Canarias produce el único tinte natural del mundo con la distinción de Denominación de Origen Protegida. Producir cochinilla en Canarias cuesta un promedio de 80 euros por kilo de materia seca, envasa y apta para su venta, de acuerdo con el estudio de costes que el Gobierno canario para defender ante la Comisión Europea su petición de que reciba ayudas oficiales de la UE.
Lorenzo Pérez, productor artesanal de las islas, recuerda que "los colorantes sintéticos son nocivos para el medio ambiente y tenemos una DOP Cochinilla de Canarias. Si en alimentación hay tendencia por colores naturales, debemos fomentarla así como su uso en el sector textil". Con el insecto parásito del nopal se obtiene un extracto de color rojo natural o carmesí que se ha utilizado como tinte para textiles durante siglos. La Asociación de Criadores y Exportadores de Cochinilla de Canarias (Acecican) promocione los tintes naturales, que se pueden encontrar de forma cotidiana en productos como yogures. Es el colorante E120.
Canarias busca que Bruselas vea es necesario compensar el sobrecoste que soportan en Canarias los productores de este insecto, utilizado para fabricar tintes, por su gran importancia cultural, paisajística y medioambiental: producirlo cuesta un dineral. Los productores de las islas se enfrentan a la competencia de los principales países productores, como Perú o Etiopía, con costes mucho más bajos, para prescindir de intermediarios y conseguir márgenes comerciales más interesantes. Un estudio oficial de Canarias recoge que la cochinilla de las islas está reconocida como un producto de alta calidad por tener un mayor nivel de ácido carmínico que la de otros orígenes.
El potencial de la cochinilla como tinte natural tiene futuro porque la regulación internacional respecto a los artificiales se ha endurecido en los últimos años. Este cultivo, con bajos requerimientos de agua, se lleva a cabo de forma respetuosa con el medio ambiente, evitando además la erosión de zonas rurales abandonadas. El cultivo de la cochinilla en Canarias se introduce procedente de México en el primer tercio del siglo XIX, cuando tras producirse una de las crisis cíclicas de la agricultura, se plantea la sustitución de los cultivos de azúcar y la vid.
La cochinilla alcanzó su máximo esplendor en las islas de 1845 a 1866, propiciado por el aumento de la demanda de la industria textil, que no podía ser atendida exclusivamente por la producción americana. En la actualidad el cultivo tradicional está limitado a ciertas zonas de Lanzarote y una explotación en Gran Canaria.En La Palma se han realizado experiencias en los últimos años para su cultivo bajo invernaderos, aunque en una superficie muy reducida.
En Canarias existen varios factores que determinan el carácter específico de este producto, así, a diferencia de la cochinilla obtenida en otros territorios, en las islas se cultiva un único tipo de huésped, es decir, de tunera, y un único tipo de insecto; y el secado es natural, sin componentes químicos, utilizando únicamente el calor del sol. A ello se suma que la perfecta adaptación tanto de la planta como del parásito a las condiciones del territorio, le confieren al producto unas características de calidad, que se manifiestan en una baja humedad y una elevada concentración de ácido carmínico, indica la nota.
El cultivo de la cochinilla en el archipiélago se introdujo en el primer tercio del siglo XIX, cuando, tras producirse una de las crisis cíclicas de la agricultura, se plantea la sustitución de los cultivos del azúcar y la vid, lo que coincidió con el auge de la industria textil en Europa que demandaba todo tipo tintes, entre ellos, en un lugar destacado, el carmín. Aunque en la actualidad la producción se ha reducido notablemente en el archipiélago, en algunas zonas de Canarias su cultivo sigue jugando un papel en la economía local, donde las labores propias de las producción han derivado en un saber hacer, fundamentando en un modelo artesanal de obtención del producto, que se ha ido trasmitiendo de generación en generación, y que ha conducido a que surgieran vocablos propios vinculados a la actividad.
La Real Fábrica de Tapices ha firmado un convenio de colaboración con Acecican para el desarrollo y mantenimiento de los oficios textiles artesanales y con ello la promoción de los tintes naturales. La Real Fábrica de Tapices es una de las pocas manufacturas históricas que ha logrado sobrevivir hasta nuestros días manteniendo la misma actividad productiva que fue la razón de su origen. Por ello, considera necesario crear lazos con entidades que protegen los saberes tradicionales, siempre en consonancia con la sostenibilidad y la puesta en valor del patrimonio.