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Un viaje fascinante a la Roma imperial española

  • Descubre los secretos del legado romano en una ruta por enclaves históricos y alojamientos únicos
Estatua del dios romano Júpiter en los jardines de San Francisco, junto al Parador de Ferrol en A Coruña.
Román Rodríguez

El Imperio romano dominó la península ibérica durante siete siglos. Su profundo legado todavía se ve, se siente y se vive: teatros levantados antes del nacimiento de Cristo, faros de más de 2.000 años que aún funcionan, acueductos admirables o paisajes marcianos. También sentaron los fundamentos del Derecho que hoy organiza nuestras vidas y del latín que cimenta nuestro idioma.

La cultura romana no solo pervive en nuestras ciudades, caminos y leyes, sino que parece renovarse y regresar al presente cada cierto tiempo. Su influencia ha vuelto incluso a la alta cocina actual. La investigación arqueológica, en la que han participado equipos españoles, descubrió hace unos años recetas originales del garo o garum, una salsa milenaria de la cuenca del Mediterráneo a base de vísceras de pescado fermentadas que los romanos empleaban como condimento y que hoy se ha recuperado como salsa y potenciador de sabor.

El garum es solo una pequeña historia de la inmensa herencia romana que todavía permanece en España. Hay mucho más. Ya entonces cruzaban las calzadas por pasos de cebra, diseñados con losas de piedra alineadas. Frecuentaban las thermopolia, una especie de bares actuales. Existía el divorcio y hasta reciclaban vidrio, aunque por razones más prácticas que medioambientales.

El casco antiguo de Mérida esconde maravillas como el Templo de Diana.

Su legado es inmenso. Se puede conocer de cerca esa herencia mediante Paradores que aún conservan vestigios del esplendor de aquella cultura milenaria, que ofrecen las mejores vistas a sus monumentos más icónicos o que se encuentran a un paso de impresionantes yacimientos. ¿Quieres descubrirlos?

En el corazón del Imperio

Emérita Augusta, fundada en el año 25 a.C. por el emperador Augusto, fue la capital de la antigua provincia de Lusitania y una de las ciudades más importantes del Imperio romano en Hispania. Hoy es Mérida, Patrimonio de la Humanidad, cuyo conjunto arquitectónico romano es una joya que aún brilla.

Lo componen, por ejemplo, el Teatro Romano, que acoge desde hace casi un siglo el Festival Internacional de Teatro Clásico; el Templo de Diana, del siglo I a.C., que continúa siendo uno de los vestigios más imponentes y mejor conservados de la región.

También el Anfiteatro, construido en el 8 a.C., donde se celebraban espectáculos, luchas entre gladiadores o cacerías y peleas entre animales ante 15 o 16 mil espectadores. O el Acueducto de los Milagros, así conocido por lo bien conservados que permanecen sus más de 800 metros de construcción, y del que partía la Vía de la Plata, que unía a la urbe con Astorga.

El Parador de Mérida, en pleno centro de la ciudad, junto al Arco de Trajano, fue construido sobre el antiguo pretorio y exhibe restos romanos, como las columnas que embellecen el claustro.

El Parador de Mérida tiene igualmente su vínculo con el Imperio. Se trata de un convento barroco del siglo XVIII fundado por monjes franciscanos y construido sobre el antiguo pretorio romano, junto al arco de Trajano. Su claustro con columnas romanas, la antigua capilla o su jardín de antigüedades son capaces de transportar al visitante a aquella época con el rumor de sus fuentes de fondo.

Pasado brillante y presente de ensueño

El Parador de Segovia presume de ofrecer las mejores vistas de la ciudad Patrimonio de la Humanidad; entre ellas, del Acueducto romano, la gran obra de ingeniería romana que continúa despertando admiración. 167 arcos y 120 pilares de granito de la Sierra de Guadarrama abastecían de agua a toda la ciudad. Sus 15 kilómetros de canalización subterránea emergen sobre Segovia mediante arcadas que sustentan el canal y el sistema de construcción sin que ningún tipo de argamasa o mortero adhiera los sillares.

Desde el Parador de Segovia, que brinda las mejores vistas de la ciudad, es posible contemplar el impresionante Acueducto romano.

Además, este Parador es un punto de partida perfecto para visitar el yacimiento de Confloenta, una antigua ciudad romana famosa por su producción de cerámica, o el de los Cinco Caños, donde perduran un castillo medieval, antiguas murallas y una fuente consagrada a las ninfas.

De vuelta al Parador, la experiencia romana puede acabar de una forma deliciosa en su restaurante, cuya carta ofrece la tradicional gastronomía castellana, como asados en horno de leña de cochinillo o cordero lechal.

El sueño romano a orillas del Ebro

Calahorra (La Rioja) fue en su momento Calagurris Nassica Iulia, una ciudad romana de enorme importancia en su época y cuna de Marco Fabio Quintiliano, prestigioso pedagogo y retórico hispanorromano. La prevalencia de esta huella histórica permite realizar una ruta por los rastros del Imperio. En el Parque de la Era Alta perviven restos del antiguo circo y en el conjunto arqueológico de Sequeral siguen alzadas murallas del siglo I.

Al Parador de Calahorra también se le conoce como Parador de Marco Fabio Quintiliano, en homenaje al pasado romano de la ciudad.

Continúan también en pie el arco romano que servía de entrada desde Caesaraugusta (la actual Zaragoza), el sistema de cloacas romanas y el yacimiento de La Clínica, donde descansan restos de una domus romana y se encontró el busto de la Dama Calagurritana, icono de la ciudad riojana.

El Parador de Calahorra, que lleva el nombre del citado emperador romano como homenaje al pasado romano de la ciudad, se encuentra a orillas del Ebro. Es un edificio rojizo, rodeado de un jardín con palmeras, con acogedoras habitaciones ideales para descubrir este sueño romano y disfrutar de la gastronomía local, tan basada en los productos de la huerta que se le conoce como Ciudad de la Verdura.

En la cuna de emperadores

Sevilla se encuentra entre dos poblaciones famosas por sus numerosos vestigios romanos: Santiponce y Carmona. La primera alberga las ruinas de Itálica, primera población construida por los romanos fuera de la península itálica. Fundada por Escipión "El Africano", fue cuna de los emperadores Trajano y Adriano. Su actual conjunto arqueológico conserva restos de las tradicionales domus, como la Casa de los Pájaros o la Casa del Planetario, que pertenecían a las familias más importantes de la zona. Además, Itálica contaba con termas, un acueducto, un teatro y uno de los anfiteatros más grandes del Imperio, con capacidad para 25.000 espectadores.

Teatro romano de Itálica, en Sevilla. Itálica fue la primera ciudad construida por los romanos fuera de Italia.

En Carmona, a media hora de la capital andaluza, sobreviven importantes reductos del Imperio romano. Su conjunto arqueológico cuenta con restos de edificios de entre los siglos I y II d.C., un anfiteatro monumental junto a la vía Augusta, y uno de los conjuntos funerarios (necrópolis) más extensos y mejor conservados de España.

Por su ubicación estratégica, el Parador de Carmona sirve de puente entre ese pasado romano y el presente andaluz. Se trata de un palacio mudéjar construido sobre las ruinas de un alcázar árabe del siglo XIV que corona la ciudad. Absolutamente todo rinde homenaje a la historia de la región: su estilo andalusí, su piscina, su terraza, los tapices y las variadas antigüedades, el patio interior o el antiguo refectorio, hoy reconvertido a restaurante.

Desde el Parador de Carmona puedes visitar la necrópolis, el anfiteatro y el puente romano que aún conserva esta localidad sevillana de gran importancia durante el Imperio.

En los confines del Imperio

Roma convirtió al mar Mediterráneo en su lago particular, pero el territorio del Imperio llegó hasta el entonces misterioso océano Atlántico. La mejor muestra de este alcance es la Torre de Hércules, el faro romano en activo más antiguo del mundo (siglo I d.C.) y Patrimonio de la Humanidad. Fue construido por el arquitecto Gaio Sevio en honor a Marte, dios de la guerra. Acompañaba a los barcos que bordeaban los confines del imperio en un enclave estratégico por su importancia comercial.

Desde el Parador de Ferrol en A Couña se puede visitar la Torre de Hércules, el faro romano en activo más antiguo del mundo.

Otra pista del paso del Imperio por la zona es el yacimiento de la villa de Caldoval, una hacienda rural con los únicos baños termales privados con palestra (espacio para hacer deporte) descubiertos en el noroeste peninsular, y que sirven para conocer cómo vivían y se cuidaban los ciudadanos de la época.

A solo 25 minutos de este asentamiento se encuentra el Parador de Ferrol, una casona gallega en pleno barrio de La Magdalena, declarado conjunto histórico – artístico. La inspiración en el mar es evidente. Desde sus vistas, que son espectaculares, a su decoración con mapamundis e instrumentos de navegación, así como su cocina, en la que no falta marisco, pulpo a feira y lo mejor de la gastronomía local.

Parador de Ferrol, típica casona gallega con vistas al mar.

Paisajes de otro mundo

La mayor mina de oro a cielo abierto del Imperio romano data del siglo I a.C. y mantuvo su explotación durante 250 años. Se encontraba en Las Médulas (León), entre las escarpadas montañas del Bierzo. Los romanos extraían el metal mediante un sistema hidráulico denominado ruina montium que alteró el paisaje. Sus actuales arenas rojas, cubiertas parcialmente de robles y castaños, son Monumento Natural, Bien de Interés Cultural y Patrimonio de la Humanidad.

Paisaje de Las Médulas (León).

Varias rutas recorren la zona. Los visitantes pueden acercarse a dos inmensas cavidades (La Encantada y La Cuevona) que atestiguan todavía la importancia del proyecto minero. A media hora en coche se encuentra el Parador de Villafranca del Bierzo. El establecimiento se mimetiza con la comarca por sus vistas inmejorables y por su cercanía privilegiada a joyas paisajísticas; brinda desconexión y descanso, es apto para mascotas y en su cocina berciana nunca falta, por ejemplo, el botillo.

Producido por EcoBrands