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La hora de las redes eléctricas

  • Tras años en un segundo plano en el proceso de transición energética, las redes reclaman protagonismo
  • El proceso de descarbonización y nuevas oportunidades de industrialización están en juego
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La cara visible de la transición energética es el desarrollo de la generación verde, plantas fotovoltaicas y eólicas, generación hidráulica, hidrógeno verde para sustituir a las energías fósiles con el objetivo de llegar a las cero emisiones. Detrás de esta revolución están las redes eléctricas, la columna vertebral de la transición energética. Tras años ocupando un segundo plano, hay consenso en que, si no se incrementa la inversión y se eliminan obstáculos regulatorios, no será posible lograr los objetivos de descarbonización de la economía y se perderán las enormes oportunidades de reindustrialización que están llamando a la puerta de la economía española. El último ejemplo: los centros de datos.

Proyectos renovables, autoconsumos individuales y colectivos, infraestructuras de recarga de vehículos eléctricos, desaladoras, plantas de hidrógeno verde, los mencionados centros de datos… todos necesitan acceso a la red eléctrica. Según las cifras de la Comisión Europa, se prevé que el consumo de electricidad en la UE aumente en torno al 60% de aquí a 2030.

Las redes de distribución de electricidad tienen que adaptarse a un panorama mucho más complejo del que existía cuando fueron creadas. De los flujos unidireccionales que llevaban la energía de la gran planta de generación al consumidor final se ha pasado a flujos bidireccionales. Plantas renovables con generación variable, autoconsumos, vehículos eléctricos… todos se están conectando de forma masiva a la red y lo harán cada vez más en el futuro, hasta el punto de que, según datos de la Comisión Europea, para 2030, el 70% de la nueva capacidad renovable se conectará a través de las redes de distribución.

Esta demanda creciente y la escasez de capacidad de la red en algunos puntos está provocando, según Eurelectric, la patronal de las empresas eléctricas europeas, "retrasos en las conexiones de proyectos renovables en varios Estados miembros de la UE y ralentizando la descarbonización de sectores clave". "Las redes eléctricas corren el riesgo de convertirse en un posible cuello de botella en lugar de ser un factor facilitador", advierte.

El consejero delegado de Endesa, José Bogas, ha destacado que en los últimos cuatro años, e distribución, su filial de redes, que gestiona más del 40% de la red de distribución eléctrica en España, ha tenido que declinar la conexión de 11 gigavatios (GW) de demanda -incluidos 7 GW para centros de datos- y otros 4GW de generación, en total 15GW de peticiones de acceso que no se han materializado porque no existía capacidad en algunos puntos. Bogas ha recordado que "el desarrollo de la red es clave para respaldar la reindustrialización, una gran oportunidad para España" que, por primera vez, parte con ventaja frente a otros países europeos gracias al potencial de las renovables, que permitirá contar con unos precios de la electricidad cada vez más atractivos.

La tesis del sector es clara: vamos a tener energía abundante, limpia y a buen precio que permitirá alimentar mucha demanda y favorecer que en España se asienten muchas industrias. Siempre que las redes se desarrollen al ritmo necesario y se digitalicen.

Recuperar el tiempo perdido

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) apunta a un hecho que explica la situación actual de las redes en todo el mundo. Mientras que la inversión en energías renovables ha aumentado rápidamente -casi se ha duplicado desde 2010-, la inversión mundial en redes apenas ha variado, permaneciendo en los 300.000 millones de dólares al año.

En España la regulación establece un tope a la inversión para las empresas en redes de distribución del 0,13% del Producto Interior Bruto (PIB), un tope criticado por el sector y que podría desaparecer, ya que el gobierno ha abierto una consulta pública para analizar su supresión. Desde el sector recuerdan que eliminar ese tope es imprescindible para cumplir con los objetivos marcados en el PNIEC, que exige una inversión de 5.000 millones al año en las redes españolas, cuando en la actualidad la Ley no permite invertir más de 2.500 millones.

Pero van más allá y recuerdan que es necesaria también una retribución adecuada para las inversiones en un sector que, recuerda, está regulado y agilizar y simplificar procedimientos y permisos.

"A veces parece que la actual regulación está pensada para frenar el desarrollo de las redes, para que no se invierta demasiado. Lo cierto es que, cuanta más energía se distribuya, es decir, cuantos más seamos para repartir, los costes serán menores", afirma Juanjo Alba, director de Regulación de Endesa. En su opinión es necesario un cambio en el marco regulatorio para reducir incertidumbres y acelerar procesos y pone un ejemplo para ilustrar la situación que se vive en la actualidad: "en agosto de 2024 se aprobó la retribución del 2020 por las inversiones que hicimos en el 2018".

El momento de actuar es ahora, cuando se empieza a discutir la revisión del siguiente periodo regulatorio (2026-2031) que condicionará el desarrollo de la red en el futuro inmediato y que puede convertirse en un elemento clave para atraer oportunidades industriales a España.

Producido por EcoBrands