La amistad es uno de los valores principales que conforman la conducta social de las personas y, sin embargo, es un concepto que está en crisis porque la mayoría de sistemas educativos del mundo no aciertan a cultivarla adecuadamente con la generación de vivencias y sentimientos en el niño. La Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE) ha lanzado esta alerta coincidiendo con la celebración del Día Internacional de la Amistad el próximo domingo, 30 de julio.
El Día Internacional de la Amistad nació en 2011, promovido por la Asamblea General de las Naciones Unidas con la idea de que la concordia entre pueblos, países, culturas y personas pudiera inspirar iniciativas de paz y presentase una oportunidad de tender puentes entre las comunidades fomentando el respeto por la diversidad. Según AMEI, es durante los primeros años de escolarización cuando la amistad tiene que germinar.
Aunque las criaturas tienen una tendencia innata a la socialización, el egoísmo también forma parte de su naturaleza humana, apunta AMEI, ya que les sirve para cuidarse y protegerse. Por eso, "la amistad debe estimularse desde las primeras edades, cuando las conductas insolidarias y egocéntricas son frecuentes", recomienda Juan Sánchez Muliterno, presidente de la Asociación Mundial de Educadores Infantiles. Solo cuando el entorno empieza a modelar el desarrollo del niño y este realiza acciones a favor de los demás, el egocentrismo inicial va dando paso a una conducta amigable.
Pedagogos y psicólogos coinciden en que, para estimular la amistad en niños y niñas, es necesario formar nociones, conocimientos, habilidades, emociones, vivencias y sentimientos que los preparen para convivir armoniosamente. Y es que los conocimientos por sí solos no garantizan la formación del valor, sino que han de acompañarse de vivencias emocionales. Es decir, que los valores no se enseñan como tales, sino que surgen como consecuencia de la realización de actividades que sean de interés para los niños y que actúen sobre la composición de principios morales. Por este motivo, realizar únicamente esfuerzos externos para orientar la conducta de los pequeños resulta insuficiente.
Aprender a ser amigo implica que el niño o niña no se pelee con los compañeros del aula, que comparta sus juguetes y converse con las demás criaturas, y que trate de ayudar a un compañero que ha procedido mal y le explique lo incorrecto de su acción, convenciéndole de que ha infringido las reglas sin ir a quejarse al maestro.
"El papel de padres y docentes en este proceso de aprendizaje es insubstituible", apostilla Sánchez Muliterno. "Ellos son los que deben ayudar a los infantes a conocer quién es un buen amigo y por qué, cómo se comportan los buenos amigos y cómo mantener una buena amistad: preocupándose por sus compañeros y esforzándose por hacer algo útil en beneficio de los otros".
En este sentido, uno de los errores más frecuentes en la formación de valores como la amistad es, según AMEI, el hecho de trabajarlos exclusivamente como ejes transversales. Como explica Juan Sánchez Muliterno, "este es un fallo importante que se da con excesiva frecuencia, ya que el valor no llega a trabajarse en la práctica pedagógica y además genera dificultades para relacionar el objetivo general con los otros más específicos". Y añade: "El valor de la amistad hay que trabajarlo en la escuela al igual que se deberían trabajan otros valores como la tolerancia, la confianza mutua, la confianza en uno mismo, la autoestima o el esfuerzo".
Pese a todo esto, AMEI-WAECE recalca que la educación en valores es la asignatura pendiente de la mayor parte de los sistemas educativos del mundo.