Un gestor de fortunas de UBS coopera con la policía al revelar cómo evadía impuestos para sus clientes. Este caso se ha convertido en un escándalo en Suiza. Sus revelaciones sobre las prácticas de la entidad podrían firmar la muerte del banco y hacer tambalear gravemente el secreto bancario de la hasta ahora intachable Confederación Helvética.
Bradley Birkenfeld, un gestor estadounidense de fortunas, es el centro de uno de los mayores escándalos de fraude fiscal en Suiza. El pasado mes de junio aceptó declararse culpable ante un tribunal de Florida y cooperar con las autoridades, con la esperanza de reducir una pena que podría llegar a los cinco años de prisión y 250.000 dólares (193.000 euros) de multa. Al ex empleado de Union des Banques Suisses (UBS), la primera entidad mundial en gestión de fortunas, se le acusa de haber ayudado a un millonario americano de origen ruso, Igor Olenicoff, a ocultar al fisco 200 millones de dólares (154,4 millones de euros), eludiendo así 7,2 millones de dólares (5,5 millones de euros) en impuestos.
Aún desconocido en Francia, Bradley Birkenfeld se ha convertido en toda una mini celebridad en Suiza, donde sus preocupaciones aparecen frecuentemente en la apertura de los telediarios. Sus revelaciones sobre las prácticas de UBS podrían firmar la muerte del banco y hacer tambalear gravemente el secreto bancario en la Confederación Helvética. De hecho, UBS corre el riesgo de perder su licencia americana si se demuestra que llevó a cabo deliberadamente montajes fraudulentos para ayudar a estadounidenses ricos a esconder en Suiza parte de sus fortunas en detrimento del erario americano.
Para el banco, el golpe podría ser mortal, dado que 28.000 de sus 81.000 empleados trabajan en Estados Unidos. Mark Branson, director del departamento de Gestión de Fortunas de la entidad, presentó a finales de julio sus disculpas ante el Senado americano, comprometiéndose a "tomar las medidas necesarias para que no vuelva a suceder". Abriendo una brecha sin precedentes en el secreto bancario suizo, UBS se ha ofrecido a cooperar totalmente con las autoridades de Estados Unidos y, según The New York Times, el banco ya habría comunicado cientos de nombres a las autoridades suizas.
Bradley Birkenfeld, de 43 años y nacido en Estados Unidos, conoció a Igor Olenicoff cuando empezó a trabajar en Barclays. Le convenció para confiarle la gestión de una parte de su fortuna y en 2001 pasó a UBS, llevándose con él al millonario americano. Birkenfeld desconocía que su cliente ya tenía problemas con la justicia y el fisco de EEUU.
En 2006, la revista Forbes calculaba su fortuna en 1.600 millones de dólares (1.235 millones de euros). Olenicoff llevaba tiempo afirmando lo contrario al Internal Revenue Service (IRS) y asegurando que no tenía ninguna participación en la sociedad offshore con sede en las Islas Caimán, Bahamas y Dinamarca que controlaba Olen Properties. Tras varios años de investigación, el fisco estadounidense finalmente determinó que era el único propietario de Olen Properties y también de Sovereign Bancorp, una sociedad de las Bahamas. Después de varias rectificaciones fiscales, el IRS sacó también a la luz una red de sociedades offshore creada con la ayuda de Bradley Birkenfeld para ocultar 200 millones de dólares al fisco. En ese momento comenzaron los problemas para UBS.
Panorama sobrecogedor
El testimonio y los documentos que Bradley Birkenfeld ha aceptado proporcionar a los investigadores del Senado ofrecen un panorama sobrecogedor de las prácticas de uno de los primeros bancos del mundo y esbozan, entre líneas, las prácticas del sector bancario suizo en su conjunto.
A principios de la década, Estados Unidos creó un programa denominado Intermediario Cualificado (QI) que obliga a las entidades financieras con cuentas abiertas por residentes estadounidenses a informar al IRS, aunque las cuentas no declaradas tenían mucho más éxito entre los clientes americanos que las declaradas. UBS habría ocultado un total de 19.000 cuentas a las autoridades de Estados Unidos.
Ayudó, por ejemplo, a 250 clientes estadounidenses a abrir cuentas en nombre de sociedades, fideicomisos o fundaciones offshore y a transferir sus activos, incluidos los de origen americano, de sus cuentas personales hacia las nuevas cuentas. Las presentaba como cuentas abiertas por no americanos, cuya identidad no tenía que ser revelada a las autoridades de Estados Unidos "aunque UBS sabía perfectamente que los verdaderos beneficiarios [de esas entidades legales] eran americanos", comenta con indignación el Senado estadounidense.
Otra infracción grave de las leyes americanas es que el departamento de gestión de UBS en Suiza enviaba a sus colaboradores a captar clientes en territorio americano. Con un tercio de los millonarios censados del mundo, Estados Unidos es, evidentemente, un destino obligado para cualquier gestor de fortunas, aunque la legislación americana prohibe a los bancos extranjeros ir a pescar a su terreno. Los gestores de fortuna de UBS Suiza encargados de Estados Unidos cruzaban el Atlántico entre cuatro y seis veces al año. "Si no recuerdo mal, había unas 25 personas en Ginebra, 50 en Zurich y 5 ó 10 en Lucerna. Es una fuerza formidable", explicó Bradley al Senado.
Los objetivos eran muy ambiciosos. En un correo electrónico enviado en 2007 al conjunto de su equipo, Martin Liechti, director del departamento de gestión de fortuna americana de UBS, explicaba que "el crecimiento es la mejor respuesta para garantizar nuestro futuro. Hemos pasado de 4 millones de francos suizos (2,7 millones de euros) por cliente y consultor en 2004 a 17 millones (11,5 millones de euros) en 2006. Debemos aferrarnos a nuestra ambición de alcanzar los 60 millones (40,8 millones de euros) por cliente y con- sultor". Cada banquero se fijaba un objetivo económico. Birkenfeld precisó que su "trabajo como banquero privado consistía en conseguir entre 40 millones y 50 millones de dólares al año (entre 30,9 millones y 38,7 millones de euros)".
UBS sabía oportunamente que sus banqueros estaban infringiendo la legislación estadounidense y en un documento interno fechado en 2002 les recomendaba explícitamente "no utilizar mensajerías, correos electrónicos o faxes estadounidenses con relación al portfolio del cliente" mientras se encontrasen en ese país. A menudo, sus tarjetas de visita omitían mencionar que eran gestores de fortunas. Y el banco les preparaba para las situaciones más extremas.
Notas encriptadas
El Senado ha tenido acceso a un documento titulado Reunión de trabajo sobre estudios de casos referidos al paso de fronteras, que explica cómo reaccionar en caso de confrontación con la policía o los agentes de aduanas. "Le han interceptado las autoridades americanas o canadienses tras haber cruzado la aduana. Verifican su Palm y descubren todas sus reuniones con clientes. Afortunadamente, las reuniones registradas sólo van acompa- ñadas de notas breves y no figura ningún nombre".
Algunos banqueros se desplazaban a Estados Unidos con notas encriptadas de las cuentas de sus clientes. El documento se remitía inmediatamente por correo al hotel en el que se iba a alojar el gestor de fortuna durante su estancia en Estados Unidos. Una vez allí, sólo tenía que entregar la información en mano a su cliente. UBS también proporcionaba a sus banqueros unos ordenadores portátiles denominados TAS, programados para recibir datos altamente encriptados.
Entre la crisis de los créditos y sus dificultades con la justicia americana, UBS atraviesa un momento complicado. Los cierres de cuentas se multiplican. En el segundo trimestre, el departamento de gestión de fortunas del banco se enfrentó a 15.800 millones de dólares (12.197 millones de euros) en salidas de capital, aunque los problemas de UBS no se acaban ahí.
Igor Olenicoff ha sido condenado a pagar una multa de 52 millones de dólares (40,1 millones de euros) y el mes pasado interpuso una demanda contra UBS. El millonario fue recibido en Ginebra en 2001, donde Bradley Birkenfeld y otros empleados de UBS le habrían asegurado la legalidad de sus montajes, basados en sociedades fantasma en Liechtenstein. "Suiza sigue siendo el principal obstáculo en la lucha contra la evasión fiscal", mantiene el ex ministro alemán de Finanzas, Hans Eichel. Es urgente ejercer "más" presión sobre la Confederación, "aunque a veces se tiene la sensación de que mucha gente en los escalafones superiores la protegen, porque tienen allí su dinero", sostiene.