que también dependen las filiales internacionales, y IUCT Espais, que gestiona las infraestructuras.
La salida al MAB a finales de 2012 y las sucesivas ampliaciones de capital han permitido incrementar la actividad inversora de la división "Empren", que cuenta actualmente con cuatro filiales (EEUU, Brasil, UK y Colombia), 9 empresas participadas (2 tecnología propia, 7 adquirida) y 3 empresas asociadas. Cada una de estas filiales y participadas tiene su línea de negocio particular (disolventes industriales verdes, biocarburantes, medicamentos, etc). Si bien esto multiplica las posibilidades de éxito de algún proyecto, al mismo tiempo arroja dudas sobre la especialización del grupo en algún campo y/o la falta de capacidad de crecimiento orgánico.
El flujo de caja es clave en Inkemia. El reconocimiento de ingresos de la empresa es un asunto delicado y, aunque justificado por la Dirección, sigue protagonizando salvedades en el informe de auditoría. Además, la empresa está sufriendo pérdidas contables antes de impuestos los últimos años, lo que dificulta comparaciones. Si miramos a los flujos de caja durante los últimos 6 años, es notable el incremento de los que vienen de operaciones, que en 2015 y 2016 han sobrepasado la cifra del millón de euros. Eso es un elemento positivo. Sin embargo, la intensa actividad inversora y en I+D hacen que los flujos de inversión sean negativos, entre 3,4 millones y 3,7 millones cada uno de los últimos tres años. Esta descompensación se ha tenido que cubrir con deuda y ampliaciones de capital, que al menos se han realizado de manera que la proporción entre patrimonio y deuda se mantenga relativamente estable.
En 2013 fueron de 2,4 millones; en 2014, de 3,4 millones y, la última, en 2017, otros 2,3 millones, que, al retrasarse unos meses (estaba pensada para finales de 2016), provocó un fondo de maniobra negativo temporal de más de 2,8 millones. Es decir, que la empresa está invirtiendo notablemente y las perspectivas parecen buenas, pero los resultados no acaban de llegar, lo que se traduce en continuas peticiones de dinero a la banca y a los accionistas.
Sin ellas la posición financiera del grupo se podría resentir notablemente. Cabe destacar aquí el programa de emisión de bonos, cuyo primer tramo consiste en 10 millones a 5 años. Es un factor positivo que el grupo considere nuevas vías de financiación a medio plazo, aunque puede dejar entrever un agotamiento temporal de las dos vías tradicionales de financiación.
Luces y sombras
Entre los positivos que podemos encontrar en Inkemia, podemos mencionar su variada base de clientes (ninguno representa más del 10 por ciento), la fragmentada competencia nacional, el alto valor añadido de su actividad, las posibilidades de revalorización si sus participadas tienen éxito, y la mejora de ingresos en las participadas que no consolidan.
Inkemia es un claro ejemplo de empresa que apuestan por el valor añadido. Varias de sus participadas, aunque todavía en fases iniciales de desarrollo, tienen alto potencial de revalorización si las cosas van bien. Especialmente si al final salen a cotizar en otros mercados alternativos europeos. Sin embargo, hay que ser cauto con estos planes, ya que otra participada que se esperaba que saliera a cotizar en 2017 (Vytrus Biotech), ha tenido finalmente que acudir a una plataforma de crowdfunding para levantar 0,55 millones. Además, filiales como Advanced BF Ltd, que se ha valorado en 50-60 millones de libras por un tercero independiente, aunque salgan exitosamente a bolsa, tendrán primero que consumir recursos durante varios ejercicios hasta que los proyectos generen beneficios.
Otro punto positivo es el incremento de ingresos que están experimentando varias de sus participadas que no consolidan, y que por tanto no cuentan con impacto directo en las cuentas anuales. El resultado de explotación de estas ha aumentado hasta los 2.6 millones, con un incremento del 30 por ciento. Aunque hay que tener cuidado: la misma complejidad del grupo a la hora de reconocer ingresos se puede extender a estas participadas, que en su mayoría tienen características similares. Sobre todo, si tenemos en cuenta lo dependientes que suelen ser de subvenciones y similares.
En cuanto a los negativos, hay que tener en cuenta la dificultad de evaluar la viabilidad los diferentes proyectos, y las enormes necesidades de capital a largo plazo en empresas de este tipo. Es cierto que empresas del mismo estilo a nivel internacional son mucho más grandes y que Inkemia busca alcanzar un mayor tamaño; pero quizá no debería hacerse a cualquier precio. Precaución, pues, con Inkemia. El potencial puede ser alto a largo plazo, pero la cotización, cara para los resultados actuales, ya descuenta cosas que todavía están en el aire.