Recientemente el Ministerio ha llegado a un acuerdo con las autonomías por el cual se establece que los alumnos de Bachillerato solo obtendrán el título con todas las materias aprobadas mientras que a los de la ESO no se les exigirá una nota media de un 5 tal y como recogía la Lomce. Esta nueva norma ha suscitado un polémico debate entre aquellos a los que se ha denominado en algunos medios "ortodoxos" que se niegan a la posibilidad de que un alumno pueda graduarse con asignaturas pendientes, y los "posibilistas" quienes insisten en no centrarse tanto en valores numéricos sino en las competencias adquiridas durante el aprendizaje.
¿Qué posición deben ocupar los centros de educación en esta encrucijada? Por un lado resulta interesante que en niveles de educación secundaria obligatoria (ESO) la tendencia se dirija más hacia las competencias y habilidades desarrolladas por los alumnos durante los años de formación que a la consecución de una nota que les limite. Esto podría ayudar a controlar los datos de abandono escolar que ponen en duda, en ocasiones, la calidad del sistema. Por otro lado, resulta importante poner en valor el mérito y el esfuerzo de los jóvenes estudiantes dentro del sistema educativo ya que, tras la formación, la competencia del mercado de trabajo no entenderá de medias aritméticas sino de esfuerzo, habilidades, competencias y excelencia. El ideal sería alcanzar un punto en el que la adquisición de competencias y el esfuerzo individual marcara la diferencia. Mientras tanto, el debate del 5 está servido.