Cataluña

Encrucijada: El presente decide el futuro

  • El modelo de sociedad depende de los gobernantes elegidos para conducirla
Juan Carlos Giménez-Salinas. EE

Como norma general creemos que el momento presente siempre es el más conflictivo o el que nos genera más problemas. Este pensamiento nos invade porque el presente nos requiere un esfuerzo especial para superarlo y esta inquietud que nos invade nos beneficia, ya que empleamos nuestra mayor energía en resolver lo de hoy para mejorar el mañana.

El juego de la vida, y le designo como juego para quitar hierro a los aconteceres desabridos, nos conduce de un modo continuado al conflicto de intereses, a visiones diferentes de cómo enfocar la vida y la sociedad, a aspiraciones dispares de muchas personas que pretenden sociedades contradictorias. Esta permanente conjugación de ambiciones discrepantes es el juego de la vida.

A pesar de describir una aparente normalidad de un constante conflicto, es un juego muy delicado y sensible que debe tomarse en serio. Las familias, las empresas, las sociedades discurren por cruces de caminos que deben decidir tomar, cruzar o iniciar un desvío y según la dirección que asuman les conducirá hacia un lugar o hacia otro.

El futuro se decide en el presente y todos somos responsables de los aconteceres venideros. Ninguno de nosotros podemos alegar excusa alguna derivada de nuestra toma de decisiones a lo largo de nuestras vidas. A las sociedades les ocurre lo mismo, según elijamos a nuestros representantes políticos, según las ideas o ambiciones que posean los personajes que hemos escogido para gobernarnos, alcanzaremos un modelo de sociedad determinado y el futuro de aquella sociedad será uno u otro en función de las personas que nosotros elijamos para conducirnos. Se trata de un juego, juego permanente y muy serio.

Nos encontramos hoy en una de estas encrucijadas que nos marcarán un futuro a medio plazo. Según cómo se configure este nuevo gobierno integrado por perdedores ambiciosos, PSOE y Podemos, tendremos la certeza que nuestro modelo societario dejará de ser el actual para transformarse en un modelo que inquietará a los generadores de riqueza y posibilitará el advenimiento de visionarios deseosos de sociedades igualitarias. Esas sociedades ideales en las que todos sus habitantes viven en un mundo feliz y que solamente se consiguen mediante la represión, la coacción y la eliminación de las libertades en beneficio exclusivo de la clase dominante.

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se ha coaligado después de haber perdido diputados las formaciones que lideran. Carecen de mayoría en el Congreso y pretenden convencer a los variopintos partidos minúsculos para sumar suficientes diputados para alcanzar su investidura. Sin entrar, por desconocerlo, en las promesas y compromisos que alcanzan con estas pequeñas formaciones, es seguro que les prometerán la luna, con la consiguiente desilusión posterior por no haberla alcanzado. Si sale, que es posible, será un gobierno débil, incapaz de resolver los problemas que hoy tiene España, en especial el territorial.

Si prospera a pesar de las dificultades, quien mandará en el Gobierno será Pablo Iglesias, comunista declarado, porque es el más radical y sus bases le exigirán una acción política acorde con sus ideas. Y Pedro Sánchez, socialdemócrata, se encontrará en sus manos, porque sin Iglesias, Sánchez no será presidente del Gobierno a menos que cambie a Podemos por el PP, coalición que siempre he visto como la mejor para superar este momento delicado que vivimos.

Cualquier coalición con el señor Iglesias comportará políticas radicales, porque sus héroes son los líderes latino americanos que han conducido a sus respectivos países hacia sistemas totalitarios. Con estas ideas y estos objetivos no podremos aspirar a tener un futuro relajado.

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