
Semillas Fitó no ha cesado su actividad durante la pandemia del coronavirus, lo que le ha permitido mantener sus ventas estables en la mayor parte del mundo, de manera que mantiene sus previsiones de crecimiento del 5% en el negocio, hasta alcanzar los 95 millones de euros.
Especializada en mejora genética, producción y distribución de semillas, Fitó está presente en 70 países, cuyas ventas le generan el 65% del negocio anual. La compañía, de capital cien por cien familiar, destina el 20% de sus ingresos a investigación de nuevas variedades -unas 50 al año-, con el objetivo de fomentar la innovación.
Muestra de ello es la variedad de tomate Monterosa -que garantiza el mismo sabor toda la temporada- y que se consiguió de la mezcla de la variedad catalana Pera de Girona y la italiana (Costoluto Genovese). En la actualidad, el tomate Monterosa es líder en producción en Cataluña con un incremento este verano del 20%, respecto al año pasado.
Las nuevas variedades se investigan en los diversos centros de investigación -hasta diez- que la firma tiene en España, Suiza, Turquía, Marruecos, México, India y Estados Unidos.
Con varios centros de producción de semillas alrededor del mundo y unos 700 empleados, Semillas Fitó se autodefine como "un motor de cambio de la agricultur (a", en palabras de su director de desarrollo, Jordi Ballester. /p> En la actualidad, la compañía desarrolla productos para sus cuatro líneas de negocio: hortícolas, gran cultivo, áreas verdes y hobby (una división de reciente creación desde la que venden semillas, en formato sobrecillos, para el agricultor amateur y semi-profesional, con las marcas FitóHobby para el canal tradicional y Eurogarden para la gran distribución.
La empresa, fundada hace 140 años en Barcelona y ahora en manos de la quinta generación de la saga Fitó, se encuentra entre los principales productores del mundo, entre los que figuran corporaciones químicas o farmacéuticas como Basf, Bayer, Syngenta y empresas holandesas de mucha tradición en el sector como RZ o Enza Zaden.
Ballester explica que están en un segmento con perspectivas de futuro porque el consumo de fruta y verdura está al alza y porque su apuesta por la investigación les permite dar respuesta a nuevos retos ya sea con variedades resistentes ante una nueva plaga, dando respuesta a las nuevas tendencias de consumo o adecuando las semillas a los cambios climáticos.
Explica Ballester que actualmente las variedades híbridas llevan incorporados paquetes de resistencias a virus, hongos, nematodos y bacterias muy completos que garantizan producciones mayores y facilitan el manejo ecológico o íntegra del cultivo. "Aún así, añade, van saliendo nuevas plagas sobre las que investigar continuamente, como ocurrió con el virus rugoso del tomate (Tomato Brown Rugose Fruit Virus "ToBRFV") que apareció en 2014, en Israel.
Transgénicos
Respecto a los cultivos transgénicos, Ballester expone que el número de hectáreas con cultivos transgénicos va subiendo año tras año. "A día de hoy y desde la introducción de la soja RR a finales de los años 90, no se ha contabilizado ninguna muerte por comer soja transgénica", añade y significa que ese es un motivo para "no bloquear el avance tecnológico, porque hay espacio para cultivos tradicionales y para cultivos transgénicos que deben estar bien regulados y sobre todo los productos deben estar bien etiquetados y el consumidor bien informado".
Desde el área de desarrollo de producto, Jordi Ballester manifiesta que para muchos consumidores de producto fresco, el precio continua siendo lo más importante -por ejemplo, a la hora de comprar tomate-, pero a la vez cada día más hay clientes dispuestos a pagar un alto precio por un tomate de sabor o de producción ecológica o de proximidad.
Conscientes de esta realidad y de que la crisis económica que se avecina podría frenar el consumo de los productos premium, Fitó no alterará su estrategia centrada en dar alternativas a aquellos productores que buscan mejorar la rentabilidad de su cultivo gracias a una mayor productividad, pero también a quienes persiguen hacerlo aportando valor añadido.
Siguiendo con el ejemplo del tomate, la empresa concretar que el consumidor desea ser sorprendido con sabores, texturas, colores, formas y todo aquello que sea atractivo y dé goce a los sentidos. Ahí dirige Semillas Fitó su línea de trabajo con más de 30 tipologías: de pequeño calibre, de diferentes formas, tamaños y colores muy apreciadas por los agricultores por responder a las demandas del mercado, que pide variedades de mucho sabor y que sean productivas.
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