Gran parte del exceso de consumo y emisiones tiene que ver con la antigüedad -en España el parque inmobiliario tiene una vida media de 43,5 años- y con unos antiguos sistemas de climatización alimentados por combustibles fósiles que, a la vista de la progresión de la tecnología, han quedado caducos. La Asociación de Fabricantes de Equipos de Calefacción (AFEC) acaba de presentar un nuevo informe que pone de manifiesto las ventajas de las bombas de calor eléctricas que podrían jugar un papel similar al de los coches eléctricos en Europa al configurarse como la mejor alternativa para la gestión eficaz de la climatización de los edificios y el agua caliente sanitaria.
Según el informe de AFEC -que analiza de forma pormenorizada todos los sistemas de calefacción disponibles- las bombas de calor no solo se destacan por la eficiencia y contribución a la sostenibilidad, sino que también plantean beneficios económicos significativos.
El estudio desvela que las bombas de calor alcanzan un rendimiento de entre el 300% y el 400%, es decir, generan de tres a cuatro unidades de calor por cada unidad de electricidad consumida, superando con creces la eficiencia de sistemas convencionales como las calderas de gas o los radiadores eléctricos. La tecnología de bombas de calor aprovecha el calor ambiental, lo que permite que más del 75% del calor suministrado provenga de fuentes renovables y limpias. Este mecanismo reduce de manera considerable las emisiones en comparación con los sistemas tradicionales, especialmente cuando la electricidad utilizada proviene de fuentes renovables.
Supera con creces la eficiencia de las calderas de gas o los radiadores eléctricos
Según los autores del informe, la relevancia de esta tecnología va más allá de su eficiencia: "Si se considerase el uso de la misma electricidad 100% renovable en el caso de las bombas de calor eléctricas, sus emisiones serían las más bajas entre todas las alternativas, siendo 10 veces inferiores a las del sistema de hidrógeno renovable puro". Un impacto crucial en la lucha contra el cambio climático que parece reafirmar la idoneidad de esta tecnología para los objetivos europeos de reducción de emisiones.
Por si estos argumentos no fueran suficientes, la eficiencia energética de las bombas también tiene un impacto positivo en los costes operativos. Aunque la instalación inicial implica desembolsos adicionales -principalmente para adaptar la infraestructura eléctrica doméstica-, los ahorros a largo plazo superan ampliamente esta inversión inicial. El informe de AEFEC estima que el coste del calor producido con una bomba de calor oscila entre 53 y 70 euros por MWh térmico, lo que supone hasta un 30% menos que otras alternativas como el gas natural, cuyos costes operativos se mueven en una horquilla de entre 75 y 84 euros por MWH térmico.
A pesar de estas evidencias, el potencial de esta tecnología contrasta con la falta de incentivos fiscales y de políticas de apoyo. En la mayoría de los países europeos, el gas natural, que tanta dependencia exterior crea, sigue fuertemente subsidiado y resta atractivo a esta alternativa pese a los beneficios a largo plazo. Así lo pone de manifiesto el reciente desplome en las ventas de bombas de calor en Europa (-47% en la primera mitad de 2024) que ha llevado a la patronal del sector EHPA a instar al Ejecutivo europeo a tomar cartas en el asunto.
"Si los gobiernos de la UE se toman en serio la soberanía energética, la competitividad y la sostenibilidad, deberían asegurarse de que los precios de la energía favorezcan las bombas de calor", afirmó hace unos días el director general de la EHPA, Paul Kenny.
"La Directiva de Tributación Energética, actualmente en revisión, representa una oportunidad para ajustar los impuestos y subsidios, favoreciendo tecnologías de bajo impacto como las bombas de calor frente a los combustibles fósiles", señaló el directivo de la Asociación Europea de Bombas de Calor (EHPA).
En un informe sobre cómo financiar la descarbonización de edificios publicado recientemente, el think tank europeo Bruegel advierte que, para cumplir los objetivos climáticos, es necesario triplicar la tasa actual de descarbonización en calefacción y refrigeración. Una reducción de emisiones equivalente a las que produce un país como Eslovaquia. Los analistas de la firma advierten de que los costos iniciales y el lento retorno de la inversión siguen siendo barreras significativas para muchos consumidores.
Según la firma, cumplir con los objetivos de ahorro energético en Europa requerirá de una inversión adicional de 150.000 millones de euros anuales hasta 2030. Pese a la magnitud de la cifra, Bruegel sugiere que aprovechar la electrificación y las renovaciones energéticas podría reducir la brecha de inversión en más de la mitad para lo que sería fundamental desplegar una combinación de subvenciones y financiación preferente. "Priorizar las subvenciones para renovar edificios de bajo rendimiento, generalmente ocupados por consumidores vulnerables, no solo contribuirá al cumplimiento de los objetivos climáticos, sino que también mejorará la calidad del aire, la salud pública y la seguridad energética, mientras reduce la pobreza energética y los futuros costes de asistencia".
Como otros especialistas, los analistas de Bruegel destacan la importancia de no haber contado hasta el momento con el sector bancario y con mecanismos de financiación público privada para acelerar unas renovaciones energéticas inaplazables.
Las bombas de calor eléctricas no solo ayudan a reducir las emisiones y mejoran la eficiencia energética; también son una herramienta para la independencia energética de Europa. Al reducir la dependencia de combustibles fósiles importados y aprovechar la electricidad de fuentes renovables autóctonas, esta tecnología contribuye a una mayor seguridad energética. En última instancia, su adopción masiva ayudaría a consolidar un modelo energético europeo más resiliente, sostenible y competitivo. ¿Alguien lo pone en duda?
Producido por EcoBrands