Unas 3.900 viviendas de uso turístico de Barcelona se han reconvertido al alquiler residencial para subsanar la pérdida de demanda por la caída de la ocupación turística en la capital catalana como efecto del confinamiento decretado para atajar la crisis sanitaria del covid-19.
Así pues, sobre un parque total de 9.600 pisos turísticos censados en la ciudad, el 40% ya ha optado por trasladarse al alquiler residencial, según datos de la patronal del sector Apartur. Mientras, los 5.700 restantes esperan ser la mejor opción a elegir por los turistas que lleguen a la ciudad en los próximos meses.
Con estas medidas, el sector confía en que la mayor parte de los pisos turísticos existentes continúen operativos y se puedan mantener los 5.000 puestos de trabajo directos y los miles de indirectos que genera esta actividad.
Desde la patronal, su presidente Enrique Alcántara, afirma que en los próximos meses "se espera que predomine el turismo familiar y los pisos turísticos garantizan el distanciamiento social mejor que cualquier otra modalidad de alojamiento.
Apartur insiste en que cualquier cambio se lleve a cabo desde la legalidad a la que ya se ajustan todas las empresas asociadas a la patronal, evitando así la proliferación de nuevos alojamientos ilegales que tanto ha costado erradicar en los últimos años.
La patronal augura que la actual crisis hará disminuir los precios del alquiler a niveles similares a los de la crisis de 2008, cuando el alquiler cayó alrededor del 17%. En este sentido insiste en la falta de oferta de alquiler que hay en la capital catalana, a precios asequibles. Debido a ello, los asociados de Apartur desde el inicio de la crisis del covid-19 han puesto a disposición de personal sanitario y de residencias un total de 250 pisos turísticos de forma totalmente gratuita para su uso como vivienda temporal.
Además, según Apartur, "la lucha por la sostenibilidad, el trabajo remoto y los riesgos sanitarios en las grandes ciudades invertirán, a medio plazo, la tendencia de concentración de población en las ciudades, trasladando la presión sobre los precios en la periferia", explica Alcántara.