
Alcaldesa Ada,
Cuando fue elegida alcaldesa de Barcelona recibí con esperanza la aparición de nuevas caras en cargos públicos, ocupados hasta aquellos momentos por personas adictas a lo establecido, conservadoras y amantes de la evolución sin traumas, qué traducido al lenguaje vulgar, significaba que debía administrarse con prudencia para que todo siguiera de idéntico modo.
Apareció Vd. y su equipo, llegados de la rebeldía y la oposición no institucional, bregados en la lucha social anticapitalista y me pareció un buen momento para experimentar la capacidad de los líderes sociales de reconvertirse en abanderados de nuevas ideas cuando debían gestionar la cosa pública desde las instituciones. Veía con ilusión la iniciativa de la gestión desde la inexperiencia que chocaría contra la acción formalista del funcionariado, el anquilosamiento de los tecnicismos municipales y los sempiternos grupos de poder que pretenden imponer su ley.
Reconozco que es difícil reconvertirse mentalmente y desde posturas rompedoras y en contra del encorsetamiento tradicional y de pronto, modificar el pensamiento y convertir la crítica permanente en acción positiva y gestión eficaz y novedosa. Quien actúa, como lo hicieron Vds. desde la calle, para proteger a los grupos sociales desfavorecidos, actúan desde la rebeldía, pero no se plantean iniciativas y en cambio, en la gestión de cualquier institución, la iniciativa debe ser la regla.
Reconozco que han llevado a cabo un esfuerzo mental importante para adaptar sus mentes hacia la acción positiva y la generación de nuevas ideas, e intentan, desde sus posiciones rompedoras, encontrar nuevas ideas y métodos que demuestren que la ortodoxia de la función pública es más perjudicial que la heterodoxia y la inexperiencia, ya que puede facilitar los cambios necesarios para emprender un futuro ilusionante.
Es lógico que al pasar de una actitud crítica y de movilizaciones a una nueva actividad de iniciativas y gestión, personas que participaron en la primera etapa no sean válidas para trabajar en la segunda y por más que duela el apartarlas, es necesario para conseguir los fines propuestos. Reconozco que también es complicado el pasar de posiciones rebeldes de tipo social a visiones de conjunto de una ciudad como Barcelona, con infinidad de intereses contrapuestos y carencia de una visión de futuro global. Pero para conseguir no eternizar la toma de decisiones, en muchas ocasiones debe dejarse el asambleísmo y la consulta de lado y arriesgarse a tomar decisiones valientes cuando se tienen las ideas claras. Contentar a todos es imposible pero hasta esta simple idea deber experimentarse.
En fin, solamente deseaba aportarle algún consejo y aliento desde la atalaya que me proporcionan los años y confirmar mi ilusión en ustedes, ya que de otro modo no hay esperanza para la sociedad. Si solamente puede gobernarse desde la ortodoxia, los avances serán tan lentos, que el progreso nos arrollará provocando el desorden.