Nuestro país mediante el voto de sus ciudadanos, ha sustituido personas y partidos que se hallaban al frente de sus órganos e instituciones desde hace muchos años. Los partidos que han sufrido un revolcón son PP, PSOE, CIU, IU y UPYD. Los cuatro primeros hacía muchos años que gobernaban, se hallaban bien estructurados, defendidos por intereses económicos y mediáticos y afianzados por el voto cautivo de muchas personas que vivían a su sombra, ya fueran funcionarios, empresarios o familiares de todos ellos.
Era muy difícil herir estas estructuras de poder ya que se hallaban consolidadas por años de raigambre y de intereses.
Solamente un gran cansancio y un enorme cabreo de toda la sociedad podía cambiar su sentido del voto y entregarlo a gentes jóvenes con mucha ilusión y sin experiencia. La sociedad no tenía otro camino para demostrar a los viejos partidos su repulsa por la soberbia, la corrupción, el inmovilismo y el desprecio a toda la sociedad de sus dirigentes y para ello se ha arriesgado y ha elegido a nuevos e inexpertos líderes.
Es esperanzador que la propia sociedad provoque su propia regeneración, sin traumas y de un modo pacífico y ejemplar.
El resultado obtenido provocará que el ciudadano contemple el modo de hacer de cada uno de los partidos existentes, los nuevos y los viejos, y a la vista del resultado casi inmediato de la lógica de sus actos, en las próximas elecciones, las de septiembre en Cataluña y las de final de año en España, les premiará o bien les dejará de lado con desencanto.
Ciertamente que los nuevos partidos no son homogéneos y no se hallan unidos por una ideología, si no por una rebelión contra el orden establecido. Esta circunstancia les provocará disensiones internas frente a políticas concretas que deberán superar en poco tiempo. Es uno de sus retos.
El otro, es que sus líderes proceden de movimientos de protesta con ciertas connotaciones intelectuales antisistema y deberán organizar enormes urbes, como las de Madrid y Barcelona con intereses comerciales, turísticos, urbanísticos, medioambientales, además de los estrictamente sociales. Veremos, también a corto plazo, si son capaces de adaptar sus modos de pensar a este conglomerado de intereses contrapuestos a los que no se hallan acostumbrados.
También los partidos viejos deberán adaptarse de inmediato a las nuevas exigencias sociales si no quieren ser castigados con mayor intensidad todavía en las próximas elecciones. El gobierno de Madrid deberá sustituir personas y políticas y prestar más atención a la limpieza de su propia corrupción y a la democratización de las instituciones. Lo mismo le pasa al de Cataluña, deberá notarse de inmediato que sustituye la obsesiva idea de la independencia por políticas sociales y económicas que le demanda su sociedad.
Como siempre ocurre en cualquier momento de la historia, este solamente es el principio de algo para algunos y para otros será su jubilación política o bien aquello que pudo ser y no fue.