
Bantierra, el grupo formado por las antiguas Muticaja y Cajalón, acaba de declarar un resultado positivo en pleno plan de rescate por parte del resto de cajas rurales. La entidad, según los datos publicados por la patronal del sector Unacc, ganó el año pasado 7,48 millones de euros, un importe prácticamente similar a la de 2015. Entonces, obtuvo un resultado positivo de 7,6 millones.
En los últimos meses el regulador ha intentado colocar en el mercado a esta pequeña caja ante sus problemas de solvencia por el riesgo inmobiliario. Pero, la solución en la que se trabaja ahora es en la creación de una especie de banco malo en el que participará el resto de cajas rurales, que adquirirán activos tóxicos por importe de 320 millones de euros. Aún no está decidido si Cajamar y Caja Laboral entrarán en este vehículo especial.
En los últimos ejercicios Bantierra ha recibido unos 245 millones de sus homólogas para solventar sus problemas a cambio del cobro de comisiones futuras en algunos nichos de actividad.
No es la primera caja rural que ha tenido a lo largo de la crisis grandes apuros. Cajamar ha tenido que absorber una veintena de entidades, entre ellas Rural Caja, que era hasta el momento la segunda más grande del sector.
Otras se han ido fusionando en conglomerados y Caja de la Mota del Cuervo fue intervenido por el fondo de rescate público y vendida posteriormente.
Bantierra opera en Aragón y cuenta con 4.900 millones en activos. Dispone de una red de más de 300 sucursales. Una vez se materialice el traspaso de los activos tóxicos al vehículo especial su ratio de solvencia se incrementará hasta el 14% y su morosidad bajará del 18 al 6%, por lo que se espera que concluya con su delicada situación ya que su margen de intereses se mantiene sin variaciones importantes, en el entorno de los 75 millones.