Llevo varias días haciéndome la pregunta de si la patronal de Castilla y León tiene arreglo y créanme que todavía no he encontrado la respuesta.
Durante los últimos meses, la Confederación de Organciaciones Empresariales de Castilla y León (Cecale) lleva protagonizando un escandaloso espectáculo que parece no tener fin. Cuando las cosas parecían que se encauzaban, de nuevo sus dirigentes vuelven a la gresca mientras los empresarios de a pie tratan de sobrevivir en la más absoluta y vergonzosa de las soledades.
Cuando hace unos días, el presidente de Cecale, el soriano Santiago Aparicio -al que no se le puede reprochar que no le esté echando ganas- hizo público que tres de las nueve patronales provinciales incumplían la palabra dada y se negaban a pagar la parte que les corresponde para cubrir la deuda de la estructura regional, me vino a la memoria la famosa frase "Joder qué tropa" que dicen que espetó el Conde de Romanones cuando no consiguió ningún voto para ser elegido para ser académico pese a que le habían comprometido previamente los apoyos necesarios.
Que el presidente de la patronal salmantina, Juan Antonio Martín Mesonero, esté metido en la nueva escaramuza no puede sorprender a nadie. Lleva años buscando protagonismo a costa de debilitar el órgano de representación de los empresarios.
Sí me ha sorprendido que se uniesen a la clá el vallisoletano José Antonio de Pedro y el zamorano José María Esbec, ambos recién llegados a sus puestos. De Pedro corre el riesgo de que alguno coja el refranero y le termine por aplicar aquello de "dime con quien andas y te diré quien eres".
El sabrá qué imagen quiere proyectar de quien ha sido elegido para representar a los empresarios vallisoletanos, pero ha comenzado a recorrer una senda inquietante.
Mientras, el zamorano José María Esbec parece no haber querido perder ni un minuto en comenzar a seguir los pasos de su antecesor, Ángel Herrero, de infausto recuerdo. Lo dicho ¡Joder qué tropa!
RAFAEL DANIEL
Delegado de elEconomista en Castilla y Léon
