Cataluña

Nuestro pequeño y engañoso mundo

Juan Carlos Giménez-Salinas, Abogado

Vivíamos en una sociedad dedicada a planificar, discrepar, trabajar, ilusionada o preocupada por su futuro y planteándose metas que alentaran su vivir.

Contemplábamos a través de las imágenes o de la letra impresa las enormes catástrofes naturales o provocadas en las que se producían inundaciones, maremotos, erupciones volcánicas, terremotos, deslizamientos de tierras que provocaban cientos o miles de muertos que nada nos decían por su lejanía, por su anonimato. Se trataba de una anécdota más del deambular por la vida y la catástrofe ajena a un mundo civilizado y controlado como el nuestro, en un hábitat organizado e inmune a cualquier circunstancia no controlada. Leíamos o contemplábamos estas noticias como si se tratara de una película de catástrofes, pero como una situación artificial, casi irreal.

Nuestro mundo se cernía a nuestro entorno cotidiano, el sueldo, el ahorro, las pensiones, la vida conyugal, el fallecimiento, muy esporádico, de un ser querido, la educación de nuestros hijos, la política, la corrupción. Todo ello conformaba nuestra pequeña, pero para nosotros única, existencia. Todos nosotros seguíamos preocupados por el desarrollo de nuestra crisis tanto económica como existencial y todo aquello que ocurriera fuera de nuestras fronteras, de nuestro entorno cercano, si percibíamos el fenómeno, no lo considerábamos importante porque no alteraba nuestras vidas ni nuestra organizada y previsible proyección futura.

Todo ello, toda nuestra percepción de las cosas, de las personas, de los aconteceres, se ha modificado en pocos días, diría que en pocas horas con la evidencia de la fragilidad de nuestra existencia y de la existencia de una sociedad entera de la que formamos parte.

El ébola ha provocado en nosotros la certeza de la insignificancia de nuestra existencia, la posibilidad real de nuestra eliminación física sin posibiliad de reacción, la verosimilitud de las experiencias históricas de eliminación de pueblos, incluso civilizaciones enteras. Serán especulaciones, posibles exageraciones, reacciones apocalípticas, pero lo cierto es que nuestra sociedad hoy es consciente de su debilidad, diría más, de su insignificancia. Porque después de cualquier acontecimiento trágico, la vida continúa como si nada hubiera ocurrido, pero por el camino se quedan unos cuantos.

Sea cual fuere el devenir de nuestra sociedad por esta causa creo que debemos pensar en que existen aconteceres imprevisibles que modifican en un instante el desarrollo de cualquier sociedad, el desarrollo de cualquier persona y esta situación es real y así la historia nos lo narra.

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