Los centros comerciales vuelven a estar en el punto de mira del Ayuntamiento de Barcelona. La alcaldesa, Ada Colau, llevará al próximo plenario el plan especial urbanístico de ampliación de Diagonal Mar para votar en su contra y así tratar de evitar que se amplíe la zona comercial.
De conseguir su propósito, el gran perjudicado sería su nuevo propietario desde agosto, Deutsche Bank, que pagó 495 millones a Northwood. La filial de inversión inmobiliaria del banco alemán contaba con esta ampliación cuando lo adquirió ya que tenía luz verde de la Generalitat, por lo que de ser anulada, podría suponer un gran problema.
Este plan prevé incrementar en 5.341,92 metros cuadrados su superficie de venta en detrimento de la lúdica. El proyecto no contempla construir ninguna planta adicional o edificio anexo, sino que pretende demoler siete de las 18 salas de cine, donde se alojarían nuevas tiendas.
Sin embargo, Colau va a hacer todo lo posible para que esto no suceda. Después de que los pequeños comercios de la zona liderados por las entidades Fundació Barcelona Comerç y Barcelona Oberta hayan exigido una "rectificación inmediata", el equipo de Colau se precipitó ayer en dar respuesta a una de sus promesas, no ampliar más centros.
Mayoría en el pleno contra la ampliación
Colau no quiere repetir nuevos fracasos, como cuando tuvo que claudicar ante las ampliaciones de los centros Heron City y de La Maquinista, que se tramitaron por silencio administrativo.
De hecho, el plan de Diagonal Mar está tramitado, pero el Ayuntamiento ha encargado un informe para encontrar las vías legales para rechazarla. Así lo ha anunciado la teniente a la alcaldía de urbanismo, Janet Sanz, que recordó que en 1998 Diagonal Mar obtuvo una licencia de 67.000 metros cuadrados, en los que 46.000 tenían que destinarse al comercio y el resto al ocio y restauración (ahora superarán los 50.000 metros cuadrados).
El PSC también apoyaría el veto, y según ha podido saber el Economista, la CUP y ERC también se unirían. Con estos votos, Colau tendría mayoría. Aunque queda esperar si la acción política tendrá efecto real sobre algo ya previsto.
