Existe una considerable oportunidad de mejorar el crecimiento económico y crear empleo con un mayor apoyo a la pequeña y mediana empresa , ya que en ella reside el principal factor de crecimiento de nuestra economía. Veamos por qué.
Aunque según se desprende de la mayoría de indicadores que se van conociendo el entorno económico está mejorando, aún no hemos abandonado una situación que hay que considerar como delicada y frágil. Y ¿ alguien piensa que el crecimiento vendrá de las grandes empresas, o de las administraciones públicas? Si bien es cierto que las primeras hacen grandes esfuerzos de competitividad, según las cifras del primer semestre del 2013 los ingresos de las empresas del Ibex han disminuido un 3 por ciento y el resto del mercado continuo ha aumentado sus ingresos en un 1,3 por ciento. En cuanto a las administraciones públicas siguen con el reto de disminuir el déficit y la deuda pública.
Mejores datos llegan de Estados Unidos. Según se desprende de la información facilitada por el National Center for the Middle Market para el segundo trimestre del 2013, que indica que la pequeña y mediana empresa de aquel país ha tenido un crecimiento de ingresos de alrededor del 5 por ciento y que el 70 por ciento de la creación de empleo proviene de estas empresas. Además, cerca del 50 por ciento de las pymes de aquel país esperan crear empleo en los próximos doce meses, mientras que este porcentaje el año pasado era el 38 por ciento. Asimismo alrededor de dos tercios de los directivos de estas empresas confían en que la economía de su país irá a mejor, siendo este porcentaje el año pasado el 50 por ciento.
En este punto haré mención de un aspecto que Association for Corporate Growth, asociación internacional que promueve el crecimiento de las empresas, ha venido apoyando también en Estados Unidos donde tiene su origen. Es crítico señalar la importancia que tiene para que nuestras empresas puedan desarrollarse y alcanzar mejoras como las que se desprenden de los datos apuntados, que puedan disponer de una financiación que posibilite su crecimiento, hagan posible adquirir otras empresas y financiar inversiones e inventario así como una adecuada gestión de los flujos de caja. Esta financiación se ve afectada por la debilidad de nuestro sistema financiero y su necesidad de disminuir su propio apalancamiento, además de los efectos de la crisis financiera internacional. Ayuda a hacernos una idea el dato facilitado recientemente por el Banco de España de que el peso del sector inmobiliario y de la construcción absorben el 45,6 por ciento del total de financiación de las entidades españolas.
También hay que tener presente que las refinanciaciones y el aumento de la morosidad hacen que la banca intente ser prudente a la hora de analizar peticiones de préstamos. Esto repercute en el aumento de los costes, por lo que la forma de financiarse las empresas en nuestro país tiene que cambiar hacia un modelo más parecido a otros países de Europa donde se depende más del mercado de capitales, emisión de bonos y otras vías como fondos especializados en deuda, prívate equities, etc.
Esta realidad ha llevado al Banco de España y al Círculo de Empresarios a crear comités específicos para analizar cómo se puede superar esta situación en que la banca refinancia operaciones antiguas pero no concede nuevos préstamos. Cuestiones como la limitación en la deducibilidad fiscal de la carga financiera a partir de ciertos límites también son cortapisas para el crecimiento de las empresas.
El futuro depende de que nuestras empresas y empresarios demuestren su capacidad de encontrar valor en aquello que para otros no lo tiene y posibilidades en lo que otros consideran imposible. Esto es lo que distingue al empresario y ha hecho avanzar al país, y hay que proporcionar las mejores condiciones así como eliminar las dificultades para que continúen haciéndolo. En este sentido la conocida como Ley de Emprendedores que ha anunciado el gobierno repetidamente sería un paso en la dirección adecuada, aunque falta ver cómo se concretará finalmente.