El invierno de ventas del plátano de Canarias en 2020 es distrinto a otros ejercicios. Se ha convertido en el primer subsector primario de España en certificar su huella de carbono desde su producción hasta su distribución y venta en la Península.
Los productores de las islas, agrupados en Asprocan bajo la presidencia de Henry Sicilia, mantienen el argumento de la sostenibilidad para defender el régimen de ayudas a las que tienen acceso por parte de Bruselas desde 1993. Así, la patronal del sector recuerda que el sector platanero canario fue hace 6 años el primero en España en certificar la veracidad del cálculo de las emisiones de gases de efecto invernadero en el proceso de cultivo, procesamiento, distribución y maduración del producto.
El bajo impacto ambiental del cultivo del plátano en Canarias se ha puesto de manifiesto con un valor de huella de carbono de 195,16 gramos de CO2 por kilogramo de fruta, lo que lo sitúa en los niveles de mayor sostenibilidad acreditada de su categoría. Las buenas prácticas de campo, a través de la conservación del suelo como recurso, así como el uso eficiente de los recursos y la gestión integrada de plagas han sido elementos clave para la obtención de dichos resultados que, a su vez, certifican que el cultivo tradicional que conlleva el plátano en Canarias tiene efectos muy positivos no sólo en su calidad sino también para su entorno, añade.
Al respecto, Asprocan puntualiza que este conjunto de medidas están muy alejadas de la realidad de sus competidores internacionales, marcada por constantes tratamientos fitosanitarios recurrentes y que se valen de sistemas de control muy alejados de los exigentes estándares europeos.
Desde hace varios años, la misión de proporcionar plátanos de la mayor calidad nutricional y sanitaria se ha visto reforzada con la implantación del plan de autocontrol de residuos de fitosanitarios del sector. Este programa representa igualmente un modelo propio que en base a la organización del sector alcanza al 100% del sector de los productores de plátano.
Este protocolo define unas líneas básicas de obligado cumplimiento para alcanzar un producto de calidad basado en la seguridad alimentaria del consumidor, la seguridad laboral de los trabajadores de campo y la protección medioambiental. Asprocan, a través de su Comité Técnico, ha desarrollado este protocolo de autocontrol de residuos fitosanitarios, que se lleva aplicando para el control de la seguridad alimentaria desde 2010.