Castilla y León

Abanderadas de un cambio histórico: Tres mujeres se sientan por primera vez en el Consejo Rector de Acor

REyes, Conchi y Mónica en primer plano junto al resto de los integrantes del Consejo de Acor (Ana Rodríguez)
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Concepción González Moreno, María Reyes Maroto Martín y Mónica Martín García llevan por primera vez la voz de las mujeres al máximo órgano de la cooperativa remolachera, sabedoras de que están abriendo un nuevo camino y confiadas en que otras sigan sus pasos.

Faltan pocos minutos para las diez en punto de la mañana y a la sede en la capital vallisoletana de ACOR, una de las cooperativas agrarias más importantes de España, comienzan a llegar los veinte integrantes del Consejo Rector para la habitual reunión quincenal que tienen programada en sus agendas. Desde las últimas elecciones celebradas en el seno de la entidad el 8 de marzo de 2019 –curiosamente el Día Internacional de la Mujer-, tres mujeres se sientan por primera vez en la mesa donde se decide el futuro de esta Sociedad Cooperativa General Agropecuaria, que agrupa a 4.400 socios y lidera el subsector de la remolacha y el azúcar en nuestro país. Concepción González Moreno, María Reyes Maroto Martín y Mónica Martín García son las primeras que han cruzado una puerta que hasta ahora, y en los 58 años de historia de ACOR, sólo habían abierto hombres.

Se sienten orgullosas de haber dado el paso, de haber sobrepasado esa barrera invisible, que, sin obedecer a estatuto o norma interna alguna, se había levantado en la cooperativa -como en tantas otras de mundo agroganadero y en sintonía con la fotografía de la propia actividad en sí-, que relegaba a las mujeres al trabajo en la sombra. Desde hace casi un año, las tres aportan voz femenina a la mesa del principal órgano directivo de su asociación satisfechas, no por lo que supone a nivel personal, sino por lo que representa: entrar a forma parte del Consejo las ha convertido en ejemplo para las cooperativistas, en referente para otras que, como ellas, quieran estar "donde suceden las cosas".

Conchi, Reyes y Mónica, ingeniera agrónoma, diplomada en Educación y veterinaria, respectivamente, gestoras las tres de explotaciones agrícolas, son algunas de las que abanderan el cambio histórico en el cooperativismo agrario español; son el espejo en el que se refleja la nueva realidad del campo, un campo en el que, derruidos anacrónicos muros, las mujeres tienen cada vez más que decir.

"Fenomenal". Así describe Conchi González, que dirige la Finca Mestajas y sus 350 hectáreas de extensión dedicadas a remolacha, maíz, alubia y cereales en la localidad leonesa de Valcabado del Páramo, cómo ha sido el recibimiento que las han dispensado el resto de miembros del Consejo Rector y, en general, el conjunto de cooperativistas. Especialmente cálido, "genial", define Reyes, el dispensado por las socias. "Al ser mujeres, como que tienen más confianza contigo", señala esta abulense que, al enviudar hace algunos años, tuvo que echarse al hombro el trabajo de 400 hectáreas de cereales, remolacha, girasol y patata, y compatibilizar el campo con el cuidado de tres hijas.

Con la tranquilidad que les han dado esa naturalidad con las que unos y otras han asumido su presencia en el principal órgano decisorio de ACOR, ahora comparten tono relajado al hablar del camino hasta el Consejo Rector que la candidatura encabezada por Justino Medrano las invitó a recorrer hace un año, y sonríen al echar la vista atrás y recordar el momento en el que comenzaron a romper la barrera del cero por ciento.

La decisión

A las tres se lo propusieron y las tres aceptaron. Cochi González, que ocupa la Secretaría del órgano rector, lo tuvo claro desde el principio: "dije que sí porque prefiero yo tomar decisiones a que las tomen por mí"; también, enfatiza, "para ayudar a León y poner sobre la mesa del Consejo la realidad del cultivo de la remolacha en esta provincia, que siempre ha estado un poco en segundo plano".

Tampoco tuvo muchas dudas Mónica Martín García, que, en Pollos (Valladolid), dirige la Finca Herreros y gestiona todo lo que pasa en sus 100 hectáreas destinadas a guisantes, remolacha y otros cultivos hortícolas. La ahora integrante del Comité de Recursos ha tenido una "vinculación familiar muy estrecha" con ACOR –el marido de su tía abuela, Adolfo Sánchez, fue uno de los fundadores-, y creía que el cambio que representaba la candidatura de Medrano "era bueno" para la cooperativa, como también la presencia femenina en esa candidatura "para empoderar un poco a la mujer", algo en lo que se confiesa "muy reivindicativa".

Tanto Mónica como Conchi aseguran que se sintieron apoyadas por su entorno familiar, como también le ocurrió a Reyes, si bien ella reconoce que inicialmente estuvo "indecisa" pues le pesaba demasiado en la conciencia el "bastante tengo con lo que tengo". Finalmente, alentada por el deseo de dar voz a las agricultoras y de representar también a los cooperativistas de Arévalo y, por ende, de Ávila, accedió y hoy es una de los cuatro interventores de Cuentas.

Cada una en un área, las tres comparten, en todo caso, que lo están llevando bien y que "ese inevitable temor inicial por lo que va a implicar" la nueva situación, está ya más que superado.

Cuestión de confianza

En este sentido, subrayan que lo que fundamentalmente implica dar un paso al frente es apenas un poco de tiempo y dedicación, si al final cuentas, como es su caso, con confianza y seguridad en la valía propia. Sin embargo, es aquí precisamente, en la intersección de las variables tiempo y confianza, donde creen que está en buena medida la losa que impide a muchas agricultoras y ganaderas salir de la sombra. "Es cierto que el mundo rural es todavía muy masculino y machista, pero, a nivel de técnicos ya se van viendo incluso más mujeres" y "las primeras que tenemos que creer y convencernos de que podemos estar somos nosotras; y muchas no están mentalizadas de ello", afirma Mónica Martín sobre las causas a las que obedece la escasa presencia de rostros femeninos en los órganos de decisión.

"Creo que no es porque no nos acepten los hombres –añade Conchi tras subrayar que ella nunca se ha sentido menospreciada por ser mujer-, sino más bien por falta de tiempo, porque por lo general las mujeres asumimos más responsabilidades familiares y tememos que salir reste tiempo a ese ámbito doméstico".

Medidas para una transición

Respecto a las posibles medidas a adoptar para contrarrestar esa falta de seguridad y arrojo que en muchas ocasiones atenazan a las mujeres, muestran pareceres distintos sobre la que se ha convertido en la más popular: la de los listados paritarios en procesos electorales como el que ellas vivieron hace un año. "No soy partidaria, pues parece como que fuéramos de saldo. Creo en el valor de las personas y no en si somos mujeres u hombres", afirma con contundencia Conchi. Lo comparte, en cierto modo, Mónica, aunque en su caso lo ve "un poco necesario, como una medida de transición" hasta que se consiga esa mentalización por parte de las mujeres de que podemos estar donde nos propongamos estar".

Más allá de esta medida particular, las tres consideran necesario, eso sí, impulsar acciones que den ese imprescindible empuje al colectivo de agricultoras; acciones que pueden pasar por charlas informativas y seminarios que las ayuden a mejorar en su trabajo cotidiano y favorezcan, con ello, su confianza. También por cursos enfocados a ayudarlas a asumir ese papel de titulares de explotaciones –principales o de forma compartida-, que muchas ya desempeñan en la práctica pero sin vinculación jurídica real, para, desde esa posición, alentarlas a afrontar, si es su deseo, el siguiente paso: el salto a cargos representativos. Y, por supuesto, por la divulgación de casos como el suyo "para que sirva de ejemplo", para que a través del efecto contagio motive a otras a no tener miedo a buscar posicionamiento en las esferas de poder.

Desde sus nuevas sillas en el máximo órgano decisorio de ACOR, Reyes, Mónica y Conchi aseguran estar dispuestas a buscar fórmulas y a proponer en esa línea, convencidas de que tendrán el respaldo de sus compañeros en el Consejo Rector. No en vano, entienden que a estas alturas, nadie duda ya de que la presencia de mujeres en órganos decisorios de entidades como las cooperativas agrarias aporta "una visión diferente", dice Reyes antes de recalcar que la mayor experiencia en la gestión de la economía doméstica que por lo general tienen las mujeres puede traducirse en "innovación" e ideas frescas en determinadas cuestiones. "Somos un complemento", añade Mónica.

Sumar para defender la remolacha

Y como complemento, precisamente, Conchi, Reyes y Mónica comparten el de remar -junto a sus compañeros hombres-, todos a una, para lograr que la Sociedad Cooperativa General Agropecuaria ACOR mantenga las 14.000 hectáreas que actualmente comprende su negocio remolachero, que no haya que bajar los precios a los socios e incluso se pueda conseguir un retorno para esta gran familia. En definitiva, sumar para "mantener esta entidad que da de comer a tantos cientos de personas en Castilla y León", rubrica Conchi.

Avances ¿suficientes?

Las cooperativas son hoy las empresas en las que más participan las mujeres y se calcula que representan más de las mitad de los 1.217 millones de cooperativistas que hay en el mundo. Muchas han salido del anonimato, pero el campo sigue presentando un fuerte patriarcado que atenaza a algunas a la hora de dar un paso al frente. El esfuerzo por parte de las administraciones y de las propias cooperativas para que esa situación se revierta parece, no obstante, que va dando sus frutos.

Claro ejemplo es el dato con el que Cooperativas Agroalimentarias Extremadura cerraba 2019: un 19% más de mujeres en consejos rectores (de 132 a 163). También el de la propia ACOR, a cuyo Consejo Rector se han incorporado las primeras tres mujeres, con un peso del 15% en una mesa en la que se sientan 20 representantes del conjunto de 4.400 cooperativistas. Precisamente, ese porcentaje de representación femenina difiere apenas ligeramente del 16,3% que las mujeres suponen en el conjunto de la cooperativa, donde suman 718 –por 3.682 hombres-. Ahora bien, si echamos la vista atrás y nos situamos en 2010, la cifra de socias en ACOR ascendía a 656, dato que refleja en términos absolutos apenas 62 mujeres asociadas más durante la última década y que subraya que, efectivamente, queda camino por recorrer.

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