La lucha contra el calentamiento global requerirá el uso de todas las tecnologías disponibles para la descarbonización si queremos alcanzar la neutralidad de emisiones en 2050. Pero, para llegar a este objetivo, no será suficiente con reducir las emisiones de CO2. Es preciso, además, eliminar parte del que ya está en la atmósfera, tal y como destaca el último informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).
Una de las opciones en auge para acelerar en la neutralidad en carbono, es la captura de CO2 directa del aire (DAC). Una tecnología disruptiva que se basa en la implantación de unos contactores que, a modo de aspiradora gigante, atraen grandes cantidades de aire y filtran el CO2 presente en ellas.
Las turbinas pretenden, de forma artificial, cumplir parte del papel que los sumideros de carbono, los bosques y océanos, ya efectúan de manera natural. Si bien, necesitan menos extensión de terreno. Para hacernos una idea: atrapar una gigatonelada de CO2 mediante el proceso de fotosíntesis de los árboles implicaría reforestar unos 800.000 kilómetros cuadrados de superficie, mientras que con las DAC se podría llegar al mismo resultado ocupando menos de 3.000.
Una ´aspiradora´ selectiva
Jordi Pedrola, científico experto en Tecnología de Separación de CO2 de Repsol Technology Lab, señala que este sistema "capta y separa el CO2 de otros gases que están en la atmósfera para darle un uso posterior", ya sea como materia prima o almacenarlo geológicamente de forma segura.
Pero la DAC no atrapa todo lo que encuentra a su paso. Se trata de "una aspiradora muy selectiva", inteligente. Su principal ventaja es que consigue separar el CO2, que está en una concentración muy baja en la atmósfera (unas 400 partes por millón de promedio), discriminando el resto de gases, como el oxígeno y el nitrógeno.
De acuerdo con las explicaciones de Pedrola, los sistemas de separación se basan en diferentes procesos químicos. Unas veces se pone en contacto el aire con un sistema de captura basado en absorbentes líquidos, compuestos químicos que se combinan con el CO2, como diferentes hidróxidos. Después, se separa este CO2 del líquido que se ha generado para volver a utilizarlo. Otra alternativa es emplear adsorbentes sólidos, que tienen un recubrimiento en la superficie donde se depositan sustancias químicas que son afines al CO2. Para la evolución de las DAC, ya hay proyectos que emplean materiales con una capacidad de adsorción muy superior a las sustancias convencionales y nuevas técnicas de separación basadas en principios de electroquímica.
¿Qué hacemos con el CO2 retirado?
Una vez retirado y aislado, el CO2 se puede utilizar como materia prima, culminando un proceso de economía circular. Esta transformación será imprescindible para la fabricación de productos químicos o materiales como combustibles sintéticos, metanol sintético, polímeros o nuevos tipos de hormigones.
También está llamado a sustituir al CO2 que se produce industrialmente y se aplica en el sector alimentario o en sistemas de tratamiento de agua o de refrigeración.
Las DAC se enmarcan dentro del grupo de Tecnologías de Emisiones Negativas, que serán fundamentales para avanzar en el objetivo comunitario de conseguir una Europa con cero emisiones netas en 2050. En concreto, se espera que sean capaces de retirar, en conjunto, ocho gigatoneladas de CO2 de la atmósfera para entonces. Pedrola subraya que la mitad se pueden cubrir con soluciones naturales, pero que el otro 50% habrá que hacerlo con soluciones tecnológicas y, de todas ellas, "la tecnología DAC es la más desarrollada hoy en día".
La primera planta DAC de una escala relevante se puso en marcha hace cuatro años en Suiza y, desde entonces, la expansión ha sido significativa. Ya existen 19 plantas en Europa, EE UU y Canadá. De momento, la más grande está en Islandia. Inaugurada en octubre de 2021, cuenta con una capacidad instalada de 4.000 toneladas/año, aunque hay un proyecto para la construcción de otra en Texas con la ambición de capturar un millón de toneladas anuales.
En nuestro país, Repsol es una de las compañías que están apoyando la I+D de la DAC. De hecho, el Fondo de Emprendedores de la Fundación Repsol seleccionó para su programa de aceleración de startups el proyecto presentado por la empresa británica Mission Zero Technologies, dedicada a investigar una tecnología DAC de segunda generación que necesitaría mucha menos energía para llevar a cabo el proceso.
La multienergética cuenta ya con un amplio bagaje en una tecnología prima hermana de la DAC: la de captura y almacenamiento de dióxido de carbono (CCUS). Las CCUS se centran más en la descarbonización de corrientes puntuales asociadas a procesos industriales, mientras que las DAC están desvinculadas de sectores concretos, teniendo, eso sí, la misma esencia. Además, Repsol está construyendo en Bilbao una de las plantas más grandes del mundo para la fabricación de combustibles sintéticos con cero emisiones netas, fabricados a partir de CO2.
* Ofrecido por Repsol.
REALIZADO POR ECOBRANDS
Este contenido ha sido elaborado por EcoBrands, unidad Branded Content de elEconomista.