Todos los analistas se hallan de acuerdo en que la crisis que se inició en 2007 se originó por el descontrol, especulación y ambición sin límites de las instituciones financieras que operaban a nivel global.
En España, además se prolongó y profundizó por diversas causas, entre las que estuvo el descontrolado y especulativo incremento delos precios inmobiliarios, el intervencionismo de nuestra economía por parte del gobierno, el dirigismo de las cajas de ahorro desde los partidos políticos, primando su interés sobre el negocio financiero y la enorme debilidad, consecuencia de todo ello, de las pocas entidades bancarias supervivientes de aquellos años desastrosos.
Como consecuencia de aquella crisis o bien por los cambios sufridos en nuestras sociedades, el papel que desempeñaban los bancos ha cambiado y su negocio también. Su tradicional quehacer consistente en captar el ahorro satisfaciendo un precio por él y prestarlo a quien lo precise para su negocio y que pueda pagar el precio exigido y asegurar su devolución y de este modo sufragar sus gastos generales y contentar al accionista mediante el abono de un dividendo, ha cambiado de un modo radical.
El precio del dinero está por los suelos, el margen que obtienen los bancos entre el precio que pagan al dinero que recaudan y el que obtienen por prestarlo, no cubre sus enormes gastos de estructura. Ni mediante los ingresos provenientes de las comisiones que nos cobran pueden cubrir estos gastos.
El sector financiero es un elemento muy importante de nuestra economía y en nuestro país todavía no está resuelta su función. Aquí podríamos argumentar que no es nuestro problema y que si un banco entra en pérdidas que cierre sus puertas y acuda al juzgado como cualquier otra empresa privada. Pero aquí y desde el año 2008, los bancos ya no son empresas privadas en un sentido estricto porqué han sido financiadas por todos nosotros, por el Estado, ya que el gobierno de turno consideró que era mejor para todos nosotros que ninguna entidad financiera quebrara y llevó a cabo una política de ayudas financieras y de todo tipo, como no modificar la ley Hipotecaria aunque vaya en contra de Bruselas y del más simple sentido de la ética, que ha transformado el carácter legal de los bancos que han dejado de ser privados nominalmente pero tampoco son públicos legalmente.
Como consecuencia de estas ayudas recibidas por parte del Estado, los bancos son un problema de todos y a la vez sus ejecutivos y accionistas no poseen la libertad que ostenta cualquier otra empresa privada para poder decidir su rumbo.
Otro problema que llegará y pronto es el que se derivará de las políticas bancarias para convertir en rentables a sus empresas. Lo primero que tendrán que hacer todas ellas es informatizarse al máximo y con la mayor celeridad y ello conlleva cierres de miles de oficinas en toda España enviando al paro a decenas de miles, para no decir centenares de miles de empleados. Pero si deciden los gobiernos de turno no permitir adecuarse a los nuevos tiempos, significará la inviabilidad de las entidades y la inyección artificial y sin contrapartida de dinero público para evitar su caída.
Cualquier persona sensata elegiría la primera solución, convertir en rentables estas entidades o cerrarlas ya que taparse los ojos ante la realidad siempre es más traumático y costoso.
En sociedades poco intervenidas los vaivenes económicos son fuertes y profundos pero también reaccionan con rapidez. En las sociedades proteccionistas y fuertemente intervenidas, como la nuestra, las crisis son largas y algo amortiguadas en un principio, pero su repunte se prolonga mucho en el tiempo y sus consecuencias son nefastas. Las sociedades deben elegir entre la economía y la política y en función de esta elección tendremos un país u otro.
Con ello no quiero que se me interprete como un salvaje liberal que desprecia la política social ya que siempre será necesario paliar, mediante los medios disponibles del sector público, las enormes desigualdades que genera el desarrollo de nuestras sociedades.