
Las cincuenta escuelas de surf que hay en Canarias ya están operando a casi el 100% de su actividad. Con el descenso de turismo en las islas, las enseñanzas de deportes deslizantes se reactiva de la mano de escolares, que están sin colegios por el caos que denuncian padres y profesores. El presidente de la Federación Canaria de Surf, Ángel Lobo, destacó este martes "la ejemplaridad y la profesionalidad de todos los centros oficiales donde se da enseñanza de surf" y que "el sector se está volcando en el ámbito local y con un aumento de medidas de control y de autoexigencias".
En las escuelas de surf de Canarias se han activado medidas de control como impidiendo el intercambio de equipos o mantener las correspondientes distancias. A favor de estos centros juega la ordenación de las playas por parte de las corporaciones locales y que el propio Covid19 se diluye por la acción de la sal marina y el agua. En Canarias antes de cada clase se desinfecta todo y se proporciona información a los usuarios o padres con anterioridad a un registro de constantes vitales como la temperatura antes de abandonar la escuela. Los deportistas deben llevar su propia agua embotellada y se prohíbe compartir protectores solares. Antes de lanzarse al agua la separación entre alumnos es de cuatro metros. El monitor se ubica de cara a la dirección del viento, tanto en la arena como en el agua, siempre que sea posible.
Las distancias de seguridad en la actividad en el agua, deben ajustarse a la particularidad de la playa, tanto en disponibilidad de uso de espacio como demanda o intensidad de afluencia, prevaleciendo siempre la máxima distancia de seguridad. La científica de la Fundación Surfrider, Katie Day, dijo el pasado mes de mayo en un seminario web de Actualización de Investigación Coronavirus organizado por la Water Research Foundation, afrimó que hasta los estudios de contagio se han realizado sobre agua dulce, "por lo que no está claro si nadar en playas de agua salada eleva el riesgo de contraer Covid 19. Sin embargo, la propagación comunitaria es un problema grave, por lo que pasar tiempo en playas populares, si está en contacto cercano con otros visitantes de la playa, aumentará su riesgo".
Algunos riesgos pueden provenir de la exposición a la contaminación de aguas residuales, lo que también podría exponer a los surfistas a patógenos transmitidos por las heces que pueden causar síntomas como malestar estomacal; infecciones de oídos, ojos, nariz y garganta, así como también infecciones más graves. "Incluso si se determina que recrearse en vías fluviales contaminadas con aguas residuales no es una ruta de transmisión para COVID-19, aún podría exponerlo a otros patógenos que podrían reducir su sistema inmunológico en general", apostilló la experta.