
Poco a poco se abre un nuevo abanico de posibilidades en el panorama político español de cara a las próximas elecciones.
El PP sigue con su habitual destreza en desvirtuar la realidad y hacernos ver que no existe otra que la suya. Nos impele a pensar que tras él no existe más que oscuridad e incertidumbre y pretende que el votante olvide esta etapa de gobierno en la que la corrupción de su partido ha sido portada, día sí y día también, o que durante cuatro años el paro no ha disminuido sustancialmente y han aumentado las diferencias sociales y económicas de nuestros habitantes. Nos dice el PP que debemos olvidar que el Gobierno no ha negociado las leyes, las ha impuesto con su mayoría y ha pretendido dibujar una sociedad donde la discrepancia es casi una enfermedad.
El PSOE, con graves disensiones internas y con muchos descontentos con la política de Sánchez, pretende ahora demostrar unidad cuando el mal ya está hecho. Además, nos ha evidenciado que su líder carece de cintura para negociar con alguien más que no sea Ciudadanos. El PSOE, desde hoy hasta el día de las elecciones, necesita demostrar al posible votante que es un partido que sabe a dónde se dirige. Por su parte, Podemos se escora hacia la izquierda, lugar del que nunca se tenía que haber desplazado, ya que, si existe, es por el descontento de la gente con la clase política, por una forma de gobernar, de comunicarse, por un talante del Gobierno que menosprecia al ciudadano. Podemos debe contemplarse en el espejo de la CUP, que continúa con su toma de decisiones asamblearia y lleva de cabeza a los debilitados partidos que integran JxSí, representantes de la pequeña burguesía. Podemos es una ilusión y una esperanza para muchos, pero no puede quedarse en ello porque durará muy poco y para perdurar debe posicionarse ideológica y orgánicamente.
Ciudadanos tiene el peligro de diluirse si el PP supera su crisis. Debe diferenciarse más de la derecha y defender una valiente renovación de las instituciones, de la Constitución, alentar la modernización de las autonomías y de la función pública, simplificando las Administraciones. Además, en Cataluña existen unos partidos que representan el nacionalismo y añoran la independencia. Estos partidos se hallan en vías de renovación.
En definitiva, el resultado electoral no será idéntico al anterior; tal como se predecía, será algo diferente y habrá servido de experiencia, tanto a los políticos, como a los ciudadanos para, en el futuro, no repetir elecciones.