
Cada año más trabajadores optan por convertir el descanso estival en una oportunidad para colaborar con proyectos de ayuda al desarrollo. Las convocatorias para 2017 están abiertas.
Aprovechar las vacaciones para hacer un voluntariado es algo cada vez más recurrente. Muchas personas aprovechan su descanso estival para invertir su tiempo en actividades sociales o profesionales fuera de nuestras fronteras. El voluntariado permite, además, viajar -en muchos casos- con un menor coste, por lo que también es una buena opción para conocer otras partes del mundo. El tipo de actividad puede servir para favorecer el enriquecimiento personal, puesto que la mayoría de actividades tienen un impacto social favorable en el entorno en que se desarrollan.
No obstante, el voluntariado también puede ser una buena forma de mejorar las habilidades como trabajador. Algunas entidades facilitan a sus empleados poder aprovechar sus vacaciones en otro lugar del mundo. Esta opción tiene dos implicaciones positivas, puesto que mientras el voluntario disfruta de unas vacaciones en otro lugar y desarrolla una labor social gana conocimientos en su ámbito laboral que luego puede usar en su día a día como trabajador.
La gestión de los voluntarios -excepto en el caso de las empresas- se hace a través de una organización social. Una de las más reconocidas en Cataluña es el Servei Civil Internacional (SCI), una organización de ámbito mundial que "trabaja por la paz y la justicia social, así como para garantizar la igualdad de oportunidades entre todos los ciudadanos". La entidad lleva enviando voluntarios de Catalunya al resto del mundo desde 1982. De hecho, en la división administrativa propia del SCI, Catalunya forma parte de la agrupación que forma con Islas Baleares y la Comunidad Valenciana, los tres territorios españoles que construyen el mapa lingüístico catalán.
El número de voluntarios ha ido en aumento. El SCI envió en 2013 a 301 personas a campos de voluntariado en otros países de Europa y del mundo, una cifra que asciende a los 380 en 2016, según datos de la propia organización. Los campos de voluntariado del SCI cuentan con una duración entre 2 y 3 semanas, dependiendo de la zona geográfica. De hecho, el precio estándar de una estancia corta es de 115 euros. La organización explica que el precio incluye una cuota de socio anual y los gastos derivados del campo, como son la gestión, el seguro médico y la formación previa. Además, el único requisito de edad es ser mayor de edad y, aunque no hay ningún límite, la franja de edad que más solicita este tipo de servicio es la que comprende las edades de entre 18 a 25 años.
Por otro lado, la entidad también gestiona envíos del Servicio de Voluntariado Europeo (SVE). De hecho, el SVE se define como "una experiencia de aprendizaje en el ámbito de la educación no formal, en la que las personas jóvenes voluntarias mejoran o adquieren competencias para su desarrollo personal, educativo y profesional, así como para su integración social". El único requisito a priori para acceder al voluntariado europeo es ser ciudadano de la Unión Europea mayor de edad y menor de 30 años. Tienen una duración que pueden oscilar entre los 2 y los 12 meses y en los que el voluntario desarrolla una actividad social -teniendo en cuenta sus preferencias- en uno de los 28 países de la UE. En cuanto a las cifras de participantes, mientras en 2013 el SCI envió a nueve personas, el año pasado la cifra había aumentado hasta los dieciocho.
Otra gran entidad de voluntariado en Catalunya es el COCAT, que se ha convertido en otro referente de este tipo de estancias en el extranjero. De hecho, la organización afirma que cada año -desde 2005- envía de media "entre 500 y 600 voluntarios a campos de trabajo" en otros países, la mayoría de la Unión Europea. De hecho, el servicio cuesta 130 euros y cubre la participación, el alojamiento, la manutención y el coste de las actividades generales del lugar. No obstante, tanto el billete como el dinero del visado, el seguro de viaje y las actividades extras quedan excluidas de esta tarifa.
En cuanto al límite de edad, la empresa envía a personas de edades comprendidas entre los 18 y los 35 años. Además, en 2015, la entidad hizo un proyecto piloto, que consistía en enviar a menores de edad a campos de trabajo a otros países. Pero no solo eso; la entidad ha enviado además a 40 jóvenes a proyectos de media y larga duración, así como del SEV -del que el COCAT también es entidad de envío-.
La experiencia vital en estos casos suele ser muy positiva. De hecho, muy gratificante fue la experiencia de Pol Paniagua, un joven de 21 años que estudia Matemáticas y Física en la Universidad de Barcelona. El joven dedicó parte de su verano para desarrollar un proyecto de voluntariado, que en este caso se trataba de la reconstrucción y restauración de un castillo en Alemania. "Es una mezcla de querer viajar y de tener algunos amigos que ya lo habían hecho. De hecho, un amigo ya se había ido por COCAT y yo también decidí usarla", afirma.
El joven estudiante explicó que, entre todas las temáticas, se sitió más atraído por la experiencia en el recinto germano: "Es un buen recuerdo, te lo pasas bien y es un trabajo muy agradecido". Además, el voluntario explica que la experiencia le sirvió para conocer gente de otras partes del mundo: "La mayoría eran europeos, aunque había algún otro de fuera del Continente. Acabas haciendo algún amigo".
Oportunidad para las empresas
El voluntariado también puede ser una oportunidad formativa para las empresas. La Caixa es un buen ejemplo, puesto que cuenta con un programa propio para trabajadores. La entidad cuenta con el Programa de Cooperación Internacional de la Obra Social La Caixa, un programa que lleva desde 1997 impulsando trabajos de cooperación al desarrollo y ayuda humanitaria en 63 países. La entidad bancaria aprovecha los talentos de su propia cantera, después de un proceso de selección donde se tiene en cuenta el perfil, la experiencia y las expectativas de cada candidato.
Los trabajadores pasan por un proceso de formación y sensibilización que les prepara para poder incidir en el voluntariado. La organización explica que "el programa asume los costes de los cooperantes, aunque no reciben ningún tipo de remuneración por su trabajo voluntario". Desde su creación, y según fuentes de La Caixa, el proyecto ha impulsado un total de 602 proyectos de cooperación.
Desde que el proyecto está en marcha, la fundación La Caixa ha enviado a 359 voluntarios, que han colaborado con 60 ONG locales. Una de esas personas es Anna Andrés, comercial de la entidad bancaria. Anna fue de cooperante a Colombia para ayudar a una empresa de microcréditos centrados en financiar proyectos que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos: "Yo me encargaba de ayudar en temas de marketing, y aportaba mi experiencia para ayudar a mejorar aspectos".
La trabajadora escogió el continente de destino, en el que desarrolló el voluntariado de dos semanas el julio pasado: "Aprendí mucho a nivel de equipo. La experiencia fue muy buena; la volvería a hacer". La selección de 2017 todavía está en proceso, pero parece que vistos los resultados puede acabar generando los mismos buenos resultados.