Banca y finanzas

La reconversión de la banca lusa, ocasión de oro para salir a Europa

La capitulación de Isabel Dos Santos presenta a Caixabank la oportunidad, tantas veces buscada, de asumir un control accionarial en BPI que es mucho más que eso.

El grupo luso dirigido por Fernando Ulricht le ofrece un perfecto encaje estratégico: acelerará su buscada estrategia internacional con la primera compra efectiva extramuros y resuelve una situación enquistada que lastraba el capital, algo sumamente preciado en los actuales momentos. Precisamente el fracaso de la opa hace un año y que ahora reeditará, llevó a la entidad catalana a la inesperada reflexión sobre la oportunidad de deshacer la posición mantenida en el luso desde 2012 para optimizar la solvencia. El hecho de que Basilea III penalice las inversiones en entidades que no se controlan le empujó a reducir a la mitad la cuota en su socio mexicano Inbursa y traspasarlo, junto con el 17% de su también partner Bank of East Asia (BEA), a Criteria.

La suerte de su posición en BPI estaba, por tanto, lejos de ser diáfana cuando no lo controla por culpa del blindaje estatutario vigente, por la numantina resistencia de la empresaria a retirarlo en su estrategia de exigir más a Caixabank para allanarle el camino. Si vendía, deslizó, podría ahorrarse de 55 a 60 puntos en consumo de capital y si compraba apoyaría a BPI para pujar por Novo Banco en un intento de dar el brazo a torcer a Dos Santos.

La exigencia del BCE a BPI de reducir exposición en Angola, país de origen de la empresaria y que dirige su padre, es la que cambia la suerte. La solución arbitrada, no sin grandes esfuerzos para Caixabank, es a todas luces y a falta de conocer detalles un arreglo necesario para los tres: banco y accionistas, aliados en 2012 y ahora casi adversarios. BPI se ahorra correctivos del BCE y Dos Santos reforzará posesiones en Angola. Ejercer el control permitirá a Caixabank exportar un modelo de negocio más sofisticado y quizá poner la primera pieza a un puzzle europeo. Su alivio de capital es más dudoso, ya que por mucho que ahorre al asumir las riendas, la consolidación y factura de la compra debería tener su consiguiente impacto en solvencia.

A pesar del encaje triangular, la historia de BPI no es tan singular en el vecino país, convertido en polo de atracción para inversores foráneos -incluida la banca española-. El último en reforzarse allí ha sido el Santander con la adjudicación de Banif; escasos meses después de que Bankinter materializase su primera operación transnacional aprovechando el repliegue de Barclays, cuya filial portuguesa encaja a la perfección en su modelo de banca de empresas y gestión de patrimonios.

Lisboa vive una situación parecida a la que atravesó España con la profunda reconversión de las cajas de ahorros desde 2010 hasta bien entrado 2013. Garantizar la estabilidad del sistema financiero obligó a inyectar ayudas a la mayoría de entidades financieras portuguesas, que en ese proceso de retornar los fondos buscan hoy nuevos dueños, vender activos o simplemente reenfocar el negocio. Fruto de esa situación es el concurso abierto para adjudicar Novo Banco -antiguo BES-.

Son entidades que ya han hecho los deberes y presentan una ocasión de oro para otras con deseos de invertir. Algunas, como el Santander, habían declarado su intención de reforzarse y otras tenían al país en el radar para entrar. Pero muchas otras buscan simplemente diversificar o empezar a jugar la partida europea, aprendida en la crisis las duras lecciones de depender de un solo mercado. Portugal es la ocasión, casi en mayúsculas.

Creación de entidades europeas

"Todas están intentando diversificar donde se les permita o puedan y la más fácil para penetrar en un negocio bancario parecido al de España es Portugal. Están aprovechando el caldo de cultivo que ofrece la reconversión, con problemas de capital en algunas entidades, de accionistas o conflictos en la gestión", reflexiona Javier Santacruz, economista y profesor de finanzas, en el Instituto de Estudios Bursátiles (IEB). "Las entidades tienen problemas comunes de escasa rentabilidad y continúan siendo entidades con presencia nacional, cuando el supervisor y las reglas son europeas. El potencial es buscar sinergias y reducir costes a nivel europeo", defiende el estratega de Citi en España, José Luis Martínez Campuzano, quien pone el acento en que "hay bancos nacionales con presencia europea, pero no hay bancos europeos". Y parece compartido, por entidades, reguladores y supervisores, que es la fase que toca.

Sólo Italia atraviesa una coyuntura similar como industria en reconversión, si bien las dudas sobre sus balances mantienen aún al inversor foráneo alejado. La economía portuguesa, pequeña en tamaño y aún aletargada, da confianza y, a medio plazo, presenta perspectivas de crecimiento, como en España, superiores a las esperadas para Europa.

La circunstancia de que muchos de los bancos lusos estuviesen controlados por familias, con negocios y estructuras obsoletos, en ciertos casos, da la opción al comprador de ponerlos a punto y optimizar su gestión. Y el simple hecho de que algunas entidades estén distraídas en reestructurarse, la ventaja de cazar a clientes que puedan salir expulsados, como ocurrió en España con las cajas. A pesar del menor tamaño frente a la banca española, su negocio deja además mayor margen. Hay, por ejemplo, ofertas hipotecarias al 3, 4 y 5%, cuando la guerra de precios las ha hundido aquí al 2,34% TAE.

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