Me mudé a Madrid hace poco más de medio año. Soy de un pueblo de Toledo y estudié periodismo, así que desde el principio supe que, tarde o temprano, acabaría viviendo en la capital si quería crecer laboralmente -y también personalmente-; pero no quería aventurarme a hacerlo sin un trabajo de lo mío que me diera la seguridad económica que necesitaba.
No ha sido fácil. Y aun así sé que soy una privilegiada porque con 27 años pude hacer las maletas y cumplir lo que siempre quise: trabajar como periodista e independizarme.
El Observatorio de la Emancipación del Consejo de la Juventud en España (CJE) recoge que solo el 16,3% de los jóvenes españoles entre 16 y 29 años ha logrado emanciparse. Además, la edad media en la que consiguen independizarse según la última actualización de Eurostat es a los 30,4 años, la cifra más alta de los últimos 20 años y bastante por encima de los 26,4 años de la media de la UE.
La realidad dista bastante de ser lo que tantas veces imaginé sobre cómo sería mi tan ansiada independencia. Creí que viviría en pleno centro, en un piso amplio, con amigos, y con un alquiler asequible para poder vivir sin depender de mis padres. Ninguna de estas aspiraciones acabó por cumplirse.
Me mudé a un piso a las afueras de Madrid que me pilla relativamente cerca del trabajo. Vivo con dos personas que empezaron siendo completos desconocidos y que ya se han convertido en mi familia madrileña. Todo va muy bien, pero dejé atrás esa lista de requisitos que debía cumplir el piso al que mudarme porque no podía asumirlo económicamente.
El salario medio de los jóvenes españoles, dividido en 12 pagas, es de 1.005,22 euros netos al mes. A esto, el Consejo de la Juventud de España (CJE) añade que el precio medio del alquiler de una vivienda completa en España, sin entrar en su extensión en metros cuadrados o la localización, es de 944 euros al mes -más de un 60% por encima de los precios de hace 10 años-; 375 euros al mes de media en el caso de alquilar una única habitación. Es decir, cualquier joven medio de entre 16 y 29 años dedicaría el 93,9% de su salario neto mensual si optara por una vivienda completa y el 37,3% si alquilara una habitación.
Pero eso no es todo. Más allá del alquiler, hay que aprender a planificar otros gastos, simplificar los trámites y economizar esfuerzos. Respecto a los suministros imprescindibles de cualquier hogar, como son el agua, la luz y el gas, una buena idea es buscar compañías que te ayuden a unificar los trámites para contratar todas las energías que necesitas y ahorrar así en burocracia y papeleos, además de conseguir un precio mejor.
Poder gestionarlo todo desde el teléfono móvil es, además, otra de las claves para no perderte en los trámites, especialmente para las nuevas generaciones. De acuerdo con el Barómetro de particulares 2023 de MasterCard, el 76,4% de la Generación Z -es decir, menores de 29 años- pagó con el móvil durante el año pasado.
Por suerte, además de los problemas para salir de casa, las alternativas para gestionar la independencia económica también evolucionan para los jóvenes. Por ejemplo, ya existen aplicaciones que permiten unificar el pago de suministros y, además, acumular descuentos y saldo, como en el caso de Waylet, de Repsol. Con sus Planes Energías la propuesta es muy sencilla: cuanta más energía contratas, más ahorras.
Quien pague en estaciones de servicio con Waylet y tenga contratada la luz con Repsol, obtendrá 10 céntimos por litro en saldo. Esa cifra aumenta a 15 céntimos si se añade el gas, y a 20 si se incluye la energía de Solar 360.
Este tipo de ofertas es uno de los recursos que tenemos los jóvenes para conseguir una independencia más segura y, sobre todo, nos ayuda a gestionar los numerosos gastos que tiene conseguirla.
Producido por EcoBrands