¿Cómo se ven mutuamente Francia y Aragón? Esta fue una de las preguntas clave que marcó el ritmo de la última sesión de "Lo que dure un jamón", un espacio de diálogo que volvió a demostrar la riqueza de la relación transfronteriza.
Desde fronteras y colaboraciones hasta poblaciones hermanadas, Aragón y Francia tienen mucho en común. Así lo destacó el coloquio moderado por Rafael Ledesma, cónsul honorario de Francia en Aragón y miembro de Abogados Ledesma, quien contó con dos expertos de excepción: Luis Tolosa, Iberia Country Manager de MAS Seeds, y Nicolas Grand, CEO de Mondo Ibérica. Ambos compartieron sus experiencias, brindando un análisis enriquecedor sobre la convivencia y las diferencias culturales.
Nicolas Grand, originario del sur de Francia y residente en Zaragoza desde hace cuatro años, hizo hincapié en que, pese a las apariencias, las diferencias culturales entre ambos países no son tantas. "A veces puede haber malentendidos, pero se superan con respeto", afirmó, ilustrando su punto con anécdotas que hicieron las delicias del público.
Luis Tolosa, con una amplia trayectoria en una empresa con matriz francesa, destacó cómo el trabajo cotidiano con compañeros galos le ha permitido comprender mejor su mentalidad: "Hay que acercarse a cómo piensan y cómo son. Es un ejercicio constante, que contrasta con mi relación con los trabajadores españoles".
Entre sonrisas y reflexiones, Grand apuntó un dato curioso: "Los españoles caen muy bien en Francia, probablemente mejor que los franceses en España". Un comentario que generó debate, subrayando la evolución de las percepciones mutuas gracias, entre otras cosas, al intercambio educativo a través de programas Erasmus.
La movilidad fue uno de los temas más destacados de la conversación. En Francia, la facilidad para cambiar de ciudad o incluso de país por estudios o empleo contrasta con el arraigo geográfico que todavía predomina en muchas regiones de España.
A nivel laboral, los ponentes coincidieron en señalar ciertas diferencias estructurales. Mientras que las empresas francesas tienden a ser más jerárquicas y sus clientes notablemente exigentes, las organizaciones españolas se distinguen por una burocracia más ágil y una mentalidad creativa.
También salió a relucir el carácter reivindicativo del trabajador francés, que según los ponentes está profundamente arraigado en su cultura laboral.
La sesión concluyó con un animado espacio de networking que permitió a otros asistentes compartir su perspectiva. Fernando Lanuza, director general de Jacob Delafon, destacó la evolución de las relaciones empresariales con Francia en las últimas décadas: "Hoy hay una mayor igualdad, y eso nos beneficia a todos".
Anne-Lise Ghirardi, desde El Columpio Digital, aportó su visión como emprendedora francesa en España, afirmando que ser autónomo en Francia es mucho más complejo y menos valorado que aquí, aunque comenzar una actividad resulta fiscalmente más sencillo en el país vecino.
Por su parte, María Pilar Alonso, directora de Exportaciones de Itesal, compartió un consejo clave para quienes busquen oportunidades en Francia: "Hay que ir con una estrategia bien definida, un francés perfecto y de la mano de un aliado local".
El ámbito educativo también tuvo protagonismo. Merche López, directora del Colegio Salesianos, destacó cómo promueven la movilidad europea desde su centro. Bastien Piombini, de PMF Distribution, subrayó la trayectoria del modelo de FP Dual francés, que ahora comienza a arraigar en España, mientras que Noel Jegou, del Liceo Molière, abogó por fomentar el plurilingüismo y una visión internacional en la educación.
En el ámbito institucional, Romina Magni, de la FAMCP, habló de los 50 municipios aragoneses hermanados con ciudades francesas, auténticos puentes para el intercambio cultural y económico.
Cerrando la jornada, Wenceslao Gracia, delegado de la Cámara Franco-Española, presentó datos comerciales que remarcaron la importancia de la relación económica: "Francia es nuestro principal cliente extranjero y proveedor".
La sesión concluyó con un debate abierto sobre turismo, conexiones ferroviarias y el rol del francés como herramienta de integración. El espíritu colaborativo dominó el ambiente y dejó a los asistentes con muchas ideas y pocas ganas de decir au revoir.
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