Lejos de pretender que se convierta en una moneda financiera y especulativa como el bitcoin, el Ayuntamiento de Barcelona adelantó ayer que espera desplegar en los próximos ejercicios su propia divisa. Esta moneda será "social" y perseguirá impulsar el comercio de proximidad, mediante el intercambio.
De acuerdo con Gerardo Pisarello, primer teniente de alcalde, y Jordi Vila, comisionado de economía colaborativa, se espera que sea en 2019 cuando se despliegue una primera fase operativa de la nueva moneda, aunque el próximo año, en algunos barrios concretos, se pondrá en marcha una primera prueba piloto, que servirá para definir mejor cómo será la nueva divisa.
Este anuncio coincidió ayer con la presentación por parte del equipo de Ada Colau de su Plan de impulso de la Economía Social y Solidaria 2016-2019. Pisarello señaló que esta iniciativa se enmarca dentro de un proyecto más amplio, en el que el sector público gana protagonismo en áreas como el agua, la sanidad o la educación. Señaló que la economía social y solidaria ya genera un 6 por ciento del producto interior bruto de la ciudad y emplea a unas 53.000 personas.
El teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona añadió que espera que este tipo de economía, que prima las empresas sociales y medioambientales, contagie su modelo de negocio al resto del tejido empresarial de la ciudad. "Estamos hablando de un sector innovador, del que queremos que Barcelona sea capital", señaló Pisarello.
