Cataluña

El 'seny' del empresariado catalán le acerca a la izquierda

Llevamos muchos meses detectando síntomas de que el empresariado catalán se está dejando llevar por el pragmatismo.

Antón Costas, presidente del Círculo de Economía, en la reunión anual del 'lobby' en mayo escenificó uno de los mejores ejemplos, al invitar a Pablo Iglesias y Ada Colau a que presentaran sus políticas. Puede que la audiencia se quedara algo preocupada, pero tomó nota. Cuando más lejos se está ideológicamente de alguien, más recomendable es tener la puerta abierta al diálogo, especialmente si tu antagónico tiene la capacidad de aprobar medidas que te afecten.

Esa distancia, hace años, era la que se imponía entre Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y una gran parte del empresariado catalán. En 2012, la patronal de grandes empresas catalanas, ?Foment del Treball?, y la Cámara de Comercio de Barcelona rechazaron públicamente las condiciones que ERC exigía a Artur Mas para apoyar su investidura. Los empresarios criticaban posibles futuras subidas de impuestos y el impulso de la consulta soberanista (hoy transformada en referéndum unilateral de independencia). Cuatro años después, ambos temas serán claves en la moción de confianza a la que se someterá el 28 de septiembre Carles Puigdemont. Pero ahora el ala radical no es ERC, sino la CUP, y Puigdemont puede que sea teóricamente ?convergente? en lo económico, pero es independentista y no ?catalanista?, como era CiU en el 2012.

Condenados a entenderse

La política catalana ha vivido un cambio ideológico profundo en los últimos cuatro años, que ha impulsado giros inesperados en las urnas. El primero fue el triunfo de Ada Colau, una activista antidesahucios, en las elecciones municipales de Barcelona; el segundo, el éxito de ?EnComúPodem? en las elecciones generales del 20 de diciembre y del 26 de junio; el tercero, la confirmación de que ERC es el ?partido fuerte? del independentismo catalán y no PDC, que ha perdido su grupo propio en el Congreso y en el Senado. Por el camino, ha muerto CiU, ha desaparecido Unió y Convergència ha necesitado cambiar de nombre y buscar un nuevo hueco político. Ya no existen partidos ?catalanistas? que defiendan la personalidad de Cataluña dentro de España, a los que se aferraba una parte importante del empresariado catalán.

Además, si dejamos de lado el proceso independentista, lo que ha sucedido en Cataluña es que han ganado terreno los partidos que defienden políticas económicas tradicionalmente de izquierdas y que representan, en mayor o menor medida, un proceso de regeneración política. Este cambio de interlocutores, que en un primer momento supuso un ?choque?, finalmente está obligando al mutuo entendimiento.

Ada Colau es un gran ejemplo de ello. Tras dar algún ?susto? con su moratoria hotelera, ha ido moderando sus políticas y el pacto con el PSC ha provocado que gran parte de las áreas económicas haya quedado en manos de los socialistas. Un gesto que han agradecido algunos empresarios, que conocen mucho mejor al PSC que a Ada Colau.

En la Generalitat también se han producido alteraciones. El área económica está capitaneada por ERC, lo que obliga a las empresas a mantener la interlocución con este partido, aunque, sobre el papel, la distancia en materia económica entre unos y los otros sea grande.

El departamento de Trabajo, que es con el que las patronales tienen más relación, está dirigido por Dolors Bassa, que proviene de ERC y la UGT. Y aquí también se ha impuesto el entendimiento. Sería muy poco pragmático y carecería de sentido común (?seny?) enfrentarse con el departamento del que uno depende; especialmente porque todo el área económica la lidera el presidente de ERC y vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras, al que también le interesa lanzar el mensaje de que entre el ?Govern? y el tejido empresarial catalán existe ?química?.

De hecho, Junqueras, en ciertos foros, presume de la buena relación que mantiene con las patronales. El ?conseller?, que también es pragmático, sabe que la economía catalana necesita de las empresas privadas; más si peligran las inversiones extranjeras.

Por ello, por si existía desconfianza hacia cuáles podían ser sus políticas, ha ido lanzando mensajes de ?moderación? desde que accediera al cargo. Frenó a la CUP cuando pedía que se elevara el impuesto de Sucesiones y él mismo presentó y defendió el nuevo proyecto de BCN World.

Es cierto que Junqueras y algunas patronales y 'lobbies' económicos chocan en el cómo de la independencia o en la ruptura propiamente (el posicionamiento en contra de las resoluciones rupturistas del 9 de noviembre y de las conclusiones del proceso ha sido casi unánime porque crea inseguridad jurídica), en lo económico se necesitan. Y no se sabe quién puede necesitar más a quién; especialmente si el auge de ERC se consolida en Cataluña y en Madrid.

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