elEconomista.es

Ofrecido por

logo

Schoonschip, el barrio flotante que demuestra que otra forma de habitar es posible

Paula Barrado

Hay ideas que, una vez puestas en práctica, parecen casi obvias: transformar el agua en superficie habitable, generar energía sin depender de la red o aprovechar los recursos cotidianos con inteligencia. En Schoonschip, un barrio flotante en el norte de Ámsterdam, todas esas propuestas conviven con naturalidad. Nada resulta extravagante ni forzado. Todo encaja como una coreografía precisa entre arquitectura y comunidad.

Este vecindario, formado por 46 viviendas flotantes habitadas por 144 personas, ha logrado transformar una antigua dársena industrial en un ecosistema urbano autosuficiente. Las casas no descansan sobre cimientos, sino sobre plataformas flotantes que se adaptan al nivel del canal. A simple vista, parecen viviendas de diseño contemporáneo, minimalistas y bien integradas; pero lo interesante no está solo en la forma, sino en el fondo.

El diseño es personalizado en cada vivienda, pero todas han sido construidas bajo los mismos principios: eficiencia energética y mínimo impacto ambiental. En los tejados se distribuyen 516 paneles solares, capaces de abastecer las necesidades eléctricas diarias de cada hogar. Cuando se produce más de lo necesario, la energía se almacena en baterías situadas bajo las casas o se comparte con otros vecinos. Todo el conjunto está conectado a la red nacional mediante una única toma, optimizando el rendimiento colectivo.

La gestión del agua es otro de los pilares del barrio. Cada casa dispone de dos redes independientes, una para el consumo doméstico y otra para aguas residuales. Esta doble infraestructura ha hecho posible la puesta en marcha de un proyecto piloto, en colaboración con la empresa pública Waternet, que convierte las aguas negras en electricidad a través de una biorrefinería experimental. Además, muchas cubiertas integran zonas verdes y sistemas de recogida de lluvia que mejoran el aislamiento térmico y permiten pequeños huertos domésticos.

Schoonschip no es un experimento aislado ni una pieza de exhibición urbanística. Es un modelo real gestionado por sus propios habitantes, que toman decisiones de forma colectiva y demuestran que otra forma de vida urbana es posible. Un barrio donde la energía se produce en casa, el agua se reutiliza y la comunidad actúa como una red inteligente; no solo en lo técnico, también en lo humano.

La singularidad del proyecto ha despertado el interés de ciudades como Baltimore y Nueva York, que estudian fórmulas para adaptar su funcionamiento a otros entornos urbanos. Porque más allá de la imagen estética de un barrio que flota sobre un canal, lo que propone Schoonschip es una manera distinta -y funcional- de habitar.

Desde aquí arranca Vivir en lugares extraordinarios, una serie documental que recorre hogares que, como este, han dejado de imaginar un futuro sostenible para empezar a construirlo.

Producido por EcoBrands