La dirección de Panrico selló en la madrugada del martes un pacto con los sindicatos para ejecutar los 745 despedidos, un 40 por ciento de la plantilla, pero el acuerdo no se va a traducir por el momento en una paz social en sus factorías. Los representantes sindicales de la planta en Santa Perpétua de Mogoda (Barcelona), que se encuentra en huelga desde principios de octubre, se han propuesto impugnar el acuerdo, al que renuncian adherirse.
Esta fábrica es además la más castigada por el ajuste, ya que verá como mínimo reducida su plantilla de 350 personas a la mitad en tan sólo dos años. Y eso como mínimo porque fuentes de su comité de empresa creen que los ajustes pueden ser mayores. Según los planes de la empresa, antes de que finalice el año se concretará la salida de una treintena de trabajadores y para el próximo año, la marcha de otros 130.
Ante la huega que ha paralizado las instalaciones desde el pasado 12 de octubre, la empresa no se ha quedado sin embargo parada y se ha llevado la totalidad de su producción al resto de fábricas, como Valladolid, Córdoba, Madrid o Zaragoza. Los sindicatos no temen de momento por el cierre de la factoría, pero en el entorno de la compañía admiten desconocer cuál puede ser ahora su futuro y si esa producción se volverá o no a llevar a la planta de Santa Perpétua de Mogoda.
De momento, la situación de esta planta ha desatado una fuerte crisis interna en CCOO. La Federación Alimentaria del sindicato envió ayer un comunicado en el que asegura que se opone al preacuerdo sellado entre la empresa y UGT, que ha sido elevado a definitivo y vinculante "pese a que fue rechazado en su conjunto por las asambleas de trabajadores durante el fin de semana".
El problema, no obstante, es que sí que se adhirieron y firmaron el acuerdo representantes de CCOO de los comités de Sevilla, Valladolid y Zaragoza, lo que propició la firma del mismo. Según explican desde la Federación, su adhesión final al pacto fue "condicionada" por el sí que se registró durante el fin de semana por los trabajadores de sus respectivos centros de trabajo.
Pacto con los autónomos
El consejero delegado de Panrico, Carlos Gila, llegó el lunes por otro lado a un preacuerdo con sus repartidores autónomos para desbloquear la huelga que mantenían desde la semana pasada por el impago de facturas. El fabricante de Donuts despedirá así a 300 trabajadores autónomos del total de 1.800 que conforman su red de repartidores por cuenta propia.
Las indemnizaciones propuestas para este colectivo son de 25 días por año trabajado que se abonarán en un máximo de 18 meses. En un principio, la empresa se había propuesto despedir a 500. Además, Panrico propondrá un recorte salarial del 15 por ciento.
La empresa ha abonado ya 600 euros a cada uno de sus autónomos, aunque tras este pago debe una media de 1.500 euros a cada uno, según explicó el presidente de la asociación de autónomos ATA, Lorenzo Amor. Todo indica, sin embargo, que poco a poco Panrico está consiguiendo ver la luz al final del túnel y que, pese a la presión laboral, se salvará.