
La urgencia con que el Banco Português de Investimentos (BPI), participado en un 44% por Caixabank, trata de aislar la exposición africana sin éxito por las exigencias de su accionista la Familia Do Santos, no es casual. La histórica incursión de la banca lusa en países como Angola o Monzambique, hoy deseada por entidades chinas, empieza a pesar en exceso.
A los lusos les cuesta hoy más capital mantener su inversión en África, como a los españoles estar en Turquía y en cualquier mercado de Latinoamérica distinto de México y Brasil; o a los alemanes sus negocios en Oriente Medio ó Asia-Pacífico.
La razón es la premura con que se montó la Unión Bancaria. La Comisión Europea apresuró una listado de 17 países a los que reconocía su supervisión en 2014 y donde las entidades europeas alojaban el 90% de sus exposiciones. Pero las entidades se vieron obligadas a acopiar más capital ante la imposibilidad de consolidar por completo la correspondiente a los negocios en el resto de jurisdicciones, justo cuando las autoridades exigían más y más hucha de solvencia.
El colchón construido hoy se encuentra sobrepenalizado por ese apremio, que se hizo para lanzar a los mercados el rotundo mensaje de unidad frente a ataques a la deuda en los países periféricos que ponían en cuestión al mismo euro.
Pero hoy supone una desventaja competitiva que penaliza la inversión internacional en última instancia, indican fuentes del mercado. No pueden computar totalmente, por ejemplo, los bonos de filiales que añaden Capital Adicional Tier 1 (Coco's, títulos subordinados, etc.), algo que en sí mismo desincentiva su emisión en perjuicio de una mejor base de pasivo en la franquicia afectada. Entre otros efectos, tampoco pueden aprovechar el tratamiento beneficioso de la deuda soberana en cartera de esas subsidiarias.
A falta de una estimación global del impacto, al tener que recabarla entidad a entidad, en el mercado apuntan que son muchos miles de millones drenados a un capital, convertido en el foco de atención prioritario de supervisores y mercados.
Análisis de países
El listado primero o corto quedó cerrado en diciembre de 2014 y con un calendario para incorporar otra veintena de países hasta 2017. La Autoridad Bancaria Europea (EBA), en coordinación con el Banco Central Europeo (BCE), están evaluando las normas y sistemas de supervisión país a país, a fin de expedir su reconocimiento. La EBA realiza el trabajo técnico y debe presentar la propuesta de equivalencia supervisora a la Comisión Europea para que lo recoja por ley.
El Banco de España mantenía acuerdos de reconocimiento mutuo, como el resto de supervisores. Lo que hace la Unión Europea es poner folio en blanco. Para validar y, por ende, aplicar o imponer requisitos idénticos, requiere que el reconocimiento sea mutuo y su banca se rija por Basilea III.
En el mercado ven entendible que exija reglas idénticas -algunas jurisdicciones aplican Basilea II-. Sin embargo, los trabajos de validación van retrasados. Analistas consultados opinan que para las entidades sería deseable más voluntad política para acelerar las tablas y que dejen de consumir recursos y los liberen, aumentando la solvencia.
Ni Turquía ni Perú ni Colombia...
Los países donde la UE reconoció la equivalencia supervisora a finales de 2014 eran 17: Brasil, México, Australia, Canadá, China, Guernsey, Hong Kong, India, la Isla de Man, Japón, Jersey, México, Mónaco, Arabia Saudí, Suiza, Sudáfrica y EEUU.
Otros como Turquía, Chile, Angola, Perú o Mozambique debía validarlos el pasado año, éste le tocaría a jurisdicciones como Andorra, Argentina, Colombia, Rusia o Uruguay, y a partir de 2017 revisaría el primer listado. Los trabajos, según fuentes del mercado, van muy retrasados.