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"La universidad sufre una crisis de identidad"

La directora ejecutiva del Centro Interuniversitario de Desarrollo (CINDA), la socióloga chilena María José Lemaitre, asegura que en el campo de la educación, "muchos países todavía tienen tareas pendientes". Las prioridades de inversión y gasto público en América Latina no se centran en este ámbito.

María José Lamaitere, Directora Ejecutiva del Centro Interuniversitario de Desarrollo, CINDA

1. ¿Cuál va a ser el paradigma de la educación superior?

Me parece difícil pensar en EL paradigma de la educación superior. Hoy más bien vemos una tensión entre una educación superior pensada para una élite, con fuertes intereses académicos, centrada en la generación de conocimiento, y una educación superior que enfrenta demandas múltiples y diversas, provenientes de estudiantes de distintas edades, orígenes, calificaciones de entrada, características socioculturales, intereses, aspiraciones, dedicación ? y casi cualquier otra variable que uno pudiera imaginar; de un medio laboral que requiere personas formadas en competencias técnicas, pero también en habilidades genéricas, o transversales; de un mundo del conocimiento que requiere un trabajo integrado nacional e internacionalmente.

En esas circunstancias, es probable que evolucionemos hacia una educación superior múltiple, que busque responder de manera diferenciada a estas demandas y necesidades también diversas.

Si se miran las instituciones, tal vez el rasgo más característico es que todas ellas están pasando por una crisis de identidad: ¿qué define hoy a una universidad? ¿Cómo se compatibiliza la forma tradicional de pensar la universidad con la existencia de universidades de investigación, con investigación, esencialmente docentes, presenciales, a distancia, on line, mixtas, con docentes y estudiantes de tiempo completo y de tiempo parcial? ¿Qué define la formación profesional y técnica?

2. ¿Qué diferencias existen entre el mundo educativo de Latinoamérica y el europeo?

Una de las diferencias que me parecen relevantes viene de la condición demográfica de los distintos continentes. En América Latina, hay una población joven todavía creciente, en cambio en Europa ya se ha llegado a una situación en que este grupo etario ha ido disminuyendo, lo que por supuesto, genera cambios importantes desde el punto de vista de la organización de la provisión de educación superior.

Otra diferencia es el hecho de que Europa cuenta con un acuerdo político que incluye la educación superior. Esto ha tenido consecuencias signficativas, que están ausentes en América Latina: un espacio común de educación superior, acuerdos con respecto al reconocimiento de títulos y calificaciones, movilidad de estudiantes, académicos y profesionales, todos ellos aspectos muy difíciles de lograr en una región donde las diferencias entre países son muy grandes.

Hay también una diferencia en el volumen de recursos que es posible movilizar en el campo de la educación superior. Las prioridades de inversión y gasto público en América Latina no priorizan la educación superior, por cuanto hay ámbitos que en muchos países son considerados como más urgentes: la reducción de la pobreza, la expansión de servicios de salud, el medio ambiente; en el campo de la educación, muchos países todavía tienen tareas pendientes en el campo de la educación preescolar, primaria y secundaria, y cuesta trasladar recursos desde esos campos a la educación superior, todavía considerada como una educación para las élites (lo cual es discutible, pero políticamente difícil de defender).

Dicho eso, creo que en todos, o casi todos los países, hay enclaves educativos de alto nivel, que no se distinguen significativamente de muchas de las instituciones equivalentes en Europa.

3. ¿Cree que la ecuación puede ser gratis como anuncia la presidenta de Chile, Michelle Bachelet? ¿Cree que su reforma es idónea?

Creo que nada es gratis en este mundo. Sí podemos avanzar hacia una educación que no exija que el estudiante vea condicionado su acceso a la educación superior a su capacidad de pago o endeudamiento, pero la pregunta que sigue es quién va a pagar por ello, cuándo y con qué. La respuesta hasta ahora ? sobre todo desde una perspectiva de mercado, con el enfoque neoliberal que ha caracterizado a la educación en Chile ? ha sido dejar en libertad a las instituciones para fijar aranceles, definir calidad y organizar su oferta, limitando el rol del estado a proveer becas y subsidiar sistemas de crédito para facilitar el acceso a los estudiantes de menores recursos.

La reforma no se ha pronunciado aún sobre la fuente de los recursos necesarios para asegurar el acceso gratuito a la educación superior. Pueden ser impuestos generales (lo que puede afectar de manera desmedida a grupos que no acceden a la educación superior) o impuestos especiales, por ejemplo, gravando los ingresos de quienes han accedido a la educación superior, y que por ese solo hecho logran incrementarlos. Hay evidencias claras de que el paso por la educación superior significa mayores ingresos, mayor empleabilidad y una empleabilidad más prolongada, todos los cuales son beneficios privados de la educación superior. Parece razonable, por consiguiente, que quienes reciben esos beneficios respondan a la sociedad con el pago de un porcentaje de sus ingresos durante un plazo fijo. En todo caso, este es un tema abierto, que no me cabe duda de que generará un amplio debate.

La reforma planteada por la presidenta apunta a cambiar el paradigma, lo que a mi juicio, es indispensable. Tenemos que recuperar una educación ? primaria, secundaria y superior - que efectivamente sea reconocida como un derecho social, que no está condicionado a la capacidad que un estudiante o su familia tenga de pagar.

Sin embargo, cambiar un paradigma no es fácil, precisamente porque los conceptos, valoraciones y medidas que son válidas en uno, no son necesariamente válidos en el nuevo. A esto se agrega que el cambio implica amenazar intereses privados muy fuertes, que por supuesto, defenderán la mantención del statu quo. Será un proceso largo y complejo, que espero llegue a buen término.

4. ¿El e-learning es una solución o una amenaza para la educación superior?

Me imagino que, como todas las cosas, depende de cómo se implemente. En el seminario que se organizó en Barcelona, se dieron abundantes ejemplos de la forma en que el e-learning puede contribuir a ampliar las oportunidades de enseñanza y aprendizaje, y en este sentido, es claramente una oportunidad.

Hay un espacio importante para el e-learning en la educación presencial, que, con todo, es la modalidad predominante en América Latina. Hay además una consideración que no es menor: la cobertura de educación superior en América Latina es amplia, sobre todo en las zonas urbanas. Para las zonas semiurbanas o rurales en nuestra región, el e-learning no es una solución por un problema de conectividad.

5. ¿En Latinoamérica hay diferencia entre la escuela pública y la privada? ¿En qué consiste?

Latinoamérica es un continente, donde hay diferentes modelos de escuela pública y privada. No soy una experta en los sistemas escolares; puedo hablar del caso chileno. En Chile, la provisión escolar es mixta, con escuelas públicas dependientes de municipios y escuelas privadas dependientes de sostenedores de distinto tipo, con y sin fines de lucro. Ambos tipos de escuela son apoyadas por el estado con una subvención por estudiante. La diferencia principal está en la posibilidad que tienen las escuelas privadas de exigir de los padres un copago (en una lógica de financiamiento compartido) y de seleccionar los estudiantes que admiten.

Por otra parte, las escuelas privadas tienden a evitar instalarse en los sectores más apartados, en las zonas rurales o donde el nivel de ingreso de las familias sea inferior.

Esto ha llevado al sistema a una segregación que es parte de la fundamentación de la reforma: el copago estratifica las escuelas de acuerdo a la capacidad de pago de los padres, dejando a los estudiantes y las familias que no pueden pagar relegados a una suerte de ghettos municipales.

Lo anterior no significa que no haya establecimientos públicos de buen nivel, pero éstos enfrentan dificultades mucho mayores que las escuelas privadas. Hay estudios que muestran que, una vez controlado el nivel socioeconómico de los estudiantes, los resultados son iguales o mejores en el sector público, pero el peso del nivel socioeconómico es ineludible y en muchos casos, definitorio.

6. ¿En qué está trabajando en estos momentos CINDA?

CINDA tiene diveros proyectos. En este momento, estamos a punto de publicar un informe sobre Educación Superior en Iberoamérica (el quinto de una serie), dedicado a la valoración del conocimiento, el emprendimiento y la transferencia tecnológica. Trabajamos con redes especializadas de vicerrectores académicos, de investigación e innovación, de administración y finanzas, cada una de las cuales genera sus propios proyectos. Contamos con un programa de movilidad estudiantil, que mueve estudiantes entre las universidades miembros, en programas de corta duración. Anualmente, desarrollamos un estudio sobre un tema propio de la gestión universitaria, que este año está centrado en la integración de la formación práctica en la estructura curricular de los programas formativos.

Adicionalmente, tenemos varios proyectos concretos: uno sobre información para la gestión de la calidad de la docencia, en el cual se han definido indicadores para medir y mejorar la calidad de la docencia de pregrado; otro sobre las políticas de internacionalización en las universidades, considerando tanto la movilidad como la internacionalización en casa; uno sobre formación de personal académico, que incluye mecanismos de movilidad de estudiantes, académicos, investigadores y personal directivo y administrativo.

Finalmente, contamos con una agencia de aseguramiento de la calidad, que presta servicios de asesoría, de evaluación y acreditación a instituciones, agencias o gobiernos que lo soliciten.

Sobre éstas y otras actividades, invito a los lectores a visitar nuestra página web: www.cinda.cl

7. ¿Qué tipo de reforma universitaria haría usted en España? ¿En Latinoamérica en general? ¿En Chile?

¡Una de las cosas buenas de estar en CINDA y no en el sector público es no tener que tomar decisiones como ésta!

Algunos aspectos que me parecen críticos, sin asignarlos a un país o una región en particular:

- La necesidad de contar con una institucionalidad que defina políticas de educación superior en una perspectiva de mediano y largo plazo, sin depender necesariamente de las prioridades de los gobiernos de turno.

- La necesidad de darle sentido a la diversidad de la educación superior. Como definimos los distintos tipos de instituciones que sirven a la educación superior, qué condiciones de calidad les son exigibles, qué indicadores diferenciales dan cuenta de su calidad, cómo logramos tener una formación pertinente, de calidad, que responda a las demandas múltiples de una sociedad cada vez más compleja.

- La necesidad de definir mecanismos de financiamiento que reconozcan que la educación superior es un derecho social, y no un bien de consumo, transable en el mercado.

Hay más, pero con eso tenemos para rato!

8. ¿Cree que las universidades españolas están internacionalizadas? ¿Qué hace falta para ser mejores?

No sé lo suficiente sobre las universidades españolas como para opinar con seriedad. Creo que hay un esfuerzo importante al menos en algunas de ellas para participar en el medio internacional y para colaborar con instituciones en distintas partes del mundo, especialmente con América Latina. Pero no podría decir nada más.

9. ¿Cree que Chile está de moda en el mundo de la innovación?

Creo que Chile está de moda, pero no sé si en el mundo de la innovación. Hemos hecho muchas cosas, hemos cometido muchos errores, y las movilizaciones estudiantiles y su inesperado eco en la población nos pusieron en los titulares. Espero que eso sirva para que logremos una reforma capaz de hacerse cargo de los problemas que tenemos ? aunque tenga que hacerse mediante aproximaciones sucesivas y no de una buena vez.

Formación: Sociologa, posgrado en educación.

Trayectoria: trabajos de asesoría en temas relacionados con política educacional, evaluación y aseguramiento de la calidad para el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial, UNESCO, el DAAD, la OCDE. Presidenta de la Red Internacional de Agencias de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior.

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