La pasada Cumbre del Clima de Dubái (COP28) puso sobre la mesa la idea de transitar para dejar atrás los combustibles fósiles. Ha sido la primera vez que se incluye en un acuerdo la idea de alejarse del petróleo, el carbón y el gas, algo necesario para lograr el objetivo de limitar el calentamiento global a un máximo de 1,5 grados en 2050. Un desafío que requerirá contar con distintas opciones para reducir emisiones. Algunas de estas alternativas todavía van a tardar en llegar, pero otras ya las tenemos aquí, como los biocombustibles, que pueden ser clave en la transición hacia una economía más sostenible.
En los últimos tiempos estamos viendo cómo los biocombustibles ganan protagonismo, sobre todo cuando hablamos de descarbonizar sectores como la industria o el transporte pesado. Estos combustibles renovables son capaces de reducir hasta un 90% las emisiones de CO2 en todo su ciclo de vida, por lo que se presentan como una gran alternativa para comenzar a reducir emisiones en estos sectores difíciles de electrificar.
A menudo cuando pensamos en emisiones de CO2 tenemos presentes la movilidad terrestre y la aérea y nos olvidamos del transporte marítimo. Sin embargo, este último tiene más impacto del que creemos, ya que el 80% del transporte de mercancías se realiza por mar y representa el 13,5% de emisiones de la Unión Europea (UE) y el 3% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI).
A la luz de estos datos, no resulta extraño que la descarbonización de este sector esté entre las prioridades de los reguladores. La UE, dentro del conjunto de medidas "Fit for 55", ha establecido la iniciativa "FuelEU Maritime", que busca disminuir la intensidad de emisión de gases de efecto invernadero en el transporte marítimo un 2% en 2025, un 6% en 2030 y un 80% en 2050, comparado con los niveles de 2020, mediante el uso de combustibles renovables. En esta línea avanza también la Organización Marítima Internacional (OMI), que este verano revisó su estrategia de reducción de GEI en el transporte por mar, fijando unos ambiciosos compromisos que se irán incrementando desde el 20% en 2030 hasta las cero emisiones netas en 2050, en comparación con los niveles de 2008.
En este contexto, compañías como Cepsa trabajan para anticiparse a las exigencias regulatorias y estar a la vanguardia, impulsando la fabricación de biocombustibles. ¿Su aspiración? Liderar su fabricación en España y Portugal con una capacidad de producción de 2,5 millones de toneladas anuales en 2030, destinados a la descarbonización del transporte pesado. Para ello ya ha realizado diferentes pruebas y comenzado la comercialización en varios medios de transporte, incluidos los barcos, para sustituir progresivamente los carburantes actuales que los mueven.
En este sentido, la compañía ya ha llevado a cabo el primer suministro de España en un barco de pasajeros, que permitió que este verano se pudieran ver los primeros ferris de Naviera Armas Trasmediterránea, impulsados por biocombustibles de segunda generación de Cepsa, cruzando el estrecho de Gibraltar. Los barcos partieron desde el Puerto de Algeciras con hasta un 15% de diésel renovable en sus tanques, adelantándose a los objetivos europeos.
La energética también realizó su mayor suministro de biocombustibles hasta la fecha a un buque portacontenedores en el puerto de Barcelona, donde desde octubre ya ofrece combustibles renovables a sus clientes. Actualmente, la energética suministra en más de 60 puertos de toda España para "ayudar a los clientes a descarbonizar su actividad, un interés que cada vez es más grande", aseguran desde Cepsa. "Hasta que el desarrollo de productos como el amoniaco y el metanol verdes, derivados del hidrógeno verde vaya cogiendo fuerza, la alternativa más eficaz e inmediata para descarbonizar el transporte marítimo son los biocombustibles", añaden desde la compañía.
Además de ayudar a la descarbonización, los biocombustibles presentan otras ventajas; la principal es que los barcos (ni los camiones ni los aviones) no necesitan cambiar sus motores para moverse de forma sostenible, ni tampoco las instalaciones de almacenamiento y distribución. Esto se debe a que los biocombustibles son químicamente análogos a los combustibles fósiles, de manera que pueden sustituirlos sin requerir adaptaciones. Así lo han confirmado las distintas pruebas realizadas, que han demostrado un óptimo funcionamiento y rendimiento de las máquinas, permitiendo la comercialización de estos productos para su uso habitual.
Asimismo, las tecnologías necesarias para llevar a cabo su producción están ya maduras. Incluso, en algunos casos, se pueden reutilizar instalaciones industriales existentes, con ciertas modificaciones, para su fabricación. Todo ello hace posible que los biocombustibles sean una alternativa eficaz e inmediata para la descarbonización del transporte pesado. Sin duda, el desarrollo de este tipo de soluciones serán clave para el éxito de la transición energética y dejar atrás el petróleo, el carbón y el gas.
Producido por EcoBrands